“Los adultos mayores son personas resilientes, de ellos también podemos aprender”

¿Cómo están enfrentando la pandemia las personas adultas mayores? Las autoridades políticas y sanitarias han puesto el ojo en este segmento que a todas luces es el más vulnerable a desarrollar problemas asociados al Covid-19. Marco Espíldora, periodista, colaborador de la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento de la U. de Chile y director de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, se refiere a la realidad de los adultos mayores, los riesgos médicos que corren y los estigmas con los que cargan en una sociedad que no parece consciente de que tarde o temprano, todos vamos a envejecer.

Por Jennifer Abate

-En medio de la pandemia de Coronavirus en Chile, las autoridades han llamado a resguardar con particular cuidado a las y los adultos mayores, quienes tienen mayores riesgos de desarrollar complicaciones a causa de la enfermedad y que lamentablemente han engrosado la lista de fallecidos. ¿Cuáles han sido las principales preocupaciones de la Sociedad de Geriatría y Gerontología en este contexto?

Son muchas las preocupaciones. Somos uno de los países más envejecidos de Latinoamérica y la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile es una sociedad médica científica que tiene un rol consultor en este contexto. Ha estado colaborando intensamente con los órganos de gobierno, el Ministerio de Salud y el Servicio Nacional del Adulto Mayor, para ir generando documentos, protocolos, para los diferentes ámbitos asistenciales y también en apoyo a los profesionales que están trabajando en todos los niveles asistenciales en relación con esta pandemia. Efectivamente, antes de que llegara a Chile, sabíamos que las personas mayores eran un grupo de riesgo por diferentes razones, una de ellas tiene que ver con las enfermedades crónicas que presenta la gran mayoría de las personas adultas en Chile, como hipertensión, diabetes y otro tipo de patologías que, si no hay un cuidado adecuado, pueden agravar el cuadro de Covid-19. Se han ido desarrollando acciones desde el punto de vista educativo, de la capacitación y entrega de herramientas. El trabajo colaborativo también ha sido intersectorial, es decir, hoy la Sociedad ha trabajado con otras sociedades científicas, como la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, la Sociedad Chilena de Urgencia, también la de Cuidados Paliativos, en la generación de un documento con el apoyo del MINSAL y del SENAMA.

-Se ha dicho en reiteradas ocasiones que esta pandemia no distingue a la hora de contagiar, pero sí sabemos que afecta de manera distinta a las personas adultas mayores. ¿Estábamos preparados para una enfermedad que puede resultar tan devastadora para ese grupo? Sabemos, por ejemplo, que en Chile hay pocos geriatras.

Efectivamente, hay poco más de 100 geriatras acreditados en Chile. También hay un problema de distribución, porque la mayoría se concentra en la región Metropolitana, pero en las zonas extremas de norte y sur hay un déficit enorme. A eso hay que sumar que sólo seis Escuelas de Medicina, de las 25 universidades, entre tradicionales y privadas, forman geriatras. Además, hay ciertos estigmas y son importantes los términos y conceptos, como cuando se habla de adultos mayores en los medios de comunicación y se les llama “abuelos”. 

No todos los abuelos y abuelas son personas mayores, hay abuelos de 50 y hasta de 40 años. Entonces, si bien es cierto que es un grupo de riesgo, eso no exime a adultos y personas jóvenes de contraer esta pandemia. Nosotros promovemos la antidiscriminación, que se utilice un mensaje inclusivo. Hace pocas semanas, la Sociedad de Geriatría y Gerontología inició una campaña en los medios de comunicación fomentando el buen trato hacia las personas mayores en el uso del lenguaje, uso de imágenes, en el nivel audiovisual, porque se cae en el estigma y es un fenómeno que no sólo se da en Chile, sino también en otros países. He estado conversando con una abogada trasandina que está participando en una campaña que se llama “Hagamos un trato” y la idea es intercambiar con ella experiencias e inquietudes, porque es necesario el trabajo colaborativo, interdisciplinario, todos tenemos que unirnos frente a este fenómeno que a todos, de alguna forma, nos sorprendió. Uno podría decir que siempre se puede estar mejor preparado y yo creo que esta pandemia quizás va a ayudarnos a generar más y mejores políticas públicas para la atención del envejecimiento, de las personas mayores, con un enfoque participativo, inclusivo y de derecho.

