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Eva Muzzopappa: “El secreto de Estado es una muestra de poder”

El aparato estatal, las fuerzas armadas y lo que las instituciones ocultan y atesoran en sus legajos son el material de investigación de la antropóloga argentina, que se ha aproximado a la realidad chilena en casos como los archivos de Colonia Dignidad y la desclasificación del departamento jurídico de la U. de Chile, un hito que “permite trabajar más profundamente con la información que la misma universidad produce para pensarse a sí misma”, asegura.

Por Ana Rodríguez | Fotografías: Alejandra Fuenzalida

Eva Muzzopappa, Doctora en Antropología Social de la Universidad de Buenos Aires, lleva tiempo transitando entre los “archivos de la represión”. Aquellos documentos que dejaron las instituciones de la dictadura argentina que, con su aparición, han abierto nuevos caminos para las causas judiciales en derechos humanos y también para la investigación en archivística.

-La importancia de los archivos burocráticos o represivos es que dan la información que los victimarios o quienes están en los lugares de poder no quieren dar. Cuando se trata de instituciones burocráticas, sus archivos nos dan un panorama mucho más amplio, porque están hablando de cuál es la conexión entre los distintos aparatos estatales. Pero además, si se quiere, los archivos son un poco más extensos, en el sentido de que también nos dan información previa de etapas donde la gente ya definitivamente no está- dice Muzzopappa.

La antropóloga explica que hay dos tipos de archivo: los que construyeron los organismos de derechos humanos en pos de ayudar a las víctimas y familiares, y los archivos administrativos, burocráticos, que empezaron a usarse posteriormente.

¿Cuál crees que es la importancia de los archivos para la memoria? 

– Tiene que ver con qué es lo que se busca en ellos, qué tipo de material, qué tipo de información se puede rastrear. Hay ciertos archivos – la mayoría testimonios- que se conformaron inicialmente para la ayuda a las víctimas, para rastrear cierto tipo de información que terminó construyendo, mapeando, una situación que era no desconocida pero sí no reconocida por el Estado. Después, en el año 1995 más o menos, el Consejo Internacional de Archivos elaboró un informe respecto de la importancia de todos los tipos de archivos para los procesos de memoria, verdad y justicia y para los derechos humanos, y ya empiezan a aparecer en algunos lugares “hallazgos” de archivos de policías, de inteligencia, que empiezan a ser utilizados para reconstruir el itinerario de la mayor parte de los detenidos, identificar ya en términos de registro estatal cuáles eran esos lugares y eventualmente quiénes estaban a cargo, quiénes revisaban estos archivos burocráticos que se los llama de la represión, porque han sido producidos por organismos represivos, en términos de Luis Althusser. Es el concepto de archivos de la represión. Yo siempre pongo el caso de colegas antropólogas que trabajan en el equipo de antropología jurídica en la Universidad de Buenos Aires, que han rastreado la conformación del sistema represivo en el archivo judicial, en la morgue, en el ministerio o en la secretaría que estaba encargada de todo lo que es minoridad, de cómo se apropiaban los niños; y esos no son archivos represivos. Los archivos estatales son archivos burocráticos en los cuales uno no puede ir a buscar un tema sino que el tema lo tiene uno o el interés, o el problema político o la indagación judicial, y por ende lo que tiene que hacer es buscar en la forma de índices, que son aquellas cosas que nos permiten conectar algo con algo. Una planilla de personal, el envío de ciertas remesas que tienen que ver con el Estado. Todo ese tipo de cosas se han utilizado y no sólo para los periodos dictatoriales, sino para indagar otros momentos represivos en el Estado y en la historia.

Fotografía: Alejandra Fuenzalida.

Precisamente, en esta Universidad el Archivo Central Andrés Bello rescató y puso a disposición pública archivos pertenecientes a su dirección jurídica. Y esos archivos hablan de cómo era la Universidad en ese determinado momento de la historia, cuando fue intervenida por los militares. También está el caso de la Policía de Investigaciones de Chile, que liberó archivos de Colonia Dignidad. 

