Mathieu Guilhaumon: “Ojalá que la crisis sirva para que el Estado apoye más a la cultura”

Varado en Francia desde marzo, el coreógrafo y director del Ballet Nacional Chileno (Banch) mantiene constante comunicación con su elenco, con quienes celebra por estos días los 75 años de vida de la compañía a través de la producción de una serie de videos y la transmisión de la obra Poesía del otro por Ceac TV. Aunque la compañía tuvo un 2019 difícil, sin poder pisar el escenario del Teatro de la U. de Chile debido a las manifestaciones sociales que se emplazaron en Plaza Italia, Guilhaumon pudo cumplir el sueño de llevar al elenco de gira por primavera vez a Francia, aunque hoy la pandemia mundial los tiene a todos lejos y recluidos en sus hogares.

Por Denisse Espinoza A.

La escena parecía sacada de una película de guerra y el protagonista era él, un bailarín intentando cruzar la frontera que lo separaba de su natal Francia. Era el domingo 15 de marzo y Madrid estaba desolado; sólo la policía, ayudada de drones, vigilaba las calles semivacías de personas, que en un moda que iba a imponerse en los próximos meses, cubrían la mitad de sus rostros con mascarillas. Mathieu Guilhaumon, uno de ellos, caminaba raudo con sus maletas en dirección a la estación Atocha, también fantasmal. “Me sentía como un exiliado del país, los helicópteros pasaban por encima, la ciudad desierta, fue una experiencia bien extraña y surrealista. Cuando llegué a Francia cerraron las fronteras definitivamente y comenzó la cuarentena, que nueve semanas después recién se empieza a levantar”, cuenta el bailarín, coreógrafo y director del Ballet Nacional Chileno (Banch), quien en febrero pasado dejó el país para acudir a una invitación del Teatro Real de España.

El coreógrafo y director artístico del Ballet Nacional Chileno, Mathieu Guilhaumon.

“El estreno de la producción sería a inicios de marzo, pero finalmente no se pudo hacer, interrumpimos los ensayos cuatro días antes del estreno, lo que fue una gran frustración, pero las cosas en España se habían puesto realmente malas con la pandemia y de un día para otro decidieron cerrar todo. Yo tenía mi vuelo a Chile una semana después, pero como iban a cerrar las fronteras decidí ir a Francia y quedarme en Perpignan, en la casa de mis padres”, cuenta.

Con un pasaje de avión aplazado varias veces, Guilhaumon mantiene desde la distancia el trabajo con su compañía en Chile, la que dirige desde 2013 y que en mayo cumplió 75 años de vida. Confiesa que al principio sufrió la paralización de la cuarentena y que de a poco, en un trabajo colaborativo, se ha ido organizando con sus bailarines para mantener el contacto con el público a través de su cuenta de Facebook y de la plataforma del Ceac TV, donde por estos días trasmite el montaje Poesía del otro, estrenada en abril de 2017, que narra la relación entre los escultores Auguste Rodin y Camille Claudel. También están produciendo una serie de videos que titularon Fuera de eje, donde comentan sus procesos creativos tras cada coreografía. Uno de ellos es la campaña ¿Bailemos? donde invitan a la comunidad a expresarse a través de la danza, enviando videos de máximo 20 segundos, hasta este viernes, que hayan sido inspirados por las creaciones del Banch y así generar un diálogo entre público y elenco. 

En estos tiempos en que está restringido el contacto físico e incluso el movimiento se limita a espacios reducidos de acción, el quehacer de la danza se pone en entredicho. “Es difícil pensar en lo que hacemos en este contexto, pensar en cómo poder quedar en contacto con nuestro público sin hablar de lo que está pasando y sin entrar en ese mensaje de ‘quédate en casa’, porque a veces para todo el mundo no es lo mejor estar en casa”, dice el coreógrafo.

¿Cómo ha funcionado para ti el proceso creativo en estos tiempos de encierro?

