La Universidad de São Paulo es una de las mejores instituciones públicas del mundo. Generalmente aparece en los rankings internacionales como la primera de Sudamérica, aunque su Rector, el Doctor Marco Antonio Zago, dice que esos indicadores no miden toda la complejidad de una universidad y que deben ser considerados con cuidado. De todos modos, advierte que uno de los desafíos de las universidades públicas es demostrar su calidad académica y contribución a la sociedad. En esta entrevista aborda el contexto de la Educación Superior brasileña en relación con Chile y el resto del continente.
Por Cristian Cabalín | Fotografía de portada: Léo Ramos Chaves/ Pesquisa FAPESP | Fotografía de interior: Felipe Poga
El año académico de la Universidad de Chile fue inaugurado con una charla magistral de Marco Antonio Zago, Rector de la Universidad de São Paulo. Esta institución adhirió en noviembre de 2014 a la Declaración de Santiago, una instancia promovida por nuestra Universidad para fortalecer los lazos entre las universidades públicas del continente. El Rector Zago cree en esa cooperación y en el aporte de las instituciones del Estado al desarrollo de los países. Por eso defiende el aumento de la matrícula pública para contrarrestar el sostenido incremento de la oferta privada y se opone tajantemente al lucro en educación.
“La Educación Superior en América Latina, en particular en Sudamérica, ha crecido mucho en las décadas recientes. En Brasil, en los últimos 20 años, tuvimos un incremento de casi 50 veces. Pero ese aumento ha ocurrido principalmente por la expansión de la educación privada con fines de lucro. Hoy tenemos casi 75 por ciento de los estudiantes en universidades privadas y apenas un 25 por ciento en universidades públicas”, dice Zago al comenzar este diálogo con Palabra Pública.
Pese a esa expansión, en muchos países de Sudamérica el acceso a la Educación Superior de calidad es elitista…
El ingreso es un tema crítico. En el caso de Brasil, las universidades trabajan con un número limitado de cupos en todas sus carreras. Por lo tanto, las universidades más prestigiosas, como la Universidad de São Paulo, tienen una cantidad de postulantes diez veces mayor que las vacantes. Nosotros, por ejemplo, tenemos cerca de 130 mil postulantes para 11.500 vacantes. En este contexto de gran competencia, los estudiantes mejor preparados para las pruebas de admisión tienen la mayor probabilidad de entrar. Esos estudiantes provienen de la mejor Enseñanza Media del estado de São Paulo, que es privada, no pública. Esa es la gran contradicción de la educación brasileña: la educación pública es masiva, pero no tiene buena calidad. Los colegios privados, que cobran mucho, tienen una enseñanza de excelente calidad. Sólo las familias muy ricas educan a sus hijos ahí y luego entran a la mejor Educación Superior.
Uno de los argumentos para ampliar el acceso es permitir la proliferación de universidades privadas, incluso con fines de lucro. En el caso de Brasil, ¿la Educación Superior con fines de lucro ha dado resultados académicos relevantes?
No. El gobierno federal creó un programa de apoyo para los estudiantes que no logran entrar a las universidades públicas y se van a las privadas. Es un sistema de financiamiento público que ha permitido sólo el crecimiento del sector privado.
El lucro está permitido en Brasil y se supone que esas instituciones privadas pagan un impuesto especial para apoyar programas de educación…
Sí, el lucro en Educación Superior es legal y son grandes empresas internacionales las que crean universidades, como Laureate. Pero no existe un impuesto especial. Simplemente, hay un sistema de financiamiento para que los estudiantes pobres puedan estudiar.
¿Cómo han llegado algunas universidades brasileñas públicas a constituirse en las mejores de América Latina, considerando esa fuerte competencia con el sector privado?
Hay que precisar que no todas las universidades públicas están en esa situación. El sistema público brasileño es heterogéneo. Existen instituciones mantenidas por el gobierno federal, que son llamadas universidades federales: Río de Janeiro, Minas Gerais y otras 60 universidades. También hay instituciones que no están vinculadas al sistema federal, como la Universidad de São Paulo, que es financiada por el gobierno del estado de São Paulo.
¿En qué porcentaje?
