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Chile sueña con su canal cultural

Ha pasado más de un año desde el anuncio de la creación de un canal de televisión cultural y educativo para nuestro país. A pesar de que su implementación ya se está discutiendo en el Congreso, no hay muchas certezas sobre sus contenidos, formas y líneas editoriales, lo que ha levantado dudas y suspicacias, pero también ha dado espacio a expectativas e ilusiones.

Por Sofía Brinck | Fotografías: Felipe Poga y Sofía Brinck | Forografía de portada: Anete Lusina, Pexels.

El 19 de mayo de este año, la Presidenta Michelle Bachelet, junto a cuatro de sus ministros, firmó el proyecto que busca modernizar Televisión Nacional de Chile y crear un nuevo canal cultural educativo para el país, anunciado en mayo de 2015. Fue un momento de cumplimiento de promesas de la Mandataria a sólo días de la cuenta pública de la nación y reafirmaba el compromiso de su Gobierno con la promoción de la cultura. Sin embargo, dos días después, en Valparaíso, en los 55 segundos destinados a la cultura no hubo ninguna referencia al tema. La decepción se extendió y se sumó al malestar que ya rondaba debido a la reserva con que ha sido desarrollado el proyecto.

Lo que la Presidenta firmó en mayo pasado fue la indicación sustitutiva de la Ley 19.132, llamada también Ley Larga de TVN, que contempla modificar algunos aspectos de los estatutos de la emisora para reafirmar su orientación pública y la creación del nuevo canal. A grandes rasgos, se plantea que la nueva señal cultural será una filial de TVN, pública, de libre recepción, de alcance nacional, con contenidos de alta calidad y libre de publicidad. Esto, asociado a una inversión de cien millones de dólares, de los cuales un cuarto se destinará como inversión inicial y única al canal cultural.

El proyecto fue trabajado por una comisión compuesta por representantes de los ministerios de Educación, Hacienda, Secretaría General de Gobierno y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Para vincular a otros actores de la sociedad civil, la comisión organizó en noviembre pasado el Seminario “TV Pública/Cultural/ Educativa”, del que emanó un documento con orientaciones programáticas y editoriales para la futura señal.

Al cierre de esta edición, el proyecto se encontraba en su segundo trámite constitucional en la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones del Senado.

Cultura y televisión

Cada semana, en Chile se emiten aproximadamente 1.050 horas de programación a través de los siete canales de la televisión abierta. De ellas, sólo 60 corresponden a contenidos “culturales”, es decir, el 5,9%. Esto, teniendo en cuenta que desde el 2014 el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) obliga a los canales a emitir al menos cuatro horas semanales de programación cultural, lo que indica que un 40% de esos programas fueron puestos al aire para cumplir la ley.

Los últimos informes y encuestas del CNTV han evidenciado que los chilenos no están conformes con la programación que están ofreciendo las señales de televisión abierta. Según la Octava Encuesta Nacional de Televisión realizada por el organismo, un 62% de los consultados no está satisfecho con la televisión abierta, y entre las principales expectativas sobre la programación de los canales se cuentan peticiones de mayor cultura (31%), más programas educativos (17%) y más programación infantil (16%).

Pero la pregunta de fondo es sobre qué “cultura” estamos hablando. Actualmente, el artículo 12° de la ley 18.838 define programas culturales como “aquellos que se refieren a los valores que emanen de las identidades multiculturales existentes en el país, así como los relativos a la formación cívica de las personas, los destinados al fortalecimiento de las identidades nacionales, regionales o locales, como fiestas o celebraciones costumbristas, y aquellos destinados a promover el patrimonio universal y, en particular, el patrimonio nacional”.

Sin embargo, la definición no está exenta de polémica. De acuerdo al Informe de Programación Cultural del CNTV de febrero de este año, el programa con más rating de ese mes fue la teleserie Moisés y los diez mandamientos (TVN), que está catalogada como programación cultural, categoría patrimonio universal.

Modelos e ideas para una nueva televisión

Las experiencias a nivel mundial sobre la televisión pública y cultural son dispares. Varían en forma de organización, financiamiento, públicos, objetivos y plataformas utilizadas, y todas han sido observadas desde la comisión para dilucidar hacia dónde se moverá Chile.

