«El periodismo es una profesión que se ha reinventado muchas veces (…) Pero el reto será siempre el mismo: intentar comprender y traducir la realidad de un mundo en constante metamorfosis», escribe Eduardo Molina, estudiante de Periodismo de la U. de Chile.
El buen periodismo es fundamental para mantener una democracia saludable. No es solo un ideal, encarnado en el supuesto rol del “cuarto poder” de la prensa en la sociedad. Lo vemos día a día cuando notas, investigaciones o reportajes develan irregularidades, corrupción o abusos de poder. Los casos Caval y Karadima o la verdadera historia del exconstituyente Rodrigo Rojas Vade son solo algunos ejemplos recientes de cómo el periodismo influye en la sociedad y vela por un correcto funcionamiento de las instituciones.
“Para ser buen periodista hay que ser buenos seres humanos”, escribió el famoso cronista polaco Ryszard Kapuscinski en Los cínicos no sirven para este oficio (2002). No porque no existan malas personas en la profesión, sino porque para él una buena persona intenta comprender a los demás, siente empatía por ellos y busca impactar en sus vidas. Kapuscinski creía en un periodismo intencional, es decir, en “aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio”.
Durante la dictadura cívico-militar, la profesión vivió una de sus crisis más agudas. Periodistas, fotógrafos y camarógrafos fueron perseguidos, torturados y asesinados; medios de comunicación fueron allanados y clausurados. La prensa tradicional se prestó para engañar a la gente y se le restó su principal valor: mostrar la verdad a través de los hechos.
A 50 años del golpe de Estado, y pese a que estamos en democracia, hoy el periodismo chileno vive un momento difícil. Aparte de escuchar constantes advertencias como “levantas una piedra y salen mil periodistas” o “te morirás de hambre” —lugares comunes con algo de realidad—, quienes estudiamos y ejercemos la profesión también lidiamos con problemas de alcance mundial, como la crisis de los medios escritos, que llegó con la irrupción del mundo digital y que ha causado que medios de comunicación cierren o reduzcan sus secciones y sus equipos.
Existen, además, factores como la desinformación y las noticias falsas. Parte del trabajo periodístico siempre ha sido buscar la verdad, pero hoy revisar publicaciones y comprobar su veracidad se ha vuelto una necesidad urgente. En una era donde las redes sociales se han convertido en parte de nuestras vidas y la definición de verdad comenzó a ser cuestionada, esta labor es fundamental para resguardar la buena salud de la democracia.
El periodismo es una profesión que se ha reinventado muchas veces, pasando desde la prensa escrita hasta la radio, desde el ámbito audiovisual y el digital. Ahora, con la aparición del metaverso —esa suerte de universo digital paralelo que interactúa con el mundo físico—, seguramente aparecerán nuevas formas de ejercerlo. Pero el reto será siempre el mismo: intentar comprender y traducir la realidad de un mundo en constante metamorfosis. Es nuestra tarea, como futuros periodistas, saber leer estos cambios y poder comunicarlos.