«Cuando el mundo cambia, sus bordes —o los que creíamos como tal— también se modifican. ¿Cuáles son algunos de los límites que hoy están en disputa? Una de las metas de Palabra Pública es tomarle el pulso a nuestra época, y es por ello que hemos convocado a distintos autores a reflexionar en torno a este concepto», explica en su editorial la Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la U. de Chile.
Por Pilar Barba
