Es una de las protagonistas del enero cultural en nuestro país. Desde 1994, Carmen Romero es directora del festival de Teatro Santiago a Mil y desde 2004 preside la Fundación Teatro a Mil que realiza actividades durante el resto del año. La edición 2019 del evento estuvo, sin duda, marcada por la revuelta social y las obras presentadas estuvieron acordes a los temas que hoy preocupan a la ciudadanía. Entre ellas estuvo Ka kiñe Ka kiñe, teatro realizado por una compañía Mapuche, la reposición, tras 16 años, de Mano de obra, escrita por Diamela Eltit; Dragón de Guillermo Calderón, sobre el rol del arte en la política; La ciudad de la fruta que retrata las consecuencias sociales y psicológicas del abuso y un ciclo dedicado a La Patogallina, una de las compañías de teatro callejero fundamentales de nuestro país. En esta entrevista la gestora cultural habla sobre el rol del teatro y la cultura en el actual clima social y de cara al proceso constituyente.
Por Jennifer Abate
– ¿Cómo afectó el estallido social la organización y visión del festival de este año?
Hubo que hacer muchos cambios de horarios, y algunas compañías internacionales que tuvimos que bajar, por ejemplo algunas que se presentaban en el GAM, al lado de la zona centro. También hicimos un cambio poniendo más funciones en comunas donde vamos de forma gratuita, entonces como que dimos un poco esa vuelta. No dejamos las calles, porque las calles fueron nuestras desde hace 27 años, cuando las tomamos en democracia para hacer teatro y eso no se tocó pero sí los horarios, los horarios cambiaron.
-Santiago a Mil es una experiencia consolidada en nuestro país y no necesita tanta promoción como otros espacios e iniciativas culturales. ¿Cómo has visto a los distintos gestores culturales, artistas en términos de visibilidad?
Nosotros hacemos un trabajo de comunicaciones importantes, no es cierto que tengamos una visibilidad porque en el reino de los ciegos el tuerto es el rey. Si tú miras en el concierto de lo que hay en los medios de comunicación, lo que se dedica a las artes es ínfimo e inmerecido. La cantidad de teatro que se hace en Chile no tiene relación con la cantidad de periodistas especializados, programas especializados en radio, TV que no existe y en medios, entonces es un panorama muy desolador. Es un desafío para los medios de comunicación, no es nuestra responsabilidad, sino de los medios de comunicación el transmitir más cultura.
-Considerando que se suspendieron iniciativas internacionales gigantescas ¿nunca fue una opción no hacer el festival?
Al contrario fue más potente todavía porque teníamos un proyecto de desarrollo regional, entonces comenzamos a llamar a las comunas para ver cómo estaban y estaban mal de nuevo, entonces fuimos con teatro la primera semana y después cuando se levantó el Estado de Emergencia nos fuimos a la PAC, Puente Alto, Til Til y no paramos nunca lo vimos como un preámbulo del Santiago a Mil. Entonces estuvimos siempre trabajando y pudimos palpar como siempre esa necesidad de la gente de sentarse a conversar, todas las funciones terminaban con conversaciones que ya ni siquiera eran producidas sino que naturales, la gente quería estar en diálogo con los artistas e hicimos una conversaciones como cabildos abiertos con artistas. Fue súper importante nuestro corazón de estar en los lugares donde se necesitaba, no solo en Plaza Dignidad o Plaza Ñuñoa, si no que en los lugares de la gente para escuchar qué pasaba, para estar y trabajar con ellos. Yo creo que el teatro es un canalizador tremendo en estos momentos de provocar nuevos diálogos, las artes en general te ponen en una sintonía distinta.
-El estallido social del 18 de octubre se cruzó además con la discusión del presupuesto de cultura para el 2020 que el gobierno intentó rebajar por segundo año consecutivo, y que finalmente se logró que no se rebajara el 20% que estaba anunciado ¿Qué reflexión te genera este proceso?
Creo que la unión hace la fuerza y lo que nos pasó es que éramos instituciones muy distintas trabajando por las artes, requerimos apoyo del estado porque somos instituciones sin fines de lucro, somos instituciones colaboradoras de lo que el Estado no puede hacer solo. O sea Santiago a Mil lo hace una organización de la sociedad civil y sería maravilloso que este gobierno hiciera uno, pero no se hizo en 27 años. Esperemos que no exista un tercer rebaje, creo que es importante que se escuche lo que estamos planteando: que no podemos disminuir los fondos y que ninguna de las instituciones puede estar sometida a fondos concursables aunque sean por tres años.
-¿Cuál es el principal problema de los fondos concursables?
Que son inestables, es dejar a las artes y la cultura a merced del mercado neoliberal y eso no es posible porque ninguno de nosotros tiene fines de lucro. Entonces la pregunta que hace un empresario si no tiene fines de lucro para ¿Qué lo hacen? Hay muchas iniciativas que llevan años desarrollándose y que requerirían estar en una glosa presupuestaria. El Ministerio de las Artes, la Cultura y el Patrimonio tiene un presupuesto que es un 0.34% del presupuesto de la nación, lo que es ínfimo. Eso te dice que efectivamente no es prioritario, que es accesorio, pero lo cierto es que cuando un país que está invirtiendo en el desarrollo humano estamos en un problema futuro muy grande.
