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Leyla Selman: “Escribir siempre repara, es terapéutico” 

La dramaturga estrena INTER-ESTELAR en el Centro Cultural CEINA, su primera obra escrita especialmente para una audiencia adolescente por encargo de la directora Aliocha de la Sotta y el Teatro La Mala Clase. La premiada y prolífica autora habla sobre los entresijos de su proceso creativo, sus fuentes de inspiración, su estrecha relación con el director Rodrigo Pérez y sus proyectos futuros. “No siento afecto por lo que he escrito, pero sí mucha fascinación por lo que tengo por escribir y eso es lo que me llena de emoción”, dice.    

Por Denisse Espinoza A.
INTER ESTELAR, la nueva obra de Leyla Selman, bajo la dirección de Aliocha de la Sotta.

«Nació aquí, en este teatro», cuenta Leyla Selman (Concepción, 1976) sentada en una de las oficinas del Teatro La Memoria, en alusión a INTER-ESTELAR, su más reciente creación, que se estrena este 8 de mayo en el Centro Cultural CEINA a cargo de la compañía Teatro La Mala Clase. Un encuentro fortuito después de una función con la directora Aliocha de la Sotta —de origen penquista al igual que ella— le dio pie para escribir su primera obra para un público joven. «Me dio mucha libertad», cuenta Selman, quien se embarcó en el “super desafío” de construir una historia que resonara con esta audiencia específica, pero que, según adelanta, tocará fibras universales. 

La obra, que aborda temas como el bullying, la discriminación, la intersexualidad y la diversidad corporal, retrata la dinámica de una familia chilena que recibe una noticia inesperada: su hijo menor quiere “mutar”. Selman prefiere no adelantar detalles sobre la naturaleza específica de este cambio, para dejar al público descubrir cómo cada personaje enfrenta, acoge y se resiste a esta realidad. “La familia se ve confrontada a sus propias complejidades a través de la experiencia del hijo preadolescente. Hay mucho amor, y eso es muy transparente”, asegura la dramaturga y actriz sobre INTER-ESTELAR, que invita a cuestionar las estructuras sociales a través de una historia luminosa y movilizadora.


En sus 24 años de trayectoria, Selman ha vivido en carne propia el proceso transformador del teatro. Fue en ese mismo espacio del Teatro La Memoria —donde, por los días en que se realizó esta entrevista, se daban las funciones de su más reciente obra, El mejor truco de magia jamás visto— que la dramaturga volvió a nacer de la mano de su texto más autobiográfico: La ciudad de la fruta. Escrita en 2015 y estrenada en Concepción; fue en 2019 que el montaje llegó a Santiago, al Teatro La Memoria, bajo la dirección de Rodrigo Pérez. En ella, Selman narra los abusos infantiles que sufrió durante los años 80, explorando temas como el trauma y la memoria.

“Cuando escribí la obra no tuvo el mismo efecto en mí que cuando vine a este estreno. Escribir siempre repara, es hermoso. Entregar en la escritura lo que uno vive es terapéutico, pero en pequeñito. Cuando vine a ver la obra que montó Rodrigo quedé en shock, porque no tuve nunca la posibilidad de tener una terapia. Entonces, venir a verla, con distancia, fue mi gran terapia. Creo que no haber participado en los ensayos, sino solo haber entregado el texto y que Rodrigo me llamara para preguntarme ciertas cosas y contarme otras, fue lo que causó un impacto tan profundo, en el sentido superliteral y concreto de ver que todo lo que escribí ya no estaba en mí, ya no lo tenía como una mochila. Fue liberador, me sanó. Dejé de sobrevivir porque ya no tengo ese peso horrible”, cuenta la autora.La obra, además, afianzó la relación entre Selman y Pérez —director de piezas como Noche de reyes o Provincia capital—, quienes venían colaborando desde 2012, cuando el director llevó a las tablas El pájaro de Chile, que Selman escribió inspirada en décimas de Violeta Parra y presentó con la compañía penquista TeatroReconstrucción. “He sido una privilegiada de haber conocido a Rodrigo y de que él haya querido montar mi trabajo. Fue él quien me sacó de Conce y me puso acá en Santiago, siempre voy a estar agradecida, porque fue entonces que empecé a conocer más el mundo del teatro, a Juan Radrigán y a Nona Fernández, que es una de las autoras que más admiro”, cuenta Leyla.

Cristián Carvajal interpreta el monólogo de Edipo Stand up Comedy

Lo cierto es que, más allá de esa amistad y padrinazgo que la han hecho conocida y solicitada en Santiago, Selman ha ido consolidando su trabajo desde Concepción a punta de premios que ha ganado por mérito propio. En 2003 recibió el Premio Nacional de Dramaturgia por su primera obra, Amador ausente, y ese mismo año ganó el Premio Dramaturgia del Sur por Los muertos. En 2012 recibió el Premio Ceres por La ciudad y la fruta y en 2014 su versión aumentada de El pájaro de Chile se quedó con el Premio Municipal de Literatura de Santiago. Más tarde, en 2022, recibió el Premio Regional del Biobío en la categoría Artes Escénicas y en 2023 la Trilogía Final, que trabajó con Rodrigo Pérez en el periodo posestallido y pospandemia, recibió el premio del Círculo de Críticos de Arte a la Mejor Dramaturgia. En particular, Hablan, la segunda parte de la trilogía, fue elegida como Mejor Obra del Año, mientras que Los ojos de Lena, la tercera parte, recibió al año siguiente el Premio José Nuez Martín que entrega la Universidad Católica. Este viernes 9 de mayo, la primera entrega, Edipo Stand up Comedy —un monólogo interpretado por Cristián Carvajal—, debutará en el Teatro de la U. de Concepción como antesala al Día Nacional del Teatro, que se celebra el 11 de mayo. En tanto, el sábado 10, en el Teatro Biobío, Selman participará como directora en Madre coraje, sus hijos y otrxs hijxs y otras madres, una lectura dramatizada del original de Bertold Brecht, organizada por Sidarte BioBío.

