En las redes sociales nos acostumbramos a los linchamientos y a una crueldad que, difícilmente, nos atreveríamos a expresar cara a cara. Estos espacios virtuales son tan reales como el mundo tangible: los flechazos duelen igual y, más importante, enrarecen la opinión pública y contribuyen a una realidad indignada y reactiva.
Seguir leyendo