“La novela explora el incómodo lugar que tiene la representación en el presente. Vivimos un momento en el que se celebra, y con razón, que grupos secularmente marginalizados hayan tomado la palabra. Everett nos amarga un poco la fiesta contándonos lo que en el fondo ya sabíamos, que tras todo documento de cultura hay un documento de barbarie”, escribe Ignacio Álvarez sobre Cancelado, la obra de Percival Everett, reciente ganador del Premio Pulitzer 2025 por su novela James (2024).
Por Ignacio Álvarez
Cancelado es una novela que, para nuestro contexto, tiene todo en contra. Su tejido verbal constantemente compara varias formas del inglés escrito (el académico, el literario) y varias formas de lo oral (el habla de los afrodescendientes más marginados, por ejemplo, o de los profesores universitarios). Muchos de sus mejores momentos dependen de ingeniosos juegos de palabras y, en general, de datos muy enraizados en el contexto estadounidense, como la violencia de los grupos conservadores contra los centros que practican abortos, por ejemplo. El mismo título es un incordio: en inglés la novela se llama Erasure, “borradura”; su primera edición en castellano, la que leo, lo tradujo como X, una especie de icono del gesto de borrar, y en la reciente resurrección de 2024, sin cambiar demasiado el texto de la traducción, la editorial prefirió llamarla Cancelado.
Lo que estas palabras querrán transmitir es que, incluso con todas esas dificultades, aun cuando leerla en español nos desoriente un poco, aun cuando la traducción fracase porque cualquier traducción de Cancelado fracasaría, leerla vale muchísimo la pena. Algunos datos preliminares: el año pasado fue considerada como una de las “grandes novelas americanas” de la historia por The Atlantic; el New York Times la incluyó en su lista de los cien mejores libros del siglo XXI (en la que aparecían Bolaño y Labatut y que dio algo que hablar entre nosotros), y su adaptación cinematográfica, American Fiction, de 2023, estuvo nominada a cinco premios Óscar al año siguiente, y ganó el de mejor guion adaptado.
La novela sigue a Thelonious Ellison, “Monk”, novelista y profesor universitario incómodo en su propio pellejo. Como escritor, no logra ser suficientemente negro como para que sus libros encuentren lectores. El problema de las expectativas que genera y de sus propios gustos está bien resumido por un reseñista: “a uno le resulta imposible comprender qué relación guarda esta reelaboración de Los persas de Esquilo con la experiencia afroamericana”. Como académico, es incapaz de conectar con el posestructuralismo o el posmodernismo al que se entregan sus colegas, a la libertad absoluta del significante, a la libre indeterminación de los sentidos, tal vez por la misma exigencia de representación política que se le hace. Como hijo, por último, no encuentra su lugar entre sus hermanos, ambos médicos: una chispeante ginecóloga comprometida con la opción de abortar y un cirujano plástico que, tras un divorcio tempestuoso, está por fin reconociéndose como homosexual.
Harto de la impostura identitaria, cansado de los estereotipos con que los blancos quieren leer a los negros y con los cuales incluso algunos escritores negros se representan a sí mismos, deprimido por las problemas familiares, en fin, irritado con las dificultades que tiene el espacio que ocupa en el mundo, decide escribir su venganza: la novela Mi poblemática (así, sin la r), una parodia feroz de esas “majaderías degradantes y desmoralizadoras” sobre los afroamericanos que parecen triunfar en el mercado, esas en las que los jóvenes del gueto juegan con armas como si fueran juguetes, roban y violan casi sin conciencia y viven fumando marihuana. ¿Quieren sus estereotipos?, dice, ¡tomen sus estereotipos! Como se adivinará, cuando el libro se publique nadie va a entender que es una broma: no solo se leerá de manera literal, sino que irá por el mundo cosechando alabanzas por su “verdad”.

Percival Everett
Seix Barral/De Conatus, 2024
392 páginas
Parodia de la parodia, Cancelado es una comedia algo trágica, entretenida y que se hace algunas preguntas muy agudas. ¿Hasta qué punto el compromiso de los lectores con las comunidades marginalizadas no es, en el fondo, una nueva marginalización, que les impide reescribir a Esquilo, si así lo quisieran? ¿Hasta qué punto el interés por ser genuino y verdadero en lo que se escribe no es sino una nueva impostura, peor que las imposturas conscientes si es que el que la ejerce olvida que se trata de una impostura? Pero hay que leer con cuidado estas preguntas, porque las respuestas que ofrece Percival Everett (Georgia, 1956), su autor, esquivan las obvias respuestas que un liberalismo ramplón nos ofrecería.
Monk no quiere ser un escritor blanco, o un escritor tal como son los escritores blancos, y la verdad es que tampoco puede serlo. La realidad de la marginalidad lo golpea de todos modos, por mucho apego que tenga por Esquilo, y lo golpea en el seno mismo de su familia, cuando su hermana es asesinada, al comienzo de la novela, por extremistas antiaborto. Por otro lado, la propia exigencia que le hace la crítica, ese “no ser suficientemente negro”, le impide entregarse con entera ingenuidad al juego posestructural de los significantes que sus colegas defienden, a la supuestamente libre flotación del sentido.
La novela explora, a mi juicio con maestría, el incómodo lugar que tiene la representación en el presente. Vivimos un momento en el que se celebra, y con razón, que grupos secularmente marginalizados hayan tomado la palabra. Everett nos amarga un poco la fiesta contándonos lo que en el fondo ya sabíamos, que tras todo documento de cultura hay un documento de barbarie, que las tragedias por fin visibilizadas esconden otras tragedias, doblemente invisibles ahora.
Tal vez lo más atractivo de la novela es que no sucumbe a la ironía pura. Su diseño deja el problema en manos de los lectores y las lectoras. Los textos están naturalmente sujetos a la interpretación, dice, a la parodia o a la beatificación, pero parece ser tarea de quien los lee descifrarlos correctamente en su contexto. La literatura contiene efectivamente varios sentidos, pero solo el tontorrón ignora que no todos esos sentidos se dan al mismo tiempo, que solo algunos encarnan en cada momento de la historia. Es más: las lecturas ingenuas, política e ideológicamente ingenuas, no hacen sino replicar los gestos autoritarios que supuestamente quieren combatir.
Percival Everett publicó en 2024 una nueva novela, esta vez traducida rápidamente al español, que ojalá pueda encontrarse en las librerías chilenas durante este año. Como es su costumbre, se ubica con elegancia en las mismísimas patas de los caballos. En James, así se llama este libro, se reescribe el Huckleberry Finn de Mark Twain desde la perspectiva del bobo y supersticioso Jim, el esclavo de lengua saltarina que acompaña a Huck en su descenso por el Mississipi. En su versión se llama James y, por cierto, no es ni bobo ni supersticioso, sino todo lo contrario. ¿Puede un escritor afrodescendiente rescatar un clásico del siglo XIX que ha sido criticado duramente por su racismo? Por supuesto, en la medida en que ese escritor sea en realidad y en primer lugar un lector, el mejor de todos los lectores posibles.