Miguel O’Ryan: “Cuando se habla de falta de transparencia es con una intencionalidad detrás”

El académico de la Universidad de Chile e integrante de la Mesa Técnica Covid-19 comparte sólo “parcialmente” las críticas a la falta de transparencia que se han hecho al Ministerio de Salud y al de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. “El gran esfuerzo que ha desplegado el Ministerio de Ciencia, y lo digo con absoluta convicción porque lo he vivido, ha sido tratar de obtener información útil, transparente, para compartir con la comunidad científica y con quien quiera utilizarla con los mejores fines”.

Por Jennifer Abate C.

Este 2020, en el contexto de la llegada de la pandemia del Covid-19 a nuestro país, Miguel O’Ryan, Profesor Titular de la Facultad de Medicina, infectólogo e integrante del Instituto Biomédico de la Universidad de Chile, sumó a su larga lista de labores una crucial: ser parte de la Mesa Técnica Covid-19, integrada por expertos y expertas del más alto nivel, cuyo objetivo central es recomendar estrategias y acciones al Ejecutivo para enfrentar la expansión del virus. Tarea nada fácil, pues a las críticas por el manejo sanitario y económico del gobierno se suma, como afirma O’Ryan, que “la epidemia fue más significativa de lo que podríamos haber imaginado”.

El médico infectólogo e integrante del Instituto Biomédico de la Universidad de Chile, Miguel O’Ryan. Crédito de foto: David Garrido.

—En los últimos días (mediados de julio) hemos escuchado un mensaje optimista del gobierno apoyado en cifras de descenso de las muertes y contagios diarios. Como integrante de la Mesa Técnica Covid-19 y como infectólogo, ¿en qué situación estamos respecto de la pandemia en Chile?

Cuando visualizábamos esta pandemia, por allá por marzo, teníamos varias preocupaciones. Una, la fundamental, era que muy probablemente la pandemia iba a tener un crecimiento explosivo cuando avanzara a las zonas densamente pobladas de la megaurbe, fundamentalmente en la región Metropolitana. Con la estrategia de las cuarentenas selectivas de alguna manera se logró ralentizar, pero no evitar que ocurriera eso, y buena parte del incremento explosivo ocurrió justamente de esa manera, en la diseminación del virus en las zonas densamente pobladas, específicamente en la RM y en otras megaurbes del país. En ese contexto, lo que puedo decir ahora es que estamos en una situación en donde la epidemia fue más significativa de lo que podríamos haber imaginado con los cientos de miles de casos y el número de fallecidos que hemos tenido y, sin embargo, quizás la buena noticia es que, estando en la tercera semana de invierno, el virus empieza a tener visos de control, y aún en los periodos más duros de invierno que se vienen por delante, vemos un horizonte en el que si hacemos las cosas bien, esperemos, vamos a lograr seguir manteniendo este virus bajo control.

—¿Qué significa hacer las cosas bien? ¿Qué medidas esperaría usted de ahora en adelante para mantener este descenso en las cifras de contagio y fallecimientos? 

La idea es que tratemos de fomentar la reflexión con bases académicas, y si algo aprende uno en la academia es que más que plantear verdades, caminos inequívocos, hay posibilidades, hay debate, hay deliberación, hay evidencias, no hay bolas de cristal, lamentablemente. No hay caminos perfectos. En ese sentido, hay que tratar de que, como sociedad, como grupos que están tomando decisiones o abordando la decisión, tratemos de hacer las cosas de la manera más inteligente posible. La propuesta que hemos hecho desde el consejo asesor [respecto al desescalamiento] es poner lineamientos fundamentales desde el punto de vista sanitario, cuatro conceptos fundamentales que debiesen cumplirse, que no están escritos a sangre y fuego, aquí nadie tiene la verdad absoluta. El primero es que deberían pasar al menos 21 días de un descenso del número de casos nuevos; el segundo es que la positividad se acercara y disminuyera del 10%. Hoy estamos en un 19% global país, pero hay que desagregarlo por regiones porque hay algunas que están claramente bajo el 10% y la idea es que este desescalamiento sea regional. Un tercer factor muy importante es que la capacidad hospitalaria en esas regiones esté a buen nivel para poder recibir personas si es que hubiera pequeños rebrotes, debe haber menos de un 85% de uso de camas intensivas; y el cuarto punto, que es muy importante, es que debemos tener desarrollada la capacidad de trazabilidad y de detección pronta de casos nuevos que pueden ocurrir en las comunas donde hay circulación.