El 100 por ciento del presupuesto proviene de los impuestos del estado de São Paulo. Por ley, el 5 por ciento de los impuestos recaudados por el gobierno del estado de São Paulo debe ir directamente a la Universidad de São Paulo. Entonces, el presupuesto de la universidad depende de la cantidad de impuestos recaudados. El gobernador del estado no puede cambiar esta disposición, independiente de su partido político. Esa ley se cumple desde hace 25 años. Por lo tanto, éste es uno de los motivos que explica que las tres universidades vinculadas al estado de São Paulo siempre aparezcan como las mejores en los rankings internacionales. Sin embargo, las universidades federales se encuentran en una situación muy difícil, que se ha agravado en los últimos años por la falta de financiamiento público.
En nuestro continente, muchas universidades públicas tienen problemas similares ¿Por qué es importante fortalecer lo público en educación?
En nuestros países, las universidades públicas son las únicas instituciones que son capaces de mantener programas de investigación consistentes. Hay universidades privadas excelentes, como la Universidad Católica de Chile o la Católica de Río, pero son pocas. Esas universidades generalmente son sin fines de lucro y poseen una estructura semejante a las universidades públicas. Sin embargo, la misión de una universidad pública es siempre promover la cultura, el conocimiento, el arte y la identidad cultural de un país.
En Chile, actualmente hay dos grandes temas en discusión sobre la reforma a la Educación Superior: gratuidad y lucro ¿Debe existir gratuidad en la Educación Superior?
La gratuidad es un derecho constitucional en Brasil. Se da en todos los niveles públicos. Es un tema que no está en discusión en Brasil, porque cualquier cambio implicaría modificar la Constitución del país. Sin embargo, es aceptable el debate sobre este tema, considerando la justicia social. Es decir, si una universidad pública es gratuita gracias a los impuestos que todos pagamos, lo justo es que toda la sociedad se beneficie de ello. Pero sabemos que la proporción de estudiantes pobres es mucho menor en las universidades públicas en comparación con los estudiantes ricos, pese a que sus familias contribuyen de igual manera a la gratuidad con sus impuestos.
¿Cómo se puede mejorar entonces ese tema de justicia social?
Es un problema grave en Brasil, sobre todo en mi universidad, porque la Universidad de São Paulo es la más exclusiva de Brasil, y si dejamos las cosas como están, siempre se favorecerá el ingreso de los más aventajados. El gobierno federal estableció por ley que todas las universidades públicas tengan al menos un 50 por ciento de estudiantes provenientes de liceos públicos. O sea, en vez de mejorar la Enseñanza Media pública para que todos los estudiantes se beneficien, el gobierno resuelve actuar sobre las universidades, presionando para su ingreso.
¿Qué porcentaje de estudiantes de escuelas públicas entran a la Universidad de São Paulo?
Ha aumentado de un 29 por ciento a un 35 por ciento.
O sea ¿esa política está funcionando?
La política sobre el ingreso adoptada por el gobierno federal no se aplica a la Universidad de São Paulo, porque nosotros no estamos obligados a cumplir esa ley. Entonces, en nuestra universidad tenemos un gran debate al respecto. Muchos quieren establecer cuotas según clase social y raza. No obstante, la Universidad de São Paulo posee autonomía y decide cómo hacerlo. Por ejemplo, resolvimos no adherir a las cuotas, pero adoptamos un sistema para darle ventaja en el examen de admisión a estudiantes de colegios públicos. Bonificamos su puntaje.
¿Y los estudiantes pobres que no logran entrar a las universidades públicas estudian en las privadas que lucran?
Sí, con financiamiento de un programa del gobierno federal.
¿El propio gobierno financia a las instituciones privadas con fines de lucro?
Sí. También hay un crédito con intereses bajos.
A su juicio, ¿es apropiado permitir de manera legal y financiar con dineros públicos el lucro en educación?
La educación no puede tornarse en un objeto de lucro. No es un objeto para ser comprado y vendido de manera libre, como se compra o vende un auto. Eso no es compatible con los objetivos del desarrollo nacional. La educación es un bien público que no puede ser objeto de transacciones. No es un bien de consumo. El Estado tiene una responsabilidad enorme en regular la Educación Superior.
¿Es posible controlar desde el Estado sin que se vea afectada la autonomía universitaria?
La autonomía es la base de la universidad, pero muchas veces es más nominal que real. Por ejemplo, la universidad que no tiene autonomía económica, no tiene autonomía plena.