-Pensar una institución como una universidad a través de los legajos de los estudiantes me parece que es un trabajo increíble porque da cuenta de un montón de cosas. Particularmente el trabajo se centró en un periodo represivo y tuvo un objetivo particular por lo que entiendo, que fue el darle su diploma a quienes están muertos o desaparecidos, y también porque a mi entender forma parte o permite trabajar más profundamente con la información que la misma universidad produce para pensarse a sí misma. Y en el caso de Colonia Dignidad, quizás es un caso no contrario sino opuesto, porque se supone que el archivo está completo y que es mucho más que las fichas, las fichas son sólo una parte. Y que es propiamente lo que a mí, siguiendo a una antropóloga que es Sofía Tiscornia, me gusta denominar “mirador”: es un lugar que te permite ver un montón de cosas. Yo imagino por lo que escuché en seminarios respecto del archivo de Colonia Dignidad, que hay miles de cosas que pueden ser reconstruidas ahí. Nosotros podemos hacer múltiples abordajes de la investigación. Desde cómo era concebida la salud, de qué forma se administraba, de qué forma era un mecanismo de poder, cómo se relacionaban con el afuera desde muy distintos lugares, tanto fuera el hospital como la relación con la DINA y los prisioneros. Están las causas que tienen que ver con los delitos de lesa humanidad que es uno de los ejes a partir de los cuales se está pidiendo que se libere esa información, que entiendo está hace muchos años guardada sin ser utilizada, y después obviamente para la investigación. Pero las tres patas de la archivística actual dicen que también debería recoger la cuestión de lo que son los derechos.

Inteligencia y secreto de Estado 

En marzo de 2006, cuando Muzzopappa trabajaba en el Centro de Estudios Legales y Sociales, CELS, la denuncia de un suboficial de la armada de Trelew, Argentina, sobre una serie de archivos de inteligencia, gatilló el allanamiento de una oficina de esa institución que abrió un proceso judicial. Muzzopappa, que se desempeñaba en el área de fuerzas armadas del CELS, comenzó a colaborar con este caso.

-Llevamos el caso de espionaje de Trelew. Lo que se encontró fue un archivo bastante básico. Era el archivo una oficina primaria de recopilación de información, que recoge la información local y la envía a la cadena de inteligencia, la oficina superior, que es la que recoge los informes de todas las oficinas locales. Ahí se supone que hay un archivo más grande que nunca apareció, porque se allanó la oficina de inteligencia Puerto Belgrano, que se supone que es ahí donde estaba el archivo mayor, y bueno, ya se había limpiado todo, se encontraron re-poquitas cosas- explica la antropóloga.

El trabajo de Muzzopappa comenzó con un archivo que estaba desarmado y que era lo que se llama archivo de oficina o de gestión. “No tenía nada fundamental de estas cosas que la gente imagina que puede llegar a tener un archivo de inteligencia”, dice.

Porque un archivo de oficina puede ser, por ejemplo, “compramos 50 carpetas blancas”. 

-Exacto. Eso estaba, comunicaciones de ingresos y egresos, agendas de contactos de la misma gente. Pero también había, por ejemplo, recortes periodísticos. Que uno los puede encontrar en internet, no es información extraña de ningún tipo. No había prácticamente, salvo en un par de casos que yo relevé, registro de actividades de seguimiento de alguien. Todo se manejaba más bien con información abierta. A partir de eso, la pregunta que me empezó a generar interés fue de qué me sirve este material, porque es un archivo que no dice nada. Entonces empezar a preguntarse respecto de la noción de secreto, de lo que es un archivo de inteligencia, de entender la actividad de hacer inteligencia, cuál es el lugar de este tipo de actividades en relación a lo que se llama la autonomía de las fuerzas armadas, que fue un tema muy trabajado en los ‘80 sobre todo por gente de Flacso Chile y que de repente pasó a segundo nivel. En algún momento me interesó saber cómo estaba ordenado ese archivo y empecé a usar los criterios archivísticos. Hice un cruce con otro archivo de inteligencia que es de la dirección de inteligencia de la policía de la provincia de Buenos Aires, que es un archivo que está completo y que mantiene todas sus categorías. Fue muy interesante hacer el recorrido histórico de esas categorías y cómo se fueron manteniendo. Y eso me permite inferir un montón de cosas y corroborar otras. Siempre se supo que los organismos de inteligencia trabajaban de manera conjunta. Eso permitía ver que todavía había una cierta relación a pesar de que eso ya estaba prohibido legalmente. También me permitía ver que se seguían realizando actividades de inteligencia interior pese a que también estaba prohibido legalmente. Eso todos lo sospechaban. Y es parte de lo que se suele decir de los archivos de inteligencia: cuando se encuentran, corroboran algo que ya se sabe. Pero termina siendo el material a partir del cual uno puede reconstruir objetivamente todo estos circuitos, relaciones.

