Las propagandas televisivas del plebiscito constitucional no han estado exentas de críticas. El formato ha sido tildado de caótico y cuestionamientos al uso de diversas imágenes y símbolos han empañado el proceso. Ad portas de la votación, distintos especialistas analizan el impacto mediático y político de los mensajes de la franja.
Por Florencia La Mura
El de este domingo 25 de octubre será el primer plebiscito desde que Chile votó por terminar con la dictadura en 1988. Si bien la propaganda política no se ha detenido a lo largo de decenas de votaciones democráticas en los últimos treinta años, las franjas del plebiscito explican y defienden algo más amplio y complejo que una candidatura personalizada. La franja electoral comenzó el pasado 25 de septiembre informando e invitando a decidir sobre la posibilidad de escribir una nueva Constitución. Y aunque dicho espacio ha sido primordial en años anteriores, hoy se ve enfrentado a nuevos formatos digitales, a las redes sociales e internet.
Las expectativas puestas en la franja eran altas, muchos de los clips ya circulaban por redes sociales en las semanas anteriores a la emisión en televisión. Pero desde un comienzo aparecieron los problemas. Según una encuesta de Pulso Ciudadano, para su primera semana de emisión un 60% de la población no había visto la franja televisiva, esto a 25 días de las elecciones.
Dentro de los recursos más utilizados están los testimonios, personajes ficticios, jingles y analogías varias, todos esperando convencer a los votantes. Tanto el “Apruebo” como el “Rechazo” han recibido críticas por uso indebido de imágenes, tales como el logo de Carabineros, PDI y Fuerzas Armadas en un video de la Multigremial Nacional de las Fuerzas Armadas y policías en retiro apoyando al Rechazo, además del uso de una imagen de Felipe Camiroaga en la franja del Apruebo.
La discusión, sin embargo, debería estar en un punto anterior para la doctora en Ciencias Políticas, Jeanne Simon, quien considera que lo importante en estas votaciones es explicar qué se está votando e informar sobre todo el proceso constituyente: “hace falta mayor propaganda gubernamental informando, para así contextualizar la franja donde deben informar las razones de las distintas posiciones”.
Desde un punto de vista comunicacional, el director de cine y videoclips Cristian Galaz, hace hincapié en lo confuso y caótico de ambas franjas. Si bien destaca la necesidad de la franja, Galaz cree necesario “reformar la forma de entender una franja política electoral y dejar de depender de las empresas y partidos políticos tan absolutamente”.
Eduardo Santa Cruz, académico del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile: “Esta franja ha mostrado la distancia que hay entre lo social y lo político”
Mi impresión es que la importancia de la franja no es tanto su posible ‘efectividad’, es decir que pueda ‘convencer’ masivamente, sino que es un mecanismo de legitimación, es decir, su existencia performática da cuenta de la existencia de la democracia. Desde 1988, es parte del ritual, de una serie de acontecimientos que nos están dando la certeza de que vivimos en un régimen democrático.
Tengo la impresión de que, en su conjunto, la franja está tratando, por un lado, de probar que el plebiscito, como camino de solución de la crisis social y política de octubre, incluye a todos y todas los actores, que no hay nadie fuera. Y, por otro, tratar de dar la imagen de diversidad. Ahora bien, lo que surge de verla es, más bien, una heterogeneidad exacerbada, una suerte de estallido de voces, que no logra constituir un coro, sino más bien un parloteo que se hace muy difícil entender, porque no solamente hay una gran cantidad de ‘emisores’, sino que hablan en distinto plano, de cuestiones muy particulares o muy generales, o peor, de significantes vacíos, como apelar a valores en un plano abstracto sin contenido concreto: igualdad, justicia, diversidad o ‘quiero lo mejor para Chile’.
La intención de mostrar ‘diversidad’ genera una sensación más bien caótica. Se podría incorporar a actores sociales como sujetos de habla de otra manera. Además, hay una cuestión que es estructural con la que no estoy de acuerdo: la repartición de minutos por partido según su votación, eso es una especie de mecanismo de mercado que fomenta la concentración del poder. De todas formas, esta franja ha mostrado las diferencias y la distancia que hay entre lo social y lo político. Ha operado como un parche transitorio e ineficaz de esa grieta que es estructural y que está a la base de la crisis social y política sobre la cual estamos parados”.
Cristian Galaz, cineasta y director ejecutivo de la Fundación Víctor Jara: “Desde el punto de vista comunicacional, es la confusión máxima”
Es muy confusa, en general. No me atrevería a decir que hay dos franjas, sino una cantidad increíble, es rarísimo. Los mensajes son muy poco claros, hay franjas que ni siquiera dicen vote Apruebo o Rechazo, hablan de otras cosas. Es como una Torre de Babel donde no se entiende nada, nadie empatiza con nadie. Hay pocas que recogen algo de lo que ha estado pasando en el país, me refiero a la revuelta popular, que está presente en pocas oportunidades. Hay algunas organizaciones sociales que están dando mensajes coherentes, pero están metidas en un mar de confusión. Se intercalan de formas extrañas. En general, es una franja muy poco clara, con mensajes oscuros, poco elaborados y poco atractivos, no da vuelta a nada nuevo. Mantiene cierta verticalidad en la comunicación, lo que se siente anticuado. No es un aporte. Desde el punto de vista comunicacional, es la confusión máxima.
Creo que es necesario que la televisión tenga estos espacios, pero no es el único. Se entregó a la televisión como el gran vehículo de comunicación dependiente de la población. Se necesitan franjas radiales, en redes sociales, debiera ser algo más transversal y donde no sólo participen partidos políticos, quienes le ceden a organizaciones parte de su espacio. ¿Dónde está la sociedad civil expresándose? La televisión misma tiene una estructura que imposibilita la presencia de la sociedad civil: son o los partidos políticos o las empresas y se acabó. La crisis social, política y cultural del país es total, y por ende hay que reformar la forma de entender una franja política electoral y dejar de depender de las empresas y partidos políticos tan absolutamente.
Jeanne Simon, doctora en Ciencia Política y académica de la Universidad de Concepción: “Hay muchas posiciones que no comunican un mensaje claro y esa confusión seguramente generará menos interés en el proceso”
A pesar de los cambios que ha habido en la manera en que nos comunicamos, la franja televisiva todavía mantiene una cierta mística por el plebiscito de 1988 y por los límites de tiempo que exigen elaborar de manera creativa un mensaje político de manera estética, ofreciendo una interpretación del mundo actual y lo que se busca transformar. Debe tocarnos y motivarnos a participar. Idealmente, la franja apunta a las y los ciudadanos que se han marginalizado del proceso: las personas no informadas o indecisas. Es difícil motivar a las personas que no quieren votar a través de la franja.
En este caso, me parece aún más importante que se informe lo que se está votando. Debido a la falta de mayor información sobre las distintas etapas del proceso (plebiscito de entrada, elección de convencionales, plebiscito de salida), hace falta mayor propaganda gubernamental informando, para así contextualizar la franja donde deben informar las razones de las distintas posiciones. En ambos tipos de franja es clave lograr un mensaje claro, que informe, explique y motive. Las personas y candidatos participan, pero la franja debe buscar comunicar y persuadir a las personas indecisas de que vale la pena votar.
Respecto a la franja actual, creo que la gran diversidad de contenido genera confusión. Hay muchas posiciones que no comunican un mensaje claro y esa confusión seguramente generará menos interés en el proceso.