Hay que recordar que hay una Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores a la que Chile adhirió el año 2015 y ratificó el año 2017. Son muchos los retos a los cuales nos vemos enfrentados, pero tenemos que cuidar, como sociedad, a las personas mayores que tenemos cerca, a nivel familiar, comunitario, pero siempre con un enfoque de derecho, porque son personas adultas y son ellas las que tienen la capacidad de decisión. 

-Además, por temor a contagiarlas, los hijos/hijas, nietos/nietas, hemos adoptado una posición más bien paternalista y de restricción de cualquier actividad de las personas adultas mayores, lo que sin duda puede tener consecuencias graves.

Claro, por eso es importante manejar el tema de la contención emocional de manera constructiva y con un mensaje positivo, porque hoy abunda la desinformación, y muchas veces el pánico. Efectivamente, existe el miedo, la incertidumbre, y eso es difícil de controlar, pero es importante considerar que son las personas mayores las que tienen alta capacidad de resiliencia, son nuestros padres, abuelos, quienes han vivido situaciones iguales o peores desde el punto de vista de la naturaleza: terremotos, guerras, situaciones muy complejas, y han salido adelante. De ellos podemos aprender, nos pueden ayudar mucho compartiendo sus experiencias, y es en este contexto donde se juega lo intergeneracional. Ese también es un reto importante, el de la integración o convivencia intergeneracional, no solamente a nivel familiar, sino que pensemos en los vecinos si vivimos en un edificio, por ejemplo. Cuántas personas mayores viven solas, no tienen a la familia cerca. Esta es una oportunidad para acercarnos a esa realidad, que antes estaba tan distante. Yo miro también con optimismo las lecciones que vamos a sacar de esto, no sólo desde lo sanitario, sino que a nivel de las políticas públicas, a nivel sociológico. Son muchas las cosas que vamos a tener que revisar y que ya se están revisando a nivel de todas las disciplinas.

-Como periodista, ¿qué te ha parecido el tratamiento que han hecho los medios de comunicación del tema del riesgo en que se encuentran las personas adultas mayores? Si bien el objetivo es lograr que se tomen medidas de protección, quizás en muchos casos esto ha ocasionado un exceso de alarma y angustia.

Ha sido difícil, yo creo, para los medios, porque este es un fenómeno inédito y es ineludible hablar de cifras de fallecidos. Ahora, distinto es cómo se enfoca eso. Puede ser un enfoque positivo, de aprendizaje, y no fatalista. Siempre va a llamar la atención el encuadre dramático, pero he visto que hay una creciente responsabilidad de parte de los colegas, sobre todo de los que están trabajando en la primera línea en este tema, para no sólo informar e informar bien, sino que también para educar y servir. Se requiere información que sea útil frente a una cantidad de necesidades que se están presentando todos los días. Ayer, por ejemplo, conversaba con una persona cuya madre, muy mayor, de 80 años, necesitaba tener un certificado médico de un especialista para un trámite ante notario, y lamentablemente, no podía salir con su madre de la casa. 

Cada caso es un mundo, cada testimonio es una historia. Es importante considerar que la población mayor es muy diversa, no se puede poner a todos en un mismo saco, o sea, un 80 o 90% de las personas mayores en Chile son autovalentes, pero hay otro grupo de personas que tienen un grado de dependencia, puede ser leve, moderada o severa, tanto en lo físico como en lo cognitivo, y a veces existen las dos dependencias. Es importante considerar que, en Chile, el grupo que más crece es el de 80 años y más, y es justamente el de mayor riesgo. Si uno ve el caso de las personas contagiadas o de personas hospitalizadas o que están con ventilación mecánica, algunos casos de fallecidos, son personas muy mayores. Sin duda, hay personas de 80 o 90 años que están en buenas condiciones, que tienen un envejecimiento que nosotros llamamos saludable o exitoso, pero, como digo, la realidad es muy amplia. Que los medios consideren esto también es importante, que usen un lenguaje apropiado, ya que crea realidad. Es importante que nosotros, como periodistas, seamos agentes multiplicadores, que podamos llevar un mensaje no discriminador, positivo, en estas circunstancias, donde también se requiere cautela, ponerse en el lugar del otro, ser empáticos y llevar un mensaje positivo, constructivo, de esperanza frente a estas circunstancias.