El modelo de televisión pública más admirado del mundo es, sin lugar a dudas, el de la BBC de Londres. La British Broadcasting Company fue fundada en 1926 y su misión es “enriquecer la vida de la gente con grandes programas y servicios que informen, eduquen y entretengan”. Su característica particular es que el 80% de su financiamiento proviene de un impuesto que deben pagar todos los británicos que tengan un receptor televisivo.

Otros exponentes de televisión pública anglosajona son la PBS (Public Broadcasting Service) de Estados Unidos, una red de televisiones públicas financiada por sus estaciones afiliadas, fondos federales y otras formas de ingresos; y la CBC de Canadá (Canadian Broadcasting Company), cuyos informativos son los más vistos del país y opera en múltiples plataformas. Sus fondos provienen de una subvención directa del gobierno canadiense y publicidad.

En América Latina las experiencias de las emisoras públicas han sido fuertemente influenciadas por la educación y la cultura. Canal 11 de México fue el primer canal educativo y cultural de la región, además de ser la primera señal dependiente de una universidad en el continente, el Instituto Politécnico Nacional. Ha ganado dos veces el premio que entrega la Unesco a la mejor televisión y es financiado por el Estado.

Argentina, por su parte, tiene el Canal Encuentro, que pertenece al Ministerio de Educación. Llega a seis millones de hogares y busca la equidad en el acceso al conocimiento. Sus contenidos son de carácter documental y pedagógico y su programación infantil ha tenido tanto éxito que dio origen a un canal independiente. En Colombia existe un sistema mixto. Hay una red de medios de comunicación públicos y estatales a cargo de Radio Televisión Colombia, y a la vez existe un canal cultural. Señal Colombia fue creada en 1970 y se propone reforzar la identidad cultural y la memoria del país. Su carácter innovador la ha posicionado como un “laboratorio audiovisual”.

Pero a pesar de que el futuro canal chileno o debe evaluar aspectos de experiencias extranjeras, su misión es tener presente la realidad chilena y sus propios desafíos. Es por esto que en Palabra Pública decidimos explorar los deseos de diferentes actores que se mueven en la realización, la academia y la fiscalización de contenidos televisivos, tres áreas clave para este debate.

“La ciudadanía merece tener su propio espacio en la televisión”

Antonio Carrillo (27) iba en quinto año de Periodismo en la Universidad de Chile cuando con cuatro compañeros presentaron una propuesta de programa de tele – visión en Canal 13C (emitido por cable). Había sido un proyecto de un ramo y ante su sorpresa fue aceptado. Debieron grabar un piloto, conseguir auspiciadores y armar una temporada de ocho capítulos mientras terminaban sus ramos en la Universidad. La Bicicleta se estrenó el día previo a su ceremonia de egreso. Luego vendrían dos temporadas más, nuevos auspiciadores, un equipo más grande y un Fondart.

Ahora Carrillo tiene una productora y trabaja en el Centro Cultural La Perrera haciendo, precisamente, contenidos audiovisuales culturales. “La televisión cultural tiene que estar al servicio de los ciudadanos, de lo público, y debe estar totalmente relacionada con lo educacional, con lo artístico, con lo identitario. Debe hablar de nuestra sociedad, de nuestra geografía, de nuestras costumbres; y estar al servicio de nosotros mismos”, afirma.

No concibe la idea de una televisión cultural regida por el mercado o por el rating. Cree que la mayor parte de lo que hoy es entendido como cultural no lo es, ya que no se educa en televisión. Antonio Carrillo cree que el nuevo canal debería ser un espacio para innovar, transgredir, crear y reinventar la televisión como se conoce hasta hoy, cruzando las fronteras de las diferentes plataformas que existen. Y que precisamente por eso se le debería dar un espacio a las universidades y a los jóvenes en la programación, ya que son los mejores exponentes de un “espíritu transgresor necesario para una televisión pública que sea vanguardista, progresista, moderna, de nuevos lenguajes”.

Antonio Carrillo. Fotografía: Sofía Brinck.

“El acceso de todos los chilenos al canal es fundamental”

“Debe contener una propuesta que permita integración cultural, difusión cultural, profundizar en aquellas temáticas que tienen que ver con la identidad, con la memo – ria, con el patrimonio”, parte enumerando Carlos Saavedra al pensar cómo debería ser una televisión cultural.