¿Se le pide más de lo que realmente tiene un archivo de inteligencia? 

-Sí, la categoría de secreto es fantástica, despierta muchos fantasmas, deseos, un montón de cosas. Para mí fue un ejercicio muy interesante porque la disputa en la causa judicial, la mayor pelea desde el inicio y el recurso que utilizaron los integrantes de la armada y sus abogados, era decir que eso era secreto de Estado. La idea de cómo y para qué es el secreto corrobora lo que algunos autores hablan, de que el secreto es una muestra de poder. Y a mí me ha hecho un montón de sentido con el tema del informe Valech. Por qué y para qué. ¿Quién dice que es secreto? ¿Qué fantasmas despierta el levantamiento del secreto? Es la intriga por saber lo que hay ahí y también la noción de peligro que se instaura cuando se dice que se va a levantar un secreto. Hablar de secreto de Estado es hablar de que hay ciertas cuestiones que pueden vulnerar la seguridad nacional. En mi trabajo hablo de cómo se constituyen secretos dentro del Estado, cómo una parte del Estado le niega el acceso a otro, porque en definitiva no hay tal cosa como el Estado, sino un montón de grupos que utilizan, en términos de Bourdieu, el poder de ese Estado.

Y que sigue operando no sólo en el caso de los archivos represivos. Hoy existe una ley de transparencia en Chile en que uno puede requerir al Estado cierta información y este, en los únicos casos en que se puede negar, es en aquellos que comprometen la seguridad del Estado. Es un velo arbitrario que se mantiene en pos de la seguridad.

-Tampoco queda claro cuáles serían aquellos eventos que los pondrían en jaque esa seguridad. Por lo general tiene que ver con lo que se entiende es un cierto estado de calma institucional, de funcionamiento, donde todavía no hay algo que se desarma. Se trata en definitiva de una cuestión de legitimidad. Parecería que hay algo que haría perder la legitimidad a ese poder que sustenta el Estado y la figura de sus representantes.

Inteligencia y pueblo mapuche

A propósito de la inteligencia y de que tú vives en Río Negro, hablemos de cómo opera la inteligencia en el caso mapuche tanto en Chile como en Argentina. Aquí se volvió habitual que se caigan las causas judiciales por ley antiterrorista, porque las pruebas no son suficientes para acreditar el delito. ¿Cómo ves tú el tema mapuche en Argentina en relación a Chile?

-Una de las cosas más significativas en los últimos dos años es que hay una intención que es cada vez más fuerte y ahora está apoyada desde el gobierno, de implementar lo que es el modelo chileno en relación a la comunidad mapuche. Acá hace pocos años existe una ley antiterrorista que se supone que se hizo para cumplir con algunas instancias internacionales en relación al lavado de dinero. Es un artículo que se incluye en el Código Penal que dobla la pena para delitos que sean realizados con objetivos de aterrorizar a la población. Hay una bajada de línea en relación a cómo se está abordando el tema mapuche y que claramente quiere asemejarse al tratamiento que está recibiendo en Chile, que se ha convertido en el modelo a seguir. Lo han citado explícitamente. Y además tiene que ver con esto del problema que significa que sea gente que cruza o que tiene una pertenencia a ambos lados de la frontera.

