Desde 2015, la historiadora y activista por los derechos de la diversidad sexual, es directora del Archivo Nacional de Chile. Al frente de la institución, ha trabajado intensamente por el resguardo de los archivos y por la apertura a la colección de otros relatos que tradicionalmente han quedado relegados de la historia oficial, como el de las mujeres. Así dentro de su gestión se creó el Archivo Mujeres y Géneros, que recoge no sólo la genealogía feminista sino también a la disidencia local.
Por Jennifer Abate
-En nuestra historia, la mujer ha estado fuera no solo del ejercicio de ciertas profesiones si no también como objeto de estudio, por eso es realmente muy valioso el trabajo que están realizando en el Archivo Nacional. En tu caso como mujer, lesbiana, y posicionada políticamente desde ambos espacios ¿Qué crees que puede aportar una mirada no patriarcal en el crecimiento de la archivística?
En general en Chile la archivística ha estado muy dominada por la mirada institucional, una mirada custodial de lo que producen las instituciones públicas, y eso de forma automática se va convirtiendo en el patrimonio de la sociedad chilena. Y es nos lleva finalmente a la construcción de una historiografía política, económica, militar si se quiere. Cuando empecé a trabajar en el Archivo Nacional me di cuenta rápidamente de eso y comencé a buscar la fórmula de que el archivo como base de la historiografía pudiera escaparse de ese paradigma y me di cuenta que en la propia ley había una frasecita maravillosa que nos podía ayudar perfectamente que dice: “el archivo tiene el objetivo de guardar estos documentos pero también cualquier documento relevante para la historia nacional”, y la verdad es que la relevancia para la historia nacional es totalmente abierto. Nadie puede decir qué es lo relevante y lo irrelevante, por lo tanto dentro de eso se abre todo un margen, campo de la memoria que no está para nada trabajado. Yo vi dentro de las posibilidades como directora poder señalar cuáles era ese margen, dar un derrotero y decir por aquí va la cosa y lo que me propuse fue poner dentro de ese ámbito toda la memoria marginada, introducir las memorias de las mujeres, de todo lo que es la diversidad sexual y también dentro de los géneros las masculinidades y diversas formas de masculinidades. Actualmente acaba de entrar en el archivo un programa que siempre admire mucho que estaba antes en la DIBAM llamado Memorias del siglo XX. Que es una especie de archivo que recopila las memorias actuales del territorio con las personas, se acerca a los barrios, a las diferentes organizaciones sociales, a las personas que quieren recordar y llevar sus testimonios, fotografías, lo que quieran a reuniones que se hacen. Luego se digitaliza la información, se devuelven los testimonios que se han llevado y se devuelve la experiencia a ese lugar a través de una exposición o actividad que se entrega a la comunidad par que ellos sigan conversando de su historia.
-Es un trabajo precioso y altamente relevante
Sí, los archivos en general tienen la misión de resguardar lo que han adquirido respecto del Estado, pero también tienen la misión de resguardar la memoria de las personas. La historiografía se ha convertido en algo muy elitista, por lo tanto el archivo a mi juicio tiene una misión a través de la vinculación con el medio de devolver esta memoria a las personas, de hacer y explicarles a las personas que ellos también pueden hacer su propia memoria y que la pueden construir a partir de sus propios registros.
-¿De qué forma el Archivo Nacional se acerca a las personas y a las comunidades para adquirir o llegar a esos documentos?
En el archivo de mujeres y género hemos vivido esa experiencia y la seguimos teniendo, por ejemplo con las tomas feministas del año 2018 eso fue muy habitual, hicimos campañas para recuperar información y nos llegaron cosas preciosas, diarios de vida, recetarios de cocina, etc. En fin, al final el archivo de mujeres tiene todo un fondo que se llama “fondo donaciones”, de personas comunes y corrientes que van y dejan cosas. Esperamos poder ir construyendo otros fondos a partir de estas memorias recuperadas. Hemos trabajado también, por ejemplo, con las comunidades afrodescendientes de Arica Parinacota y a partir de ahí hemos levantado sus memoria, para poder romper ese silencio del archivo sobre le tema. El archivo se suele convertir en un mausoleo de papeles, pero yo quiero que el archivo esté vivo, que salga a la gente, que pueda demostrar lo que es el patrimonio realmente, que esos papeles no están muertos, están vivos porque te devuelven una memoria quizás olvidada, que está guardada por ahí y que puedes recuperar.
