En las últimas semanas, el programa radial Palabra Pública, letras para el debate, que transmite todos los viernes, a las 18.00 horas, la Radio Universidad de Chile, realizó un ciclo de entrevistas a los candidatos y candidatas al Premio Nacional de Literatura. Hoy recordamos fragmentos de la entrevista al recién anunciado ganador del galardón correspondiente a 2020, Elicura Chihuailaf, poeta mapuche, el primero en obtener este reconocimiento, que en esta entrevista se refiere al recrudecimiento del conflicto que el Estado chileno mantiene con el pueblo mapuche y a la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo que considere el buen vivir.
Por Jennifer Abate C.
Elicura Chihuailaf ha publicado más de 30 libros en solitario y en coautoría, ha sido antologador y ha traducido al mapudungun al Premio Nobel Pablo Neruda y a Víctor Jara, entre otros. Es autor de una destacada obra poética, reconocida con numerosas distinciones y traducida al francés, inglés e italiano, entre otras lenguas. A través de poemarios, así como del ensayo Recado confidencial a los chilenos y las memorias La vida es una nube azul, el poeta ha dado voz a la memoria de sus ancestros y ha propuesto un diálogo con la sociedad chilena. Entre sus galardones se cuentan los del Consejo Nacional del Libro y la Lectura a la mejor obra literaria en las categorías de poesía inédita y ensayo, y el Premio Manuel Montt que entrega la Universidad de Chile.
—Elicura, le tocó vivir en Europa el impacto de la pandemia por Covid-19. ¿De qué manera ha experimentado lo que ha ocurrido en el mundo lejos de su hogar?
Sucede que en nuestras culturas nativas, en general, en el mundo, y en particular en la cultura a la que pertenezco y me pertenece, la cultura mapuche, siempre se está considerando la dualidad del círculo de la vida. Hay una relación permanente con la naturaleza porque hay que recordar que mapuche significa gente de la tierra, nosotros pertenecemos, como uno más, a ella, y nuestro cuerpo, esa casa perecedera, vuelve a ser agua, aire, fuego, verdor. Siempre, nuestros abuelos, nuestras abuelas, nuestra comunidad, nuestros padres, nos contaron todos esos relatos, con sus consejos y sus cantos sobre el respeto a la naturaleza. Sabemos perfectamente que, cuando se violenta la naturaleza, nos estamos violentando a nosotros mismos, y se está violentando la vida en principio, que es el agua, y claramente eso estaba sucediendo. Cuando me encontré en esa realidad me produjo mucho dolor, por supuesto, por todo lo que venía, recordé que desde Wallmapu mi gente me había dicho que habían florecido las quilas y eso es un indicador científico, no es de creencia, es un indicador científico que, a nuestra gente y a cada uno de nosotros, nos dice que vendrá un tiempo de sufrimiento, de padecimiento.
La naturaleza nos ha dado una severa advertencia, pero, sobre todo, nos está dando una nueva oportunidad de que la humanidad retome el camino del buen vivir, porque sabemos que son unos pocos los egoístas, los codiciosos, los que han instalado una cultura de la depredación, de la violencia hacia la naturaleza.
—Para usted es fundamental el diálogo entre chilenos y mapuche. Hemos visto una dolorosa falta de diálogo en los eventos de las últimas semanas y meses en el sur de Chile. ¿Qué está pasando en La Araucanía?
Esto es cíclico, no se podía esperar otra cosa de un gobierno manejado por estos grupos de poder económico, este grupo egoísta y, desde el punto de vista cultural, enajenado, que siempre está viendo para otro lado, fuera de las fronteras de Chile, cuando la solución y el camino estaba dentro, con las culturas nativas. Yo escribí un libro que se llama Recado confidencial a los chilenos, precisamente en un momento parecido al que se está viviendo. Aquí hay un problema conceptual, no estamos entendiendo lo mismo frente a determinados conceptos que son fundamentales, por ejemplo, cuando se habla de desarrollo y dicen que los pueblos nativos no quieren el desarrollo. No es así, insisten ellos, nuestra gente, con mucha firmeza. Cuando se habla de la totalidad sin exclusión, de la integridad sin fragmentación de todo lo viviente, lo que se está diciendo es que la visión de mundo nuestra es que nosotros tenemos que estar en armonía con la naturaleza, porque si no, nos violentamos a nosotros mismos. El que hemos visto ha sido un desarrollo contra la naturaleza y no con la naturaleza, como lo pensamos nosotros, y claramente aquí hay un sistema económico, con todo lo que eso implica, que se ha impuesto permanentemente.