– Y según tu experiencia internacional ¿Puedes hacer una comparación entre Chile y lo que has visto en otros lugares, respecto a políticas culturales estatales, presupuestos, etc? ¿En qué posición estamos?
Nosotros estamos recién empezando con el ministerio y el presupuesto todavía es ínfimo, estamos al lado de Uruguay y Argentina, pero al mismo tiempo estamos lejos. Por otra lado en todas partes del mundo hay crisis y se descuenta el presupuesto de Cultura y en algunos lugares como Brasil cerraron el ministerio. El tema es que en esos países igual hay estructuras que están históricamente trabajando por las artes y la cultura. Sao Paulo no se piensa sin museos y teatro ni tampoco Buenos Aires o Montevideo, en ese sentido nosotros estamos muy por debajo de lo que se ha realizado en todas partes del mundo en cuanto a la infraestructura cultural.
Los fondos concursables dejan a las artes y la cultura a merced del mercado neoliberal y eso no es posible porque ninguno de nosotros tiene fines de lucro. Hay muchas iniciativas que llevan años desarrollándose y que requerirían estar en una glosa presupuestaria»-
-¿Por qué crees que estos países tienen más inversión en infraestructura cultural siendo que tenemos una historia parecida?
No quiero parecer injusta porque lo que se creó hace algunos años cuando se pensó que cada 50 mil habitantes debería haber un centro cultural, es una política de Estado, el tema es que se dejan esos espacios a gestores culturales para que ellos solos consigan levantarlos y no hay una responsabilidad más allá de la gubernamental para el sostenimiento de esos lugares. Es un modelo pésimo que no funciona. Es una especie de neoliberalismo de las artes y la cultura, te entregan la casa vacía y tú, arréglatelas. Esto no funciona sobre todo en las comunas donde no hay capacidad muchas veces para pagar una entrada y los costos que significa una obra de excelencia. Hay que pensar cómo crecemos para que cada uno de esos centros culturales, cada uno de esos espacios tenga una subvención que les permita funcionar y de ahí buscar recursos para mejorar su gestión.
-Quizás el logro más visible del estallido social ha sido la apertura de un proceso constituyente ¿Cuáles son tus expectativas frente una Nueva Constitución y qué rol debería tener el mundo de la cultura para asegurar derechos culturales para nuestro país?
Vamos a seguir hablando de arte, de pueblos originarios e impulsando estos temas en la Constitución. Es un acto poético ponernos a escribir una Nueva Constitución desde una hoja en blanco, es alucinante e inspirador. Creo que las artes nos ayudan a tener la altura de miras que se requiere para escribirla, pensarla y desde las artes uno no podría pensar que una Constitución no incluya a los pueblos originarios, que no sea paritaria, son las cosas que la mayoría de la gente incluida el mundo del arte está pidiendo. Nuestra visión como fundación es que las artes sean fundamentales en la vida del país, de los y las ciudadanas y ahora es cuando y claro que nos interesa participar en todas las mesas, debates y hacer todos las alianzas para poner que las artes en la discusión pública.
Haber sido una de las fundadoras de Santiago a Mil y estar al mando hasta ahora te ha permitido ver la evolución de la cultura en Chile desde los años 90 ¿Cómo has visto estos 30 años en el mundo del arte y la cultura?
Cuando la democracia llega, nosotros pensábamos que de alguna manera se recuperaba la calle, la celebración, la fiesta, emergería todo lo que subterráneamente existía, había teatro, música, arte. Pero se nos dijo desde el día uno que primero había que reconstruir el país, ponerse de acuerdo y siempre había algo más urgente, hasta que se decidió crear el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes luego de muchos años y recién ahora tenemos un ministerio, ha sido como lento y aún falta demasiado. Que aún no se construya la sala grande del Centro Cultural Gabriela Mistral que ya lleva siete y ocho paralizada habla del lugar en el que estamos. Santiago no tiene espacio teatrales y culturales para acoger la gran demanda ciudadana. Se han creado teatros regionales buenísimos pero en el resto de Latinoamérica están mucho más avanzados. Creo que hemos esperado pacientemente, hemos colaborado, porque la Cultura siempre tiene que esperar porque hay otras cosas que urgen, la salud, la jubilación, pero esto que pedimos no es para los artistas, es para la gente, la ciudadanía. Claro que han habido avances, en dictadura no existía nada en comparación de lo que hay ahora.
–Además de la infraestructura ¿Qué otras medidas crees son indispensable para avanzar hacia el desarrollo de la cultura y el arte en el país?
La descentralización es algo que se requiere, necesitamos aumentar los recursos urgentemente a un 1% y también darle voz a esos talentos, que están creciendo y naciendo, no dejar que los y las niñas pierdan la oportunidad de crecer con las artes al lado.
Este es un extracto de la entrevista realizada el 17 de enero de 2019 en el programa radial Palabra Pública, de Radio Universidad de Chile, 102.5.