-Hace no tanto en Chile estábamos discutiendo sobre cuotas políticas y finalmente la semana pasada hemos alcanzado la paridad en el contexto de la Convención Constitucional del proceso constituyente y al parecer los los cambios están ocurriendo de manera bastante acelerada. Tú dijiste que para tí el feminismo es la revolución más exitosa en la historia de la humanidad a ¿Qué te refieres cuando planteas esto?
Es cosa de mirar, cualquier revolución ha tenido su auge y su ocaso. En general todas ellas siempre han sido opacadas en algún momento y han devenido, no sé si llamarlo fracaso, pero por lo menos a un momento que no han tenido tanta beligerancia o importancia, como si lo ha tenido el movimiento feminista que desde fines del siglo XVIII cuando comenzó a surgir ha ido in crescendo hasta lograr cada vez más cosas. Las mujeres en el siglo XVII y gran parte del XVIII estábamos realmente esclavizadas, sin voz, sin posibilidad de educación, éramos solamente úteros para concebir, encerradas en casas, consideradas simplemente como seres útiles para concebir hijos y atender a los hombres. Lentamente se han ido ganando derechos, por ejemplo, si vamos a la historia de Chile: en 1877 el decreto Amunátegui fue famoso por otorgar el derecho a las mujeres a estudiar. Esto fue un logro que lo firmó el ministro de educación que era un hombre, pero detrás de eso hay un intenso lobby que hicieron las primeras educadoras que estuvieron buscando que el estudio que hacían sus estudiantes pudiera ser validado, y que muchas mujeres que estaban solas, porque el marido las había dejado, porque se había muerto, pudieran de jóvenes tener estudios para que no tuvieran que dedicarse a mendigar, para poder mantener a sus hijos con un trabajo digno. Hoy en día muchas de nosotras podemos hacer eso, podemos vivir sin un hombre a nuestro lado que nos mantenga, en los diversos niveles sociales y eso es gracias a las primeras maestras que se jugaron por ese pequeño logro y así tu vas sumando el derecho a voto o a ser elegida como parte de la política, del gobierno. Y es el logro de muchas mujeres que se jugaron por eso, que las apalearon en las calles, que salían a manifestarse, que hacían afiches, que estaban todo el tiempo movilizadas en los años 30 y 40. Así vas tú sumando esfuerzos de miles, millones de mujeres, porque claro había algunas a la cabeza, pero había otras que las seguían y que no cejaban y que iban convenciendo, criando a sus hijos de otras maneras y eso hace que hoy tengamos a un montón de muchachos y otros más grandotes que realmente entienden nuestra vida, que también eso era fundamental para lograr estar en la posición en que estamos.
-Una de las mujeres que lucharon por la igualdad de género fue Elena Caffarena, de quien se lanza este 12 de marzo una antología editada por la U. de Chile: Elena Caffarena, mujer pública, donde además tu escribes un artículo con Antonella Caiozzi titulado “Elena Caffarena más allá de la lucha por el sufragio femenino”, donde destacan su lucha por todo tipo de injusticias hacia las mujeres. Cuéntame más sobre esto.
Elena Caffarena es un personaje que merece, más allá de que sea mujer u hombre, un reconocimiento por su contribución a la historia de Chile. Hay que decir primero, que ella nació en Antofagasta, en el seno de una familia librepensadora, a principios del siglo XX y que vivió más de 100 años. Se llaman libres pensadoras a todas estas familias que eran liberales, muy ligadas a los radicales y masones, y a eso se debe gran parte esta posibilidad que tuvo Elena y otras mujeres de estudiar; porque una cosa que se promulgara la ley y otra cosa es que las mujeres de clase media pudieran entrar efectivamente a la universidad. La familia de Elena Caffarena y de otras chicas de su estrato social, posibilitaron que entraran a la educación media y eso significaba entrar a un liceo de hombres con chaperonas, porque en esos años se interpretaba que los hombres tenían una imposibilidad de controlar su sexualidad e iban a saltar sobre estas niñas y a violarlas. Entonces, las mujeres tenían que ir con estas chaperonas, lo que transformaba la educación de estas niñas en toda una obra familiar y eso quisiera destacarlo, no era que las niñas quisiera simplemente estudiar si no que las familias las impulsaban a hacerlo.
