Precursora del feminismo en Chile, la novelista, ensayista y periodista chilena fue una de las voces literarias más importantes de principios del siglo XX.
Foto: Del libro Actividades Femeninas en Chile (1927). Archivo Central Andrés Bello
Pionera del feminismo en nuestro país, en 1925 fue declarada “Primera Mujer Académica” de la Universidad de Chile, luego de comenzar tres años antes a hacer clases en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la institución. A los 37 años publicó de manera anónima su primera novela, Hacia el Oriente. Por años escribió bajo el seudónimo de Inés Bello, luego como Iris. Escritora de cuentos y novelas, el único libro que firmó con su nombre fue Por él (1934), donde denunció y pidió que los tribunales chilenos condenaran a Roberto Barceló Lira, su yerno, por el asesinato de su hija.
Huérfana de padre, y tras la muerte de su madre, poco después del parto, vivió bajo el cuidado de su conservadora tía Dolores. Bisnieta de Andrés Bello, creció en una familia aristócrata. De niña tuvo clases de piano, bordado, idiomas y buenos modales. Querían que fuera una esposa y madre ejemplar, aunque ella estaba más interesada en leer a Ibsen, Emerson y Tolstoi, autores que la motivaron a incursionar en la escritura. “De muchacha y viviendo en el todavía austero enclaustramiento de la familia, sentía ya el impulso de escribir, pero me daba cuenta también de lo inaudito de ese impulso: ¡una muchacha escribiendo y escribiendo literatura!”, le dijo una vez a Amanda Labarca.
Después de viajar y vivir en el extranjero con su esposo y sus cuatro hijas, se dio cuenta de que quería dedicarse a escribir. En 1905 publicó Hacia el Oriente, para luego colaborar en distintos medios como las revistas Familia, La Revista Azul, Silueta, Zig-Zag y diarios como El Mercurio y La Nación. Hacia 1910 ya contaba con cuatro libros: Tierra virgen, Perfiles vagos, Emociones teatrales y Hojas caídas. Más tarde, a los 47 años, se integró al Club de Señoras de Santiago, fundado por Delia Matte, y al Círculo de Lectura, fundado por Amanda Labarca, ambos espacios precursores del feminismo.
Protagonista de las reivindicaciones feministas del siglo XX, luchó por la emancipación femenina. En 1922 se convirtió en la primera mujer en hacer clases en la Facultad de Humanidades y Filosofía de la Universidad de Chile. Al integrarse a la institución, empezó su discurso con estas palabras: “Agradezco a esta ilustre Facultad, en nombre de la mujer chilena, la designación que ha recaído en mí. Creo sin falsa modestia, que nuestro sexo se ha hecho digno de la confianza que se le empieza a otorgar”.
Contó las humillaciones que padecían las mujeres, los homicidios de algunas en manos de sus parejas, y el maltrato avalado por la costumbre, actos por entonces permitidos por la ley y justificados por la justicia. Su obra Por él narró el terrible matrimonio de su hija Rebeca con Roberto Barceló Lira y cómo este la asesinó disparándole por la espalda. “A través de mi hijita sacrificada me siento unida con todas las madres, con la mujer chilena oprimida, con la noble mujer de mi país, que sufre en silencio y que es vejada en su hogar”, escribió en su libro.