Se empieza a asimilar la idea de terrorismo con conflicto étnico, como si fuera la misma cosa. 

-El año 2000 hice mi tesis de licenciatura sobre eso. No estaba la ley antiterrorista, no habían sucedido los atentados contra las Torres Gemelas, pero se hablaba ya de la cultura como hipótesis de conflicto. Y particularmente se citaba al caso mapuche, pero también en la frontera de Brasil a los yanomamis, que están en Venezuela y Brasil, como algunos de los ejemplos en América Latina que reproducían un poco lo que hablaba un politólogo, que era parte de la oficina de asuntos extranjeros de Estados Unidos, Samuel Huntington, autor de El choque de las civilizaciones. En realidad él estaba hablando más que nada del lugar de Medio Oriente en relación a Estados Unidos, pero hubo como una adaptación en nuestros países en relación al problema que significaban las culturas. Yo creo que en algún punto los atentados a las Torres lo que hicieron fue centralizar en la figura del musulmán y disminuir un poco todo lo demás, pero no es algo que se haya ido del todo y en Chile menos todavía. Pero sí, es una hipótesis que se viene trabajando por lo menos desde el 2000, donde yo analicé un informe del ministerio de Defensa que recoge información del ejército en Neuquén sobre una comunidad mapuche. El problema es toda esta gente que vive a uno y otro lado de la frontera, que pretende tierras, que pretende borrar las fronteras, que se desliga de una pertenencia nacional adscribiéndose a otra.

Es interesante el tema de las fronteras. En su época, Pinochet decía que en Chile había una frontera interna, fijada en el río Biobío. Tiene que ver también con la seguridad nacional, la inteligencia. Son temas que atañen a ambos países, simultáneamente. 

-Sí, sin duda. Lo de las fronteras internas, todo eso tiene que ver con concepciones geopolíticas –bueno, Pinochet era un estudioso de la geopolítica. Se habla mucho de lo que son las fronteras internas y cada uno lo aplica en su país en función de una perspectiva específica. Es muy interesante que Pinochet lo haya fijado en el Biobío. Hay distintas formas en la geopolítica de definir lo que es la frontera interna, pero tiene que ver con eso, con algo que no está completamente integrado, algo que tiene una lógica, una dinámica o una autonomía en algún sentido, que debe ser deshecho en pos de la integridad territorial y política.

¿Qué piensas de cómo opera la inteligencia dentro de los movimientos de este tipo, de reivindicación territorial, étnica? Porque acá desde principios de los 2000 ha funcionado desmantelando las organizaciones, tomando presos por largo tiempo a los dirigentes, y luego son causas que se caen y que terminan en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero se sigue ocupando el mismo modelo sistemáticamente. ¿Es así allá o está recién empezando?

-No, está recién empezando, es la primera vez que hay una causa de este tipo. Con una colega, Ana Ramos, hicimos un rastreo de las causas hasta fines del año pasado, antes de que se hiciera la nueva contra Facundo Jones Huala, de cuáles habían sido los casos en los cuales se había tratado de implementar la ley antiterrorista y ninguna había prosperado y había sido contra periodistas, contra una organización medioambiental, ese estilo. Ninguna había prosperado. La que avanzó un poco más fue esta de Jones Huala, que se cayó después de que llegó hasta la procuraduría y ahora volvió y yo creo que es la única que se está haciendo. Son causas que justifican o que habilitan ciertas inteligencias. Sé que hay una articulación con Chile que puede llegar a ser más política en los últimos años, pero que en realidad tiene que ver con esto de la gente que está a uno y otro lado de la frontera, como hay muchos casos en sociedades fronterizas como las nuestras. Entonces al invocar una pertenencia diferente a la argentina y la chilena es como que se vuelve más peligroso. Toda esa lógica impregna muchas cosas y actualmente lo que han hecho estas leyes antiterroristas es centrarlos en un sujeto especial, que parece asumir todas las características. Esto que mencionabas me parece interesante porque está volviendo a ponerse en primer plano respecto de la cultura o de la pertenencia no nacional como un problema.