–Lo mismo sucedió con Eloísa Díaz, primera médica que estudió en la U. de Chile.
Claro, en el caso de Elena tuvo que venirse a Santiago para estudiar leyes y en esos años por ejemplo no había aún baños adecuados para mujeres en la U. de Chile. Para cualquier mujer es importante tener un baño especial y hasta los años 80 eso no era una realidad, en la U. de Chile había solo un baño para mujeres y eso implicaba que tenían que hacer cola +, mientras que baños de hombres había miles, imagínate todas las primeras mujeres que tuvieron que estudiar, peleando por tener un baño. Al entrar a la U. de Chile, Elena logró abrir su mente para encontrarse con todas estas ideas más revolucionarias, se abrió al mundo de la pobreza, que ella no conocía, porque venía de una familia acomodada.Comenzó a conocer los padecimientos de la mujer pobre, pobladora, lo que ellos llamaban en esa época proletaria y el problema, por ejemplo, de los embarazos no deseados, mujeres que simplemente tenían hijos 12 o hasta 15 hijos como sabemos que ocurría en esa época y que los niños andaban mal criados, en el estricto rigor de la palabra, porque no tenían una buena alimentación ni cuidado y finalmente las mujeres tenían que dedicarse en cuerpo y alma para sacar adelante a los niños; trabajar lavando ropa, casi desangrarse para que estos niños pudieran seguir creciendo. Hoy en día sabemos todo lo que le ocurre a los cuerpos de las mujeres al tener tantos hijos, entonces todo esto la conmovió a tal punto, que cuando se congregan todas estas mujeres fundadoras del Movimiento Pro Emancipación de las mujeres chilenas (MEMCH) en el año 35 y se obtiene el derecho a voto en las elecciones municipales, ellas trascienden el tema del mero voto. En realidad hacen una propuesta que está en su declaración de principios, que va también a mejorar la vida de las mujeres en general, no solo el tema del voto, también está el control de su propio cuerpo, de la maternidad, de la fertilidad, la lucha por los anticonceptivos, el aborto, el divorcio, que le era impedido a las mujeres.
-En tu trabajo como archivera cuando se hace la genealogía de las mujeres, se suele hablar de las primeras, de hecho Elena Caffarena fue la mujer número 15 en titularse como abogada en nuestro país, pero sin embargo a veces muchas quedan relegadas al olvido. ¿De qué manera se pueden recuperar las historias, documentos, legados sobre todo, de tantas mujeres que contribuyeron a la historia de sus países y que hasta hoy persisten en el anonimato?
Lo interesante es que todas estas historias dejan rastros que son los documentos y para eso existen los archivos, por suerte, donde podemos guardar miles de miles de papeles, registros, fotos, videos, todo tipo de soportes para legarlos al futuro y que otras personas puedan investigarlos y conocerlos. Lo que nosotros hemos hecho es fundar un archivo especial que se llama Archivo de Mujeres y Género, donde vamos copiando este tipo de documentos a través de donaciones, adquisiciones y de documentos que nos llegan de todo tipo de fuentes. Actualmente tenemos una cantidad importantísima de documentos de Elena Caffarena y del MEMCH particularmente, lo que ha sido gracias a un esfuerzo que ha hecho la familia de Elena Caffarena, sus nietas particularmente. Ella era muy ordenada y tenía todos sus documentos y como era abogada todo lo dejaba por escrito.
La archivística ha estado muy dominada por la mirada institucional, una mirada custodial de lo que producen las instituciones públicas. Cuando llegué al Archivo comencé a buscar la fórmula para escapar de ese paradigma. Fue entonces que me propuse poner dentro del ámbito de acción la memoria marginada, de las mujeres, de todo lo que es la diversidad sexual y también dentro de los géneros, las masculinidades»
Emma de Ramón, directora del Archivo Nacional de Chile
– Para el libro “Elena Caffarena una mujer pública”, el Archivo Nacional contribuyó de manera muy gentil y generosa al igual que Ximena Jiles, nieta de Elena Caffarena. ¿Hay otros proyectos a futuro para trabajar con memoria feminista dentro del Archivo?