Es complejo, porque uno podría pensar que este es un gran momento para aislarse, crear, inspirarse, y la verdad es todo lo contrario. Primero hubo estupefacción con lo que estaba pasando, porque era primera vez que todos vivíamos algo así, era muy extraño todo, porque es un contexto impuesto, no es que yo haya decidido aislarme para crear, entonces la verdad es que no nace nada de esto. Creo que en general lo más complicado para nosotros, como seres humanos, es la falta de proyección, porque siempre estamos trabajando hacia el futuro y ahora todo es muy incierto. Y para los bailarines, en particular, el distanciamiento es algo muy absurdo, en la danza es necesario ese grado de intimidad entre nosotros y el público, está el tema del cuerpo, del movimiento, entonces sentirse así, viviendo todo el tiempo entre paredes, es super difícil. Hay quienes en el ballet me han dicho que se sienten como un hámster en una jaula, esa es la sensación. Pero de a poco, con la conversación y con un trabajo colaborativo, han ido surgiendo ideas como estas cápsulas donde compartimos nuestro quehacer creativo y que hemos llamado Fuera de eje, que es un término que se usa mucho en la danza contemporánea, porque al contrario del ballet clásico, donde todo siempre es muy estable, nosotros tendemos a salirnos del eje, y hoy vemos eso aplicado a este mundo en total desequilibrio.

Poesía del otro se transmite por estos días en el canal online Ceac TV.

¿Cómo han enfrentado el tema del entrenamiento físico que en la danza es esencial? ¿Es algo que te preocupa como director del Banch?

Tuvimos esa conversación y cada uno tiene una rutina para mantener, pero yo creo que tampoco hay que forzar las cosas: si hay que parar un tiempo, hay que hacerlo. Hay cosas más dramáticas en este momento y la verdad es que sólo llevamos dos meses sin bailar, lo que no es tanto. Todo bailarín ha conocido lesiones que lo han obligado a parar seis meses o varias mujeres de la compañía que en su momento han tenido embarazos, de los que luego han vuelto sin problemas, perfectas. No me preocupa tanto el estado físico de los bailarines como el mental y emocional. Cada uno tiene realidades distintas, problemas específicos con los que deben lidiar, también echamos mucho de menos hacer lo que hacemos, subir al escenario, compartir con el público, son esas cosas más emocionales de las que hay que preocuparse. Sé que hay muchas compañías que ya partieron con clases de entrenamiento online, pero hemos luchado todo el 2019 para que los bailarines puedan entrenar en buenas condiciones y no me veo ahora imponiéndoles que tomen una clase en sus casas, en la cocina, en el comedor, porque no todos tienen las condiciones para hacerlo.

En este momento, Francia está levantando sus medidas de confinamiento. ¿Cómo se está viviendo este regreso que aún no es del todo normal?

En Francia, los teatros siguen cerrados y todos los festivales de verano se suspendieron y están viendo la posibilidad de abrir en septiembre. Hay un regreso lento, por ejemplo, a las playas, donde se supone que tú puedes estar, pero siempre en una actividad dinámica y no recostado, pero hay mucha gente que no lo respeta, aunque en esos casos la policía es más permisiva y nos les dicen nada si la gente se porta bien. No puede haber aglomeraciones y sólo puedes compartir con un máximo de 10 personas. Ahora también aquí hay mucha incoherencia, porque mandan a trabajar a las personas en transporte público, pero les prohíben estar al aire libre. En los próximos días se espera que se empiecen a levantar las fronteras para empezar a activar el turismo y que la economía comience a revitalizarse, porque también el impacto ha sido alto. En el sur de Francia, donde estoy yo, no han habido tantos casos porque el confinamiento partió a tiempo y los hospitales nunca estuvieron saturados, creo que el virus no circuló mucho en esta región. Aunque seguíamos todas las medidas nacionales, no podíamos alejarnos de la casa a más de un kilómetro y debíamos usar salvoconductos.

En Chile, las medidas son aún muy estrictas y las cuarentenas han afectado a los trabajadores independientes. La cultura no es la excepción. ¿Qué te parece la ayuda que ha comprometido el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través de fondos concursables?

