Si el Capitaloceno es la era de la superación de los límites de la naturaleza, es urgente cuestionar el modelo económico basado en la destrucción ambiental. Renunciar al crecimiento perpetuo es impulsar un cambio de valores y una profunda transformación social, económica y cultural. No será fácil, pero poner límites, a estas alturas, es un imperativo moral para nuestra subsistencia.
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