—Una crítica recurrente desde la comunidad científica ha sido la poca transparencia en la entrega de los datos por parte del Ministerio de Salud y la demora en la entrega de esos datos. ¿De qué manera afecta esta falta de transparencia la interpretación de los datos por parte de las y los expertos y la percepción ciudadana de la evolución de la crisis?

 Mientras más información robusta, fidedigna, valedera manejemos y maneje la población en general, mientras más informada esté, es mejor. La información es fundamental en todo sentido para tomar las mejores decisiones, hacer las deliberaciones adecuadas. Yo comparto parcialmente lo que podría ser la opinión de que ha habido falta de transparencia intencionada; cuando se habla de una falta de transparencia es con una intencionalidad detrás, de no querer mostrar los datos.

—Se ha hablado de ocultamiento… 

Claro. Yo debo decir bien claro que no he visto eso en lo que llevo participando con diferentes autoridades de salud, del Ministerio de Salud y principalmente del Ministerio de Ciencia. Diría todo lo contrario: el gran esfuerzo que ha desplegado el Ministerio de Ciencia, y lo digo con absoluta convicción porque lo he vivido, ha sido tratar de obtener información útil, transparente, para compartir con la comunidad científica y con quien quiera utilizarla con los mejores fines. Lo que sí ocurrió, a mi manera de ver, es que inicialmente faltaba mucha información y era bastante angustiante para quienes estábamos tratando de dar algún tipo de recomendación, pues faltaban datos del número de testeos que se estaban haciendo, qué estaba pasando a nivel comunal, cómo se estaban tomando las decisiones de cuarentena. Esta fue una pandemia que de alguna manera ocurre en un sistema global en nuestro país, y el sistema de salud, que distaba mucho de ser óptimo, tenía muchas debilidades, y creo que esas debilidades fueron quedando de manifiesto, pero comenzaron a ser abordadas y pienso que se ha avanzado muchísimo. Si uno ve ahora la información disponible que existe en las páginas web del ministerio, especialmente en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y la compara con las páginas web de cualquier parte del mundo, ni hablar de Latinoamérica, yo diría que la información es sideralmente mayor y de mejor calidad.

Ilustración: Fabián Rivas.

—El Covid-19 es un virus nuevo. ¿Qué hemos aprendido sobre él hasta ahora? 

Los virus están cambiando, mutando, mezclándose entre ellos de forma permanente, tenemos millones de virus ocurriendo todos los días. Existe una idea de que este virus pilla a la comunidad virológica, infectológica, sin saber qué hacer; no es así, este es un Coronavirus, se sabe su estructura completa, su genoma completo, se conoce más o menos bien, bastante bien su comportamiento, conocemos sus progenitores, hemos ido aprendiendo y comprendiendo su comportamiento epidemiológico. Los comportamientos generales y patrones los conocemos. Obviamente, no conocemos muchos detalles o pequeñas variantes o variabilidades que podrían eventualmente incidir en su comportamiento. El virus no nos pilla de sorpresa, pero tenemos que seguir observándolo, sabemos cómo va a ser el patrón general de comportamiento, porque el virus da sorpresas. Hay temas generales que son importantes: las personas se infectan y la gran mayoría de quienes se infectan va a tener un curso clínico más o menos conocido, un periodo de síntomas más o menos severos y un periodo de convalecencia, y las personas infectadas van a quedar, probablemente, la gran mayoría, con un cierto grado de protección. Por ahora la información sugiere que la gran mayoría de la población va a quedar con un cierto grado de protección de la reinfección, la magnitud de esa protección y cuánto va a durar, lo vamos a ir viendo en el tiempo.

