(Apruebo Dignidad) Distrito 12 – Región Metropolitana
Ha sido emocionante tomar conciencia de este proceso histórico. Pero también ha sido super duro, porque empiezas de cero a hacer un trabajo con gente que no conoces, adaptándote a una pega que nunca habías hecho. Cuesta al principio. Las primeras semanas pasamos muchas ho ras en miles de reuniones y sentíamos que no avanzaba mos nada. Y, de repente, empezamos a avanzar. Fue una mezcla de todo eso. A algunas reuniones le pusimos las “reuniones inhumanas” para reirnos un poco, porque ya no encontrábamos más horas que exprimirle al día. A ra tos fue frustrante y también, para mí, ha significado mu cho aprendizaje, ya que estamos viviendo un proceso de mucha innovación política. Estoy abriendo los ojos y las orejas lo más que puedo. Dicen que “el bosque no te deja ver los árboles” cuando estás muy metida en algo, por eso una trata de tomar algo de distancia para gozar con lo que está pasando. Estoy intentando hacer una reflexión todas las semanas para no ir perdiéndome de cosas que son super interesantes de mirar. Carolina Pérez, que me está ayudando a levantar el trabajo territorial, me dijo: “imagino que como periodista estás haciendo un registro diario” y no, no se me había ocurrido.
Supongo que a la gente que ha pasado por el congreso, todo esto le resulta más fácil o cómodo. Hay cosas que me siguen impresionando mucho, como la performatividad de la política y el reconocimiento de identidades políticas, algo a lo que no me acostumbro mucho. Creo que lo que más me ha gustado mirar e ir absorbiendo es la relación con los pueblos originarios. Aprender de sus formas y tiempos políticos ha sido superinteresante. Es un Chile que nunca había compartiendo un espacio así.
Lo que más me llama la atención de la Constitución del 80 es que, al cimentar un sistema subsidiario neoliberal, lo que se instauró no fue solo un sistema político-económico. También se terminó afectando a una sociedad completa. Hoy, hay una forma cultural neoliberal subsidiaria, por decirlo así. Pensamos en neoliberal. Eso permea todos los espacios: el valor de la competencia, del rascarse con las propias uñas; se premia a los que sacan las mejores notas. Me hace explotar la cabeza que eso se haya vuelto parte de las relaciones sociales. El corazón de esto, para mí, es que podamos superar ese sistema neoliberal con una Constitución de derechos sociales, democráticos, paritarios; y así, quizás en diez años, la sociedad se mirará a sí misma de forma distinta. Me dan ganas de llorar cuando lo digo. No sé si lo logremos, pero ya estar pensando que podríamos hacerlo como país es lo que me tiene acá. Sería el mayor paradigma que podríamos cambiar.