El sociólogo, doctor en Estudios Latinoamericanos de la U. de Chile y presidente de la Fundación Nodo XXI, analiza el comportamiento de la ciudadanía y el rol que debería jugar el Estado en medio de la pandemia, sin dejar de lado el contexto de estallido social, que es abordado en su último libro Octubre chileno, la irrupción de un pueblo nuevo, que acaba de arribar a librerías. Ruiz plantea la aparición de un nuevo sujeto político que viene a reinventar el movimiento social y sugiere que en el pensamiento feminista de autoras como Rita Segato y Judith Butler se pueden encontrar las claves para reformular una izquierda del siglo XXI.
Por Jennifer Abate
-¿Qué te ha parecido el manejo que el gobierno ha hecho de la pandemia en cuanto a su agenda de prioridades? He visto que has sido bastante crítico y que públicamente has instalado la idea de una “lucha por la vida” que se debería anticipar a toda medida, incluso económica.
Nosotros entramos a la situación de pandemia, de peste, en el contexto de un abismo muy fuerte entre política y sociedad. Tenemos una de las sociedades con una de las más bajas tasa de participación, en torno a un 40%, en un contexto en el que esa baja adhesión política no va de la mano de una especie de apatía, sino, por el contrario, se produce en una sociedad con alta propensión a la movilización, que se evidenció en el octubre chileno. La incapacidad e ineptitud gubernamental de trabajar el ensayo y error nos legó una sociedad más activa, que demanda más información, más informada, más social, más solidaria, y eso se ha vuelto uno de los capitales principales para poder manejarnos ante esta nueva situación. No es casual que la sociedad releve otros liderazgos, incluso, unos muy distintos a las esferas más tradicionales como el Poder Ejecutivo o Legislativo, sino que los encuentra en los alcaldes o en el Colegio Médico, en la figura de Izkia Siches. Ese es un capital tremendo que en estos momentos ha tenido no poco impacto, lo que no implica que haya que seguir presionando a la política, y he ahí la otra discusión. Las agendas que se tenían antes de esto, creo que hay que posponerlas, en su gran mayoría. En el caso nuestro, te hablo desde la izquierda, agendas de transformación. Sé que ha sido polémico el que haya que posponer las fechas del proceso constituyente, y estoy de acuerdo con que no hay condiciones para hacerlo, pero con lo que no estoy de acuerdo es con que haya una derecha que se aproveche para intentar desvirtuar el proceso constituyente con el hecho de posponerlo. Estamos posponiendo su realización, pero de ninguna manera vamos a suspenderlo. Y se creó una situación, y quiero decirlo de una manera bien directa, porque creo que lo evitamos, donde el tema que está presente es la muerte. Hemos visto cómo esto ya se ha descontrolado en países desarrollados, donde existe algo que se puede llamar sistema de salud, que dista mucho del sistema chileno. Al desmantelamiento del viejo sistema de salud pública sobrevino un enjambre de clínicas privadas que viven de subsidios estatales, del crecimiento del presupuesto o del gasto estatal, eso lo he abordado en algunos de mis libros. La salud, así como la educación, fue a parar a oferentes privados que son competidores entre sí, por lo tanto, no forman parte de un sistema articulado. Ya lo dijo Macron (presidente de Francia) y lo tuvo que reconocer Boris Johnson: la única forma de reaccionar ante una pandemia de este tipo es con una política pública, y si no tienes los instrumentos de política pública, ¿qué pasa? Si te fijas, están las famosas ofertas de planes de contingencia que ha estado teniendo el presidente Piñera, pero prácticamente no se habla de políticas sanitarias; el problema es la economía, nada más. Estoy de acuerdo con que hay resolver el tema de la economía y amortiguar a los que están más desprotegidos porque eso puede agravar el tema de la pandemia, pero de políticas sanitarias no hay nada en esa ofertas, muy poco, es un delta muy pequeño que incorpora eso. Están subordinando, abiertamente, la preocupación sanitaria a la preocupación por la economía.
-Existe un miedo gigantesco dentro de la población que está más desprotegida y que tiene empleos más precarios. ¿Cómo se debería apoyarlos en este escenario?
Ahí hay que reaccionar y presionar, hay que reaccionar y presionar, construir propuestas, insistir desde los distintos flancos, desde los instrumentos que manejan distintos actores, academia, intelectualidad. Las fundaciones podemos hacer una cosa y la política de los parlamentarios puede hacer otra. Mi llamado es a hacer un frente común de lucha por la vida en este momento.
-La pandemia por Coronavirus ha golpeado fuerte todos los aspectos de la vida de las personas y por supuesto puso en pausa la movilización social, en las calles, al menos, que se venía dando desde el 18 de octubre. En este contexto, ¿sigues creyendo que lo que viene para Chile es “la construcción de un nuevo pueblo”, como planteas en tu libro?