—O sea, lo que no quieren las comunidades mapuche es un desarrollo neoliberal que deprede su forma de vida.
Exactamente. Todos los gobiernos que ha habido en el transcurso de estos años han actuado de esta manera. En los años noventa escribí este libro y había una violencia tremenda; nuestras comunidades en la zona de Traiguén, Alto Biobío, Lonquimay, eran lugares sitiados. Entonces, no me sorprende, esta es la historia de Chile. Basta decir que cuando se esperaba, dada la circunstancia de violencia y de dolor de la cual iba saliendo el país, que iba a haber una actitud diferente de parte de los gobiernos “demócratas”, no fue así. Creo que no es sorprendente que esté pasando lo que está pasando.
—Usted habla sobre la opresión del Estado sobre el pueblo mapuche, pero otra cosa es la manifestación de personas comunes y corrientes, de civiles que hace algunas semanas lanzaron insultos en contra de personas mapuche en La Araucanía. ¿De dónde viene eso? ¿Por qué personas chilenas comunes y corrientes manifiestan repudio e incluso realizan manifestaciones racistas contra las personas mapuche?
Esto tiene que ver con la cultura, con la forma educativa que se ha instalado. Se dice que Chile es un país de blancos, donde gracias a lo benigno del clima no fue necesaria la importación de negros, y donde la presencia de indígenas al sur de Chile y en las más bajas capas del pueblo es visible al ojo. ¿Qué significa eso? Es una invitación a la discriminación. Eso está en muchas acciones y se manifiesta de muchas maneras la discriminación producto de una educación blanquizadora, excluyente de la hermosa morenidad, de la hermosa negritud, de la hermosa amarillentud. Nosotros comprendemos que también es hermosa la blanquedad de la comunidad, pero aquí se ha pretendido depredar el jardín del mundo, expresado en ese territorio que hoy se llama Chile. Se ha pretendido violentar ese jardín, borrar las flores, que somos nosotros, porque cada flor tiene un color, una forma, una textura, un aroma, y cuando una de ellas se pierde, se marchita, todas se pierden. El resultado es que aquello que preconiza un pequeño grupo de poder, supuestamente blanco, se instala en toda la población.
—En Recado confidencial a los chilenos usted reflexiona: «Me digo, ¿cuánto conoce usted de nosotros? ¿Cuánto reconoce en usted de nosotros? ¿Cuánto sabe de los orígenes, las causas de los conflictos de nuestro pueblo frente al Estado nacional? ¿Qué ha escuchado del pensamiento de nuestra gente y de su gente que -en la búsqueda, antes que todo, de otras visiones de mundo, que siempre enriquecen la propia- se ha comprometido con el entendimiento de nuestra cultura y nuestra situación?”. ¿Qué respuesta se entrega usted hoy, dos décadas después? ¿Cómo se puede producir ese acercamiento que nos haría conocernos más?
Esas preguntas hoy siguen sin respuesta, casi nada ha cambiado, ha habido avances. Ahora, en el denominado estallido social, aunque soy escéptico, pudimos ver todos y todas que la presencia de las banderas mapuche era muy notoria y eso significa un cambio que alivia nuestro dolor. Creo que este es el momento, teniendo presente ese dolor, el atropello que se ha hecho una vez más de nuestra gente, de, si la naturaleza nos da esta posibilidad, ir hacia el camino del buen vivir, y para ello lo fundamental es el diálogo.
—¿A qué se refiere con buen vivir?