«Se asocia la vejez a la enfermedad, y lo cierto es que no hay una sola vejez, hay personas de 80 años en perfectas condiciones y otras que están con algún grado de emergencia. El lenguaje también discrimina, por ejemplo, cuando se habla de demencia senil: hay diferentes tipos de demencia, e incluso gente más joven que puede presentarla».

-¿Qué podemos hacer en nuestros hogares o en los espacios que compartimos con personas adultas mayores para ayudarles a enfrentar ese temor o ansiedad que están enfrentando?

Hay muchas actividades y acciones que está desarrollado la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, llevando, por ejemplo, mucha información a través de cápsulas educativas que tienen varios focos. Está el tema de la contención emocional, los problemas de ansiedad, y para eso hay una serie de herramientas técnicas, consejos, recomendaciones, que se pueden tomar en la casa de parte del cuidador o familiar. Tenemos el tema emocional, el tema del aislamiento físico, donde es importante que la persona mayor realice actividades dentro de la casa, que haga ejercicios físicos, que tenga movilidad, que no esté en la cama todo el dia. Sabemos que cuando hablo de diversidad de la población mayor, eso incluye a quienes viven hacinados o en condiciones de pobreza, y otros que no, pero es importante que las personas puedan contar con herramientas que les den la posibilidad de moverse. En ese sentido, nosotros hemos entregado todas estas herramientas de manera gratuita, a través de plataformas de Internet, redes sociales, para llegar con sencillos ejemplos y de una manera simple, concreta y directa. 

Otro tipo de medidas que se pueden adoptar tienen que ver con la alimentación saludable, hidratación. Hay, por ejemplo, un sector de la población mayor que está inscrita en los consultorios y que puede adquirir el PACAM (Programa de Alimentación Complementaria del Adulto Mayor) que entrega el Ministerio de Salud a las personas mayores, y que incluye bebidas, cereales, sopas y preparaciones que se pueden realizar de manera sencilla, con recetas que se pueden preparar en casa. A mí me toca colaborar y trabajar desde el Servicio Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de las Culturas, y ahí también hay una serie de iniciativas que promueven la cultura en casa, desde donde se puede conectar una persona a través del sitio web para ver una obra de teatro, ballet, descargar libros. Hay una cantidad de posibilidades y oportunidades, que nos ha abierto este contexto, de volver a encontrarnos, volver a encontrarnos con las personas mayores, vecinos, conversar a nivel familiar, volver a leer un libro, revisar la biblioteca, nuestros recuerdos. Siempre digo que nuestro principal patrimonio es el interno; permitirnos escribir nuestra biografía puede ser muy catalizador desde el punto de vista emocional, también las artesanías, las manualidades, se pueden desarrollar de  manera solidaria. 

-Sobre los estigmas y la discriminación que pesan sobre las personas adultas mayores, tengo la impresión de que en nuestro imaginario no se respeta mucho la diversidad que existe.  Tendemos a pensar en personas mayores y las identificamos sólo como aquellas que están postradas, con movilidad reducida o con otro tipo de problemas, pero muchas personas adultas mayores que están rondando los 70 años, por ejemplo, están plenamente vigentes, activas. Para ellas debe ser difícil enfrentar a la sociedad, al mundo laboral, cargando con este el estigma de la inmovilidad.