En mi libro Octubre chileno, la irrupción de un pueblo nuevo, intento trabajar la idea de ese nuevo pueblo de una manera que no sólo apele a una idea de voluntarismo o de deseo. En Chile tenemos la experiencia inédita de que vamos para casi medio siglo de neoliberalismo. Yo lo he dicho otras veces: en el resto de América Latina se instaló más tarde, en la década del 90 con Menem, Cardoso, Fujimori. Aquí el año 75, cuando los Chicago Boys se toman la dirección económica de la Junta Militar y desplazaron a los llamados neodesarrollistas como Fernando Léniz. Pero de ahí hasta ahora llevamos medio siglo ininterrumpido, entre otras cosas, de desmantelamiento de los viejos servicios públicos y de una profundización de las formas de privatizar la formas de vida cotidiana de la gente y de crearles zonas de incertidumbre que en otras partes del mundo no existen. Frente a eso, se desarmaron también los viejos sujetos sociales, sobre todo los de una clase obrera industrial y también la vieja clase media desarrollista, el empleado público del Estado, profesional, etc., debido a que todos esos servicios fueron desmantelados, fueron expulsadas del Estado.
Esos dos grandes grupos sociales eran los íconos socioculturales y políticos de los procesos del siglo XX y con ellos se constituyeron, de alguna manera, las identidades populares que alimentaban la política, eso se acabó, lo borró el neoliberalismo y en su lugar plantó a este otro sujeto. Un sujeto que venía reventando por ríos separados, digamos, por ríos que tienen que ver con las pensiones, problemas de género, problemas ambientales, de privatización de la educación, hasta que el 18 de octubre todo eso se junta en un solo gran caudal. Ese es el gran cambio de esto, y ahí lo que se empieza a configurar, al decir “nuevo pueblo”, es un nuevo sujeto histórico, un nuevo protagonista de las décadas que vienen hacia delante. Eso puede estar en este momento suspendido, en un momento en que el tema es la lucha por la vida. Entonces es difícil que, además, la historia de más larga duración vaya a cambiar por ese proceso, como dicen algunos historiadores. La posibilidad de que esto se vaya a reanimar después de que terminemos la lucha por la peste y la pandemia no la puedo anticipar. Sería irresponsable adivinar la forma en que esto se va a reconstruir, pero yo sí diría que tengo la sospecha muy cierta de que nos vamos a reencontrar de nuevo en la famosa plaza donde se va a buscar dignidad.
-Desde diversas fuentes, incluso medios de comunicación más conservadores como el estadounidense Financial Times, se ha propuesto la inevitable necesidad de revisar el rol del Estado en la manera de conducir las naciones, sobre todo en países neoliberales como el nuestro. ¿Qué piensas que va a suceder con el Estado?
Es una discusión que está dando vueltas en todos lados, y es impresionante cómo acá seguimos encerrados sin dejarla entrar. Es increíble cómo, acá, el grueso del paquete de contingencia que se va a otorgar para las Pymes es básicamente poner ese capital como aval en la banca privada y sin control de las tasas de interés que la banca vaya a entregar a los supuestos emprendedores. Los puede entregar con tasas de interés inaccesibles o bien con ese fondo y esos avales; eso incorporarlo en el lucro propio, porque decide trasladarlo al famoso riesgo. Lo que quiero decir es que el Estado se abstiene completamente de movilizar sus instituciones de fomento. Podríamos haber hecho todo a través de Corfo, Indap, cooperativas de ahorro y crédito, pero nada de eso. Entonces lo que me preocupa es que estas políticas pueden terminar ahondando en la desigualdad ahora que entramos a la crisis. Por un lado, porque se va a tender a regresar a la pobreza de los sectores con las economías familiares más precarias, y son los que dependen sobre todo de la pequeña empresa. Entonces es muy peligroso que usemos esta pandemia en un momento de riesgo, cuando debemos estar en una lucha por la vida, como una especie de oportunidad para que los ricos aumenten más sus caudales. Es decir, si se dan procesos que tienden a la concentración, eso va a redundar en más conflictos.
-En ciertos sectores hay una visión positiva de lo que puede traer esta crisis, un cambio para mejorar esta sociedad, pero lo que tú planteas es que si la política no es activa en este momento, el futuro podría ser incluso peor y se podría profundizar la brecha y el enriquecimiento inédito de los más ricos en este país.