En Chile, la situación que viven los artistas independientes es muy grave, y son cosas que hay que resolver, no podemos dejar a la gente sin comer. En Francia, desde antes de la crisis existe un sistema para los artistas que es muy bueno, que les permite, cuando no están trabajando, seguir recibiendo una remuneración que es estatal. Obviamente, los artistas tienen largos periodos en los que están creando o ensayando para una nueva obra y no tienen ingresos, entonces este sistema les permite seguir recibiendo dinero, pero para eso tienes que estar dentro del sistema, tienes que trabajar, actuar, bailar, tocar, hacer funciones, y ahora que los teatros están cerrados, el Estado comprometió mantener ese ingreso mínimo para los artistas y también para los técnicos, durante un año, que es una especie de indemnización. Entonces, cuando me enteré sobre los fondos concursables en Chile, la verdad es que sin siquiera tener la experiencia francesa, me parece totalmente absurdo, es realmente desconocer, ignorar la realidad de un artista en Chile. Creo que la crisis sanitaria está poniendo luz en todo esto que ya estaba en el estallido social, pero que ahora es peor. Pienso que ha llegado el fin de algo, no podemos seguir como siempre.

Desde el 2013, claro, yo estoy bajo el techo de una institución, entonces es otra realidad, lo que no significa que no estoy consciente y al tanto de lo que pasa en la escena independiente, y ojalá la crisis, lo que vivimos ahora sirva para repensar todo esto y que el Estado se involucre aún más en apoyar la cultura, y con eso estoy hablando de un nivel económico. Es súper curioso, porque se siente que la cultura siempre es algo secundario, una frivolidad casi, pero durante el confinamiento, lo que ha hecho la gente es consumir cultura, sin embargo, los artistas no podemos vivir sólo del amor al arte. La gente tiene que darse cuenta también de que somos personas que necesitamos comer, pagar cuentas, ir al médico, etc. 

Estrenada en 2017, Poesía del otro esta inspirada en la relación pasional de la escultora Camille Claudel con su par August Rodin.

En ese sentido, los elencos estables del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile, CEAC – donde además del Ballet Nacional Chileno, está la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, el Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, han hecho un llamado a unirse a la campaña ¡Toi toi! Apoyemos a nuestros artistas, donde se invita a hacer donaciones de dinero que irán directamente en apoyo a artistas, profesionales y técnicos de la escena independiente.

¿No te desanima seguir trabajando como coreógrafo en un país que no le da el mismo apoyo y valor a la cultura, lo que sí sucede en Francia?

Creo que no, si hubiese llegado hace un año a Chile quizás sería distinto, pero llevo siete años, conozco la realidad y tengo la capacidad de manejar estas circunstancias de otra manera. Llevar siete años con el grupo te permite tener una cohesión importante, estamos un poco en familia y eso es súper agradable, hay mucha confianza artística, no es como llegar a trabajar con alguien por primera vez, eso se valora mucho. Cuando entro en la sala para empezar una nueva creación, se nota de inmediato que estamos hablando el mismo idioma y no me refiero al español, sino al idioma de la danza, hay mucha fluidez y eso nos permite experimentar mucho más

Nacido y formado en Perpignan, Mathieu Guilhaumon comenzó sus estudios de danza a los seis años. Estudió en el Conservatorio Nacional de Danza de su ciudad y luego en la escuela de Martine Limeul y Matt Mattox, donde cursó ballet clásico, jazz y tap. Recibió una beca para el Alvin Ailey American Dance Center, de Nueva York, y a su regreso ingresó a la Escuela Rudra Béjart, en Lausanne (Suiza), y luego se integró el Groupe 13 formado por Maurice Béjart. En 2013 postuló a ser el coreógrafo del Banch, motivado por conducir un elenco propio de 22 bailarines. El proyecto que presentó para Chile fue ambicioso y tenía tres ejes principales: montar coreografías con su propio lenguaje e invitar a figuras internacionales; apuntar a un público más joven y realizar un trabajo interdisciplinario con profesionales de otras áreas creativas.

En estos siete años, Guilhaumon ha ido consiguiendo cada uno de esos desafíos. Ha puesto en escena exitosas coreografías como Añañucas, La hora azul, Alicia, Cuéntame la danza, Tengo más de mil años de recuerdos y Poesía del otro. En cuanto al público, el Banch puso en marcha una labor educativa a través de funciones especiales para colegios y talleres de verano para niñas, niños y jóvenes. Mientras, los cruces con otros elencos y disciplinas partieron con el Ballet de Santiago en obras como Cuarteto, Dos veces Bach y Noces, donde además ha recibido la colaboración de la dramaturga Millaray Lobos, el compositor clásico Sebastián Errázuriz y en 2019 tuvieron una exitosa presentación con los Power Peralta, con el montaje Hats off, quien fue el último antes de que el teatro cerrara sus puertas. Además, a inicio de octubre pasado, el coreógrafo cumplió el sueño de llevar a sus bailarines a los escenarios de Francia en su primera gira por ese país, visitando las ciudades Albertville, Amiens, Mulhouse y Vannes, presentando la obra ¿Puedo flotar? de la coreógrafa japonesa Kaori Ito, creada especialmente para la compañía.