¿Cómo fortalecer entonces a las universidades públicas si muchas de ellas tienen problemas financieros?
Es una pregunta difícil. Tenemos varios temas sobre los cuales las universidades públicas necesitamos trabajar en conjunto. Primero, la universidad se fortalece cuando se sujeta a un sistema de evaluación independiente y se comprueba que su trabajo es de calidad. Esto no significa crear rankings, que no siempre consideran todos los aspectos de la calidad educacional. Debemos crear sistemas respetables de acreditación. Otra forma es cooperando entre sí en las áreas de investigación y desarrollo para nuestros países. Tenemos que producir conocimiento en conjunto. Las universidades públicas deben apoyarse mutuamente y promover la ampliación de la oferta de su matrícula. Para eso, las universidades públicas deben tener equipos de investigación consolidados. Por ejemplo, nosotros tenemos seis mil profesores en la Universidad de São Paulo y de ellos el 90 por ciento son investigadores activos y trabajan en régimen de dedicación exclusiva, full time. No tienen otro trabajo más que la universidad. Una universidad pública debe sostenerse en la investigación permanente.
¿Ayuda un Ministerio de Ciencia y Tecnología a promover esa cooperación entre instituciones públicas nacionales e internacionales y producir mayor conocimiento?
En el caso de Brasil, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología fue interpretada como una victoria por los científicos, pero estoy seguro que hoy muchos de ellos están arrepentidos. Yo nunca di mi apoyo a esa idea, porque una vez que se crea un ministerio, todo depende de ese ministerio y pasa a ser parte de la dinámica política.
En Brasil es el ministerio con uno de los presupuestos más bajos, y cuando se hace necesario hacer recortes, es el primer presupuesto que se ajusta. Por otro lado, la ciencia puede ser realizada por muchos otros ministerios, como el de Agricultura o Salud, por ejemplo. Pero cuando se crea un Ministerio de Ciencia y Tecnología comienzan a aparecer las dificultades en otros sitios donde el gobierno podría financiar investigaciones. Esto ocurre porque la respuesta más común es que ya existe un ministerio para la ciencia, entonces no es necesario presupuesto para ese ítem en otras áreas del gobierno. Mi impresión es que una entidad como el Conicyt chileno, que es el equivalente al CNPQ (sigla para el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico) de Brasil, no es suficiente para la gestión de la ciencia, pero tampoco creo que un ministerio sea la respuesta. A mí me gustaría una subsecretaría de Ciencia y Tecnología ligada al gabinete del Presidente de la República. Una entidad que organice las actividades de ciencia y tecnología a lo largo de todos los ministerios con poder real para aquello. En concreto, el Ministerio de Ciencia y Tecnología en Brasil no ha tenido un real éxito en promover más y mejor conocimiento.
Frente a este escenario de incertidumbre sobre la producción de conocimiento en el continente ¿qué debería hacer una universidad pública para garantizar su importancia en la sociedad?
En primer lugar, las universidades públicas deberían crecer en matrícula y garantizar el acceso a ellas con mayor equidad. Luego deben producir investigaciones considerando las necesidades locales y regionales. Estas investigaciones deben atender las necesidades del país. Otro gran reto para las universidades públicas es su relación con la sociedad. Hay que establecer lazos con la sociedad, con las empresas y con el sistema productivo del Estado para que los países sean más competitivos y justos. Éstos son desafíos para todas las universidades públicas del continente.
¿Cómo observa a la Universidad de Chile en ese contexto?
Nosotros, en Brasil, siempre la hemos considerado como una de las mejores universidades de América Latina, como una de las representantes más importantes de las universidades públicas del continente. De hecho, nosotros necesitamos mirar más a las universidades públicas de Sudamérica. En Brasil, las instituciones de investigación se preocupan mucho de Estados Unidos, Europa y Asia, olvidándonos de nuestros vecinos, que comparten con nosotros un gran capital cultural y social. Pero debemos considerar que con nuestros pares sudamericanos vamos a compartir el destino por los próximos siglos. Nuestro futuro está unido. Y es un error olvidarlo. Por lo mismo, a la Universidad de São Paulo le interesa tener una relación mucho más intensa con la Universidad de Chile, pues esta universidad es una de las grandes representantes de las universidades públicas del continente.