—El ministro Enrique Paris lo ha mencionado como la persona a cargo de ir evaluando la llegada de una vacuna a nuestro país. ¿Cuál es el escenario actual en la carrera por una vacuna y cómo evalúa su aplicación en Chile? 

El ministro me mencionó, lo cual agradezco, he trabajado en vacunas gran parte de mi carrera, pero no estoy a cargo, soy uno más de los que estamos mirando la posibilidad de hacer un proyecto de vacunas en el país, que está avanzando rápidamente. Hay diferentes tipos de estrategia de producción de vacunas, cuyo objetivo fundamental es producir una sustancia que vamos a inocular en personas sanas, que no les cause daño, pero que al mismo tiempo despierte una repuesta inmune al Coronavirus, de tal manera que si esa persona es expuesta al virus un mes, tres meses, un año después, su sistema inmune haya estado activado por esta vacuna que recibió y le permita reaccionar más rápido al contagio, evitando que este se transforme en infección. Hay diferentes estrategias, plataformas, hay más de doce estudios clínicos, vacunas que han llegado a estudios clínicos, que han traspasado la fase que sugiere que son seguras para ser usadas con seres humanos y nosotros, en nuestro país, hemos estado trabajando fuertemente con el Ministerio de Ciencia (otra gran labor que ha estado haciendo, además de aportar en conseguir datos) para ver cómo podemos participar en diferentes estrategias de desarrollo vaccinal. Tenemos en el país grupos que están haciendo vacunas en diferentes niveles, pero es difícil que se pueda hacer con la rapidez necesaria, porque el objetivo final es tener vacuna lo más pronto posible para la población, ese es el objetivo: queremos proteger a la población y ahí estamos evaluando distintas estrategias. Evaluamos con mucha seriedad cuáles son los candidatos para ofrecer a nuestra población hacer ensayos clínicos voluntarios. Visualizamos tres o cuatro candidatos de vacunas de aquí a octubre que estamos evaluando en distintos lugares con estudios que tienen que ser muy rigurosos, estrictamente monitoreados, con clara noción de la voluntariedad de las personas que decidan participar, con mucho conocimiento, lo que significa la existencia de un comité de ética y todo el proceso regulatorio que permita hacer ensayos clínicos muy bien hechos, de buen nivel y asegurando la voluntariedad y la seguridad de las personas.

—Hoy, a diferencia de antaño, nuestro país no cuenta con infraestructura técnica para fabricar vacunas. ¿Por qué dejamos de enfocarnos en esta labor? 

Son temas de decisiones políticas que tienen complejidades múltiples. Hace varias décadas, Chile producía algunas vacunas que se utilizaban para inocular en el Programa Nacional de Inmunización, no eran muchas, pero producía algunas de las vacunas. En una etapa de desarrollo del país finalmente se tomó la decisión de dejar de hacerlo. Respecto a esa decisión hay otras personas que pueden opinar mejor que yo, pero lo que uno visualiza es que en un mundo globalizado se empieza a optar por producir o no producir algunos bienes dependiendo de si se evalúa que le conviene al país adquirirlos de otros o producirlos uno. Básicamente, pasa a ser un análisis de costo-beneficio para el país en lo que significa producir vacunas versus comprarlas y lo que puede ser el beneficio o perjuicio de producirlas o no en el país. Ahí se podrá evaluar si eso está bien o mal. Obviamente, yo he escuchado estas críticas de que por qué Chile no produce vacunas y quedamos en la cola. Yo creo que ahí estamos mezclando cosas. Independientemente de que Chile estuviese produciendo alguna vacuna en este momento, de ahí a decir que se tiene la capacidad de investigación científica y recursos necesarios (porque los recursos son costosísimos) para poder avanzar en la investigación de una vacuna y hacer un ensayo clínico made in Chile… Hay que tener visos de realismo, sería deseable, pero hay que entender que los recursos para invertir en eso son notorios, y si vamos a tener una pandemia cada diez años, no sé si es costo-efectivo. Entonces, no estoy diciendo ni que no ni que sí, pero estas cosas hay que mirarlas de una manera un poquito más amplia antes de empezar a emitir opiniones.