Sí, tenemos un proyecto absolutamente precioso y favorito, tal vez una de las más olvidadas somos las mujeres trabajadoras dentro del hogar y a ese respecto nos hemos ido acercando voluntariamente con mucha paciencia. Hay dos sindicatos u organizaciones que nos han ido legando sus memorias, documentos como el Sindicato de Trabajadoras de Casa Particular, que dirigía hasta hace un tiempo Ruth Olate. Estamos haciendo el traspaso de documentación de ese sindicato unido a uno mayor que es latinoamericano, el que ya nos hizo donación de su documentación, con lo que estamos levantando una exposición con ese material que se hará a mediados de año. La verdad es que el trabajo doméstico, lo hacen trabajadoras del hogar, pero también lo hacemos todas las mujeres cuando llegamos a la casa, que es el trabajo silencioso, el olvidado y que no se remunera. Lavar ropa, hacer comida, todo eso es completamente invisibilizado y las trabajadoras de hogar, justamente han hecho un trabajo muy lindo, consiguiendo diversas legislaciones y ganando derechos, como por ejemplo, horas de trabajo, ciertos rangos de sueldo, que les paguen sus imposiciones. Tenemos documentación de data desde 1929 en adelante, por eso te digo que esto es un movimiento imparable.
-A pesar de lo que hemos estado conversando, hay que decir que nuestro país no tiene una ley de archivos ¿Por qué no existe esa ley? ¿Es relevante? ¿Cual es la disputa? Y ¿Por qué no hemos llegado a ese punto?
No sé por qué no tenemos ley, la verdad es que en mi dirección tenemos levantado, pero que debemos afinar, un proyecto de ley de archivos. Existen cuatro artículos de un decreto con fuerza de ley del año 1929 resolvía todas las cosas y nadie se había molestado de actualizarlo, pero un primer terremoto para esos cuatro artículos, fue la ley de transparencia, porque algunos hicieron ver que sin desarrollo de los archivos no es posible una ley de transparencia, porque si tienes todo en una bodega no es posible una la ley de transparencia, puede que estén por ahí llenos de arañas y un funcionario se demora una semana tal vez en recuperar esos papeles, y eso no es transparencia.
-¿Qué proponen ustedes en este artículo que están trabajando?
Nosotros estamos trabajando en una ley de archivos que realmente asuma la obligación de parte de los servicios público de ordenar sus archivos y eso incluye sanciones severas a los jefes de servicio si no las cumplen. Equivalentes a las que impone la ley de transparencia al Jefe de servicios sino entregan información. El segundo terremoto es la ley de transformación digital, porque exige que los servicios públicos que incorporen a la gestión la documentación en formatos electrónicos y ahí no tenemos posibilidades de tener la documentación ordenada y organizada porque la documentación electrónica es todavía más frágil que la de papel, por lo tanto si nos ponemos las pilas como Estado en organizar nuestros documentos y tratarlos de manera adecuada, en pocos años no vamos a tener ninguna memoria y no es que sea alarmista, ni nada, esto es así, porque los formatos de los documentos digitalizados van avanzando tan acelerados que lo que tenemos va a quedar obsoleto y en cinco años no vamos a poder leer nada de lo que estamos escribiendo ahora, es así de trágico.
-En otro aspecto, sé que están recopilando documentos sobre lo ocurrido en nuestro país posterior al 18 de Octubre ¿En qué consiste eso y con qué tipo de artículos documentos, archivos cuentan ahora?
Estamos empezando a trabajar en eso, son programas de trabajo y memoria, no se trata de salir a tomar fotos a la calle, si no que son trabajos de personas que hacen memoria y que van llegando con distintos tipos de formato para poder nutrir estos espacios en de memoria, en los diferentes territorios. A mediados de año tendremos resultado concretos.
Extracto de la entrevista que se realizó el 6 de marzo de 2020 en el programa radial Palabra Pública, de Radio Universidad de Chile, 102.5.