Claro, se asocia la vejez a la enfermedad, y lo cierto es que no hay una sola vejez, hay personas de 80 años en perfectas condiciones y otras que están con algún grado de emergencia. El lenguaje también es discriminador, por ejemplo, cuando se habla de demencia senil: hay diferentes tipos de demencia, e incluso hay gente más joven que puede presentarla, por lo tanto, es un estigma hablar de demencia senil, porque no es una condición que presenten solamente las personas mayores. También se habla de asilos, casas de reposo, y son residencias de personas mayores de larga estadía, por lo tanto, a veces hay un trato despectivo. Vemos este trato en la urbe, en ciudades que no son amigables con las personas mayores. Hoy los especialistas están preocupados porque este confinamiento, que ya lleva más de un mes, hace que el tratamiento de diferentes enfermedades sea postergado porque las personas no pueden ir a la consulta, validar una receta, y eso juega en contra a la hora de salir a la calle nuevamente. Por eso es importante el acondicionamiento físico, ya que el trastorno por caídas está relacionado con la edad. Si tenemos una ciudad que no es amigable, con veredas rotas, y tenemos un tiempo de confinamiento con un mal acondicionamiento físico, ese es un accidente seguro. 

Hay que pensar que nosotros somos adultos jóvenes y también vamos a ser adultos mayores, y tenemos que ponernos en el lugar de ellos. El desafío es también para las personas mayores: si queremos que haya un encuentro y una convivencia intergeneracional, depende de ambas partes, de lo que nosotros pongamos y también de lo que pongan las personas mayores. Por ejemplo, en materia de alfabetización digital, por cifras del SENAMA sabemos que un 30% maneja teléfonos smartphone pero sólo un 8% maneja computadores, y entonces los jóvenes, hijos, nietos, vecinos, pueden colaborativamente ayudar no sólo a ir de compras o llevar la colación a la persona mayor y dejársela sanitizada en la puerta del departamento o casa, sino que también a través de una llamada telefónica para brindarle apoyo. 

Otro desafío de un país con más adultos mayores es hacerse cargo de ellos, por lo que también es atingente analizar la situación de las cuidadoras (sabemos que son principalmente mujeres), quienes sufren estrés y en muchos casos viven en condiciones precarias. ¿Crees que en algún momento logremos hacernos cargo, desde las políticas públicas, de la situación que enfrentan las cuidadoras de adultos mayores?

Sí, ocurre que el cuidado se asocia a lo femenino y no debería ser asi, deberia ser un enfoque inclusivo porque también hay cuidadores hombres y debería ser una tarea compartida por hombres y mujeres. También ocurre que la mujer vive más en Chile, hay más mujeres que hombres, y la mujer, por diferentes características, tiene herramientas que no tiene el hombre. De manera natural, antropológica, tiene capacidad de resiliencia, pero también hay una falta de profesionalización del cuidado en relación a las personas mayores. Todavía estamos al debe como sociedad para que haya un sistema que permita que esta carga que tienen las cuidadoras (se habla del estrés del cuidador) sea no solamente compartida, sino que también sea recompensada. Hay personas mayores que son cuidadoras también, la hermana se hace cargo de otra hermana, la hija, de su madre que tiene demencia, y tiene que dejar sus estudios, paralizar el trabajo, y eso es un costo humano y económico altísimo. Siempre los recursos van a ser escasos y se requiere una sensibilización, conciencia y cultura del cuidado a nivel nacional, pero nosotros todavía estamos en camino.

¿Qué tenemos que hacer para avanzar en políticas públicas que enfrenten el envejecimiento de manera integral?

Es importante el trabajo que realizan las universidades, como la U. de Chile con la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento, y otras iniciativas, porque son las universidades las que ponen los insumos. Es muy importante la investigación, los datos, porque los gobiernos no van a invertir si no hay una demostración empírica frente a una realidad. Es importante que se consulte la opinión de los expertos y sociedades como la nuestra, que seamos parte de los equipos de trabajo, que podamos tener información oportuna con la que podamos entregar recomendaciones a la hora de diseñar e implementar políticas públicas. Hay que hacer que el tema del envejecimiento se transforme en acciones sólidas para hacer un cambio fundamental que nos lleve a políticas estructurales, para que cuando nosotros seamos mayores podamos disfrutar de esas políticas públicas a nivel social y cultural.

Entrevista realizada el 1° de mayo de 2020 en el programa radial Palabra Pública de Radio Universidad de Chile, 102.5.