El periodista, documentalista y académico de la carrera de Cine y Televisión de la Universidad de Chile cree que una nueva plataforma como la que se está planteando debería apostar fuertemente por una búsqueda de estrategias comunicacionales que irrumpan y pongan en tensión los formatos actuales.

Saavedra tiene vasta experiencia en televisión: desde la productora Sur Imagen ha co-dirigido las series de televisión Frutos del país y Pueblos originarios, y ha participado en otras como Al Sur del Mundo. A raíz de esa experiencia destaca la importancia de incorporar otras voces y relatos en el nuevo canal, y enfatiza que éste debería ser financiado por el Estado, el que también se debería preocupar de que todos los ciudadanos tengan acceso a la señal. “No como TVN, que supuestamente era nacional y nunca logró llegar a todas partes”, recuerda.

Pone ojo también en los equipos de producción y realizadores, los que, según él, deben ser dinámicos y descentralizados. “Un canal cultural debería tener la posibilidad de tener más de un equipo de realización y de dirección, y las líneas editoriales deberían verse totalmente reflejadas en esas diferencias”.

Carlos Saavedra

“Dan ganas de saber en qué se está pensando. Hablemos en serio”

El Observatorio de Medios Fucatel lleva años analizando y reflexionando sobre el rol de los medios de comunicación en la sociedad chilena. Siempre ha sido protagonista de la discusión política y social en torno a las comunicaciones y esta vez no es la excepción. Hoy están preocupados, ven con recelo el proyecto de ley que modificará TVN y creará el canal cultural, y critican la premura con que ha sido planteado el tema. “No es el proyecto que nosotros habíamos apoyado”, declara Manuela Gumucio, su directora general.

Cree que hay que romper los esquemas de lo que clásicamente se ve como televisión cultural y ampliarlo a otros campos, como las ciencias, o los temas que discute el país, o el proceso constituyente, por ejemplo. “Lo cultural no se puede definir atemporalmente, es algo que siempre se va a definir en función de lo que está pasando en una sociedad”, apunta. “Es una voluntad de enriquecer, de alimentar a una sociedad en torno a sus necesidades más urgentes”.

Una de las principales preocupaciones de Fucatel es cómo se va a implementar el nuevo canal. Sería una segunda señal de TVN con la nueva llegada de la televisión digital, pero eso no se ha abordado a nivel de Congreso ni de quienes están llevando a cabo la discusión de la nueva norma. Además, esa segunda señal ya se había negociado de forma extraordinaria para una señal regional, por lo que queda en duda cómo se solucionará el tema.

Para Fucatel otro de los temas en disputa es el financiamiento. “Este proyecto de ley trae sólo financiamiento para instalar el canal. ¿De qué va a vivir después? Según el proyecto de ley, el canal tiene que autofinanciarse luego”, denuncia Gumucio. Su preocupación es que ante la necesidad de autofinanciarse tenga que acudir a las grandes audiencias y con eso, a la publicidad, lo que le impediría “explorar formatos y programas que no tengan asegurada esa rentabilidad económica”.

Manuela Gumucio. Fotografía: Felipe PoGa
“No es el Gobierno, ni tampoco la ley, el que va a definir el contenido del canal cultural educativo”

La idea de una nueva emisora apareció por primera vez en el programa de la entonces candidata Michelle Bachelet. Como explica Bruno Bettati, Jefe del Depto. de Contenidos de la Secretaría de Comunicaciones de la Segegob, responde a una inquietud ciudadana, ya que surge como una “necesidad para generar pantalla para ciertos contenidos imprescindibles para el desarrollo del país, en particular contenidos educativos, culturales e infantiles, que por razones de mercado no logran aparecer en las pantallas tradicionales de televisión abierta”.

En este sentido, la nueva señal sería “el eslabón que falta” entre la producción cultural chilena y la necesidad de otros contenidos. Bettati es enfático en subrayar que el canal no tendrá publicidad, tal como lo anunció en su momento la Presidenta, y que se financiará vía Ley de Presupuesto. ¿Cuándo se concretará? Desde el Gobierno saben que es difícil poner fechas debido a los tiempos del Congreso, pero esperan que esté listo aproximadamente un año después de la aprobación del proyecto.