Creo que nosotros no deberíamos conformarnos pasivamente con lo que vaya a suceder de manera inevitable. Somos una sociedad más activa, más informada, que puede buscar sus distintos canales, presionar a los representantes para que actúen, generar propuestas, denunciar este tipo de cuestiones. Es tremendamente chocante que el Estado se lave las manos sencillamente diciendo que las instituciones estatales no son capaces de proveer los créditos y que deje todo a cargo de la banca privada. Es una locura y, además, sin regulación de las tasas de interés. Yo le llamo neoliberalismo avanzado, somos la versión más ortodoxa, más extrema de este asunto. Es la otra pandemia, la pandemia de la desigualdad económica.
Muchas veces en la historia se había ninguneado el rol de los Estados, pero ahora aparece la necesidad, desde parte de la ciudadanía, de que sea el Estado quien fije, por ejemplo, el valor de los productos prioritarios, que sea el Estado el que asegure los empleos y el flujo de salarios. Incluso algunas empresas privadas han empezado a solicitar salvataje al propio Estado.
En ese sentido, salvemos a la gente y no a los empresarios. Aquí hay una producción política de la desigualdad, es falso decir que esta desigualdad la esté produciendo el mercado, esta desigualdad está siendo estructurada desde las esferas políticas, es decir, hay una constricción de las oportunidades para producir privilegios que están determinados políticamente, que están dictados políticamente para que esos sectores acumulen más, entonces no es cierto que es la mano invisible del Estado. Hay ciertos tipos y formas de desigualdad, sobre todo patrimonios de tipo financiero más que de tipo físico, que están determinados, que están concebidos de manera política, por lo tanto ahí el conflicto que tenemos que enarbolar en función de eso es eminentemente político, y este es un momento en que la política tiene que reaccionar y volver a vincularse con la sociedad ante una situación como esta y dejar de discutir en planos sobreideologizados. Lo que acaban de hacer, la verdad, es entregar todos los fondos a una especie de banca del segundo piso de La Moneda. Entonces no sólo es oprobioso sino que es muy peligroso lo que están haciendo, no sólo por el contexto sanitario sino también porque la manera en que va a agudizar el conflicto social.
-¿La crisis social que estalló cinco meses antes de la pandemia cambia nuestra manera de reaccionar frente a las acciones que está tomando el gobierno en esta crisis sanitaria y social?
Durante la segunda mitad de los años 90 nosotros éramos mostrados como una sociedad que era ícono del individualismo y el consumismo, yo creo que aquella sociedad y esta hubieran reaccionado de una manera completamente distinta a lo que está ocurriendo hoy. Ahora mismo se me viene la discusión entre Tomás Moulian y Eugenio Tironi en los años 90. Entonces, me parece que la sociedad tiene que buscar las formas, con todas las ataduras de manos que tengamos, así está pasando todo hoy, y exigir por distintas vías que lo que son recursos de todos nosotros, sean usados para proteger a la sociedad.
¿Se necesita entonces un cambio estructural y radical de nuestro sistema? ¿Basta sólo con el cambio constitucional?
Hay en el mundo una sensibilidad que se empieza a abrir a ciertos temas que hace 10, 15 años estaban vetados. Me parece que Chile sigue siendo muy cerrado, dominado por la élite, hay que seguir quebrando ese cascarón elitario, se empezó quebrando recién en octubre y yo creo que va a seguir haciéndolo, pero hay que seguir empujándolo y ahí hay que ensanchar el horizonte de la política, esa política tan restringida que nos heredó la transición, en condiciones muy excepcionales, con una política muy aislada, cerrada, respecto de la sociedad, muy poco transparente. Hay que tratar de abrir todo lo que permita esta situación extraordinaria en la que estamos y, saliendo de esto, hay que entregarse al proceso constituyente.
-En el debate internacional ha habido divergencia de miradas. El esloveno Slavoj Zizek pronostica que el virus es un golpe mortal al sistema capitalista y el surcoreano Byung Chul Han cree que más que a la solidaridad, el Covid-19 nos va a llevar a una condición de aislamiento. ¿Qué opinas sobre esta discusión?
No soy el primero que lo va a decir, varios intelectuales y académicos de nuestra alma máter lo han hecho. Yo creo que estos tipos están afectados por un virus de la ansiedad, que empiezan a sacar conclusiones de dimensiones epocales ante una situación extraordinaria. Creo que opinan con mucha más calma Judith Butler o Rita Segato desde el feminismo, y tengo mucha delicadeza para hablar de feminismo porque estoy aprendiendo, pero creo que ellas van adelantándose en concebir una nueva relación entre Estado e individuo que es fundamental para pensar una izquierda del siglo XXI. Me parece que ellas marcan algunas de las puntas de vanguardia que no están resueltas y que son mucho más interesantes que los otros autores que mencionaste.
Este es un extracto de la entrevista realizada el 10 de abril de 2020 en el programa radial Palabra Pública, de Radio Universidad de Chile, 102.5.