El Banch llegó por primera vez a Francia con el montaje ¿Puedo flotar?, creado especialmente por la japonesa Kaori Ito.

A pesar de las complicaciones que tuvo el 2019, ese fue el año de la gira del Banch a Francia. ¿Cómo vivieron ese hito para la compañía?

Fue un desafío por lo que significa a nivel de gestión, de cómo armar una gira así, pero también un sueño, porque como francés obviamente quería llevar a la compañía a mi país. Fue un trabajo que partió hace varios años, desde mi llegada, de hecho, porque presentar a la compañía con mis contactos no era algo que se hiciera de un día para otro. Los bailarines estaban felices, entusiasmados y quieren volver, por supuesto, y de hecho, se nos abrieron puertas para otras invitaciones, pero luego vino el estallido social y se puso todo muy incierto e inestable, para la institución también. De hecho, los bailarines volvieron justo el día del inicio del toque de queda en octubre. Fue algo muy loco y que hicimos justo a tiempo; si hubiésemos esperado a este año, no lo habríamos podido hacer.

¿Este contexto te ha dado oportunidad para pensar en nuevas creaciones inspiradas en esta doble crisis?

La verdad es que no soy muy optimista en cuanto a eso, le temo al lugar común. Tengo la idea de que la creación no es algo inmediato, creo que hay que tomar distancia, entender lo que está pasando, porque se puede caer en esto de la representación, subir al escenario con mascarillas, reproducir el confinamiento y no es el modo en que yo lo veo. No es una fuente de inspiración en mi caso, creo que hay que sentir las huellas de lo que está pasando. Ha sido violento para muchas personas dependiendo de la realidad de cada uno, pero para mí la creación no tiene que ver con ilustrar una situación, sino justamente de lograr llevarlo a otro nivel. Soy muy cauteloso con ese carácter de profeta que a veces se le atribuye a los artistas, de salvar o iluminar el camino, no estoy seguro de si podemos ver mejor lo que está pasando, y no me atrevo a llevar un mensaje sobre la situación, prefiero actuar con prudencia y quedarme en algo más abstracto.

Parte de la inspiración pareciera que resulta también de la colaboración con otros. ¿Dirías que ese es uno de los sellos del Banch?

Sí, claro, ha sido parte de mi dirección hacer esos cruces de disciplinas con teatro, con otros estilos de danza, colaboraciones con otros artistas, con músicos, especialmente con Millaray Lobos, que sigue colaborando mucho, y creo que es muy interesante dialogar. Siempre hay algo que aprender del otro y abrir tu espacio al otro, y que también el otro abra su espacio al mío, de ahí siempre nace algo interesante y enriquecedor. La inspiración también ha nacido de esos encuentros artísticos. Con los Power Peralta fue impresionante porque pertenecen al mundo de la danza, pero tienen otros códigos súper fascinantes y ese fue todo un desafío, el cómo nos íbamos a encontrar para crear algo nuevo. Y ese diálogo también se replica dentro del grupo con los bailarines, donde su participación es muy activa. Para mí siempre ha sido importante dejar en claro que los bailarines no son meros ejecutantes de pasos, sino que también pueden desarrollar sus creaciones, como coreógrafos y también como docentes, que fue muy importante en las clases abiertas que dimos en diciembre y enero, porque claro, después del Ballet Nacional hay un futuro y hay que prepararse para eso.

Vale la pena en cuarentena

Libros

La trilogía Millennium del sueco Stieg Larsson. “Nunca los había leído y los encontré acá en casa de mis padres y es una lectura muy rápida y entretenida”.

Películas

“Vi La favorita (Yorgos Lanthimos), Parasite (Boon Joon Ho) y El irlandés (Martin Scorsese), y en series de enamoré de la española Las chicas del cable, que está en Netflix y es muy liviana y entretenida también.