A la no violencia contra la naturaleza, porque esa violencia va dirigida hacia nosotros, pero sabemos que no es el pueblo chileno profundo el que la ejerce y no son los pueblos nativos los que ejercen la violencia contra la naturaleza. El buen vivir significa tener conciencia de esa biodiversidad y comprender de verdad que debemos respetar a todos los seres vivos. Si se violenta el agua, la pregunta es: ¿hay un acto más violento? Cuando se habla de terrorismo: ¿hay un acto más terrorista que actuar contra el agua, que es la vida? Depredar los bosques significa desaparecer a los protectores del agua; cuando desaparece un bosque, desaparecen insectos, animalitos, hongos, etcétera, etcétera; es como si estuvieran arrancando páginas de los diccionarios porque si desaparecen los insectos, la diversidad arbórea, ¿qué está sucediendo? Están eliminado el diccionario, y nuestros hijos, nuestras hijas, generaciones venideras, independientemente del color, desconocerán esos conceptos. Qué más violento que nos estén borrando nuestro hablar, ya sea en mapudungun o en castellano o en cualquier otro idioma.
—Usted se refería a la presencia de banderas mapuche en las manifestaciones que comenzaron en octubre de 2019. En los últimos diez meses se han sucedido muchos eventos que han cuestionado nuestras bases, el modelo de desarrollo al que nos referíamos previamente, y estamos ad portas de un plebiscito que podría cambiar la Constitución, considerada ilegítima por haber sido creada en dictadura ¿Cómo se para usted frente a estos hechos? ¿Cree que hay posibilidad de cambios estructurales? Quisiera saber cuál es su análisis sobre lo que ha ocurrido en los últimos meses en nuestro país.
Que yo sea escéptico/optimista no significa que no tenga esperanzas en algunos aspectos, de ahí mi optimismo, pero creo que es fundamental el cambio de Constitución. Esa nueva Constitución podría significar la llegada, por fin, de la democracia. Ni los pueblos nativos, que tenemos conciencia de esa realidad, ni el pueblo chileno profundo, que ha comenzado a tener conciencia, vivimos en democracia. Me parece que hay que buscar el diálogo y no solamente entre los pueblos nativos y el pueblo chileno profundo: la conversación es un acto de subversión porque nos permite cuestionar el sistema imperante, porque nos permite plantearnos cara a cara con nuestros dolores, pero también con nuestras esperanzas, y bueno, estarán los líderes, que en los momentos más difíciles asoman. Cuando me han preguntado, he dicho que no es que yo pretenda transformarme en un líder, pero sí considero que el Premio Nacional de Literatura, que han obtenido pocas mujeres, nunca lo ha obtenido alguien perteneciente a alguna cultura nativa. A mí me toca, en este caso, ser postulado por la Universidad de La Frontera, entre otras, a este premio, y considero que eso es una ventana que puede transformarse en una posibilidad de diálogo en un momento en que se necesita una conversación en que uno pueda poner sobre la mesa la existencia de una visión de mundo.
—Si usted resulta ganador, no sólo sería un reconocimiento a su obra, sino que uno que también contemplaría a otros autores y autoras pertenecientes a los pueblos originarios. Usted dice que eso abriría posibilidades de diálogo.
Claro, la invitación a la conversación para mí ha sido permanente y creo que ahora ha sido reconocida no sólo en Chile, sino que también en el mundo. De hecho, me sentí muy dignificado y emocionado cuando supe que la directora general de la Unesco, en su discurso del 21 de marzo, en el Día Internacional de la Poesía, hizo una síntesis de la historia, del quehacer literario a lo largo de muchos años, y comenzó recordando a escritores como Kafka, Garcilaso y tantos otros, y concluyó diciendo que hoy ha surgido una corriente preocupada por vivir, convivir con la naturaleza, y mencionó mi nombre y un fragmento de mi poema Sueño azul. No es que yo tenga deseos de haber postulado al premio, pero cuando la Universidad de La Frontera me lo planteó por primera vez, yo tenía 60 años y poco más de diez libros publicados, y parte de esa obra traducida a diferentes idiomas, y pensé: “bueno, si se premia una obra, se premia una trayectoria y es un reconocimiento nacional e internacional”. Entonces, por qué yo me iba a negar a ese honor que me planteó hace años la Universidad de La Frontera. Ojalá este año sea el momento en que esta instancia asuma a Chile como un país diverso y pluricultural.
Esta entrevista fue emitida el viernes 7 de agosto en el programa Palabra Pública, letras para el debate, a través de Radio Universidad de Chile, 102.5 FM.