La grieta que abre una persona ausente se hace cada vez más ancha y fría, más insalvable. Las palabras, la razón, la búsqueda. Todo inútil, hermético, pendular (…). Más se escarba, más profundo y enterrado queda el tesoro amado y todo se reduce a la materialidad de una fotografía que pende del pentagrama de las horas que pasan y no cicatrizan.
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