Por Adriana Valdés
De mis lecturas recientes, recomiendo Kentukis. Schweblin ya me tenía comiendo en la mano con Distancia de rescate. Los dos relatos transcurren en un futuro distópico muy próximo, casi un presente. Exploran nuevos miedos, un poco en el ámbito de la serie Black Mirror de Netflix. Hacen pensar en el presente desde un futuro casi indistinguible de hoy: más macabro, pero perfectamente reconocible. Fatalidades que ya comienzan a desplegarse hoy, un presente visto en espejos de feria, deformantes. Las dos, de manera totalmente distinta, tratan de vínculos entre seres humanos, de cómo están cambiando y de cómo lo inquietante acecha en lo más familiar, en lo más cercano. De pronto, como en una pesadilla, cuanto creemos conocer se transforma en lo monstruoso y lo desconocido. En Distancia de rescate es como si una plaga estuviera cambiando sutilmente el mundo. En Kentukis, los sentimientos más evidentes se transforman hasta volverse irreconocibles y amenazantes. Son narraciones que se deslizan con habilidad insólita hacia lo más incómodo que podemos sentir o pensar.
[Kentukis, de Samanta Schweblin. Literatura Random House, 2018]