En la Trilogía Final te inspiras en personajes e historias de la dramaturgia clásica (Edipo, María Estuardo, Eurípides) para hablar sobre el fracaso del teatro y del oficio actoral. ¿Cómo fue realizar ese ejercicio?
—A mí me encanta reversionar clásicos, porque son genios, entonces lo único que tienes que hacer es traerlos a la actualidad, acercarlos un poquito más, y en ese trabajo aprendo mucho. Los griegos me impresionan mucho, la capacidad que tenían para urdir intrigas de forma tan perfecta que hasta el día de hoy están vigentes, porque hablan de pulsiones muy humanas, muy fundamentales. En este caso hablamos del fracaso, que es un lugar donde también todos coincidimos en lo humano que es, mucho más vulnerable y honesto que el lugar del éxito.

Y cuando se trata de textos totalmente originales, ¿dónde encuentras inspiración?
—En todas partes, me interesa mucho la microhistoria, contar acciones chiquititas que le suceden a las personas y que generalmente terminan hablando de cosas más grandes y universales.

Es lo que haces en El mejor truco de magia jamás visto, donde partes hablando sobre una mujer que tiene la extraña adicción de asistir a velorios y terminas hablando de un drama país como fue la dictadura.
—Claro, esa obra fue un encargo para la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. Estaba bien preocupada porque había un negacionismo fuerte en ese momento, entonces no la escribí pensando en quienes piensan igual que yo, sino en quienes piensan distinto. Creo que cometimos un error como sociedad en los años de democracia, donde no nos preocupamos de enseñar la historia a la gente, a los niños. Las generaciones jóvenes que saben lo que ocurrió es porque son hijos de personas que sufrieron la dictadura. Eso me hizo escribir una obra con mucha estrategia, en la que inventé un personaje como el de Margarita, que produce mucha empatía y que además juega con el humor negro. Con el humor lo que haces es flexibilizar al espectador para que pueda entrar y recibir de mejor forma lo que le quieres entregar. Es un hecho que cuando te ríes, tu cuerpo y tu espíritu se predisponen mejor a recibir el mensaje, sea cual sea. Entonces llega el momento del truco final, cuando la gente está dentro, capturada en la historia y más sensible. 

El mejor truco de magia jamás visto fue escrita para la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado.

En ese sentido, ¿cómo crees que ha evolucionado tu escritura?
—Mi primera etapa fue muy desde los márgenes. Escribía sobre el abandono en todas sus formas: el abandono social, familiar, del Estado. Luego vino una etapa donde escribí sobre mí misma, donde viví una especie de terapia a partir de la escritura. Y ahora puedo decir que estoy más madura, me siento más como una escritora que es capaz de controlar todos los elementos, que sabe dónde quiere llegar y cómo hacer para conseguirlo, y eso es exquisito. Mi cerebro está mucho más activo, más sano y focalizado, no me pierdo en las cosas que antes me quitaban energía. Pero también me cuesta y no siento ningún apego por lo que he escrito. A veces siento que no he escrito nada y eso me produce mucha frustración, mucha ansiedad. No siento afecto por lo que he escrito, pero sí mucha fascinación por lo que tengo por escribir y eso es lo que me llena de emoción, porque lo único que quiero es terminar de escribir para comenzar lo siguiente. 

En los últimos años, la inquietud creativa de Selman ha trascendido las tablas. En 2024 publicó La columna oscura (Mocha Editores), su primera novela, parte de una trilogía de ciencia ficción donde vuelve a temas como la marginalidad y la identidad, pero desde un contexto futurista. Ahora se encuentra incursionando en su primer guion para cine, una comedia titulada A la luna en el plato, “un proyecto que nadie me pidió, pero que lo estoy escribiendo igual, pensando para que todos mis amigos la actúen”, dice.

Y en cuanto al teatro, ¿cuál es tu próximo proyecto?
—Se llama Huesos y está muy entretenida porque surge a propósito de la figura de Ricardo III, ya que en 2012 se encontraron recién sus osamentas que estuvieron 500 años perdidas. Empecé a averiguar, a estudiar para saber más de este personaje, y descubrí que el Ricardo III de Shakespeare se basa en una biografía de Tomás Moro que es controvertida, porque la escribió durante la dinastía Tudor, que fue la que lo derrocó, entonces Moro lo retrata mucho más malo de lo que fue en realidad, incluso lo describe deforme. La historia me tiene fascinada, estoy creando una especie de pueblo de muertos donde los personajes cercanos a Ricardo III esperan durante 500 años el hallazgo de sus restos para esclarecer todos los misterios, incluyendo el asesinato de sus sobrinos de 9 y 12 años, de los que fue acusado. Quiero hablar de la memoria de los huesos y de cómo el poder de las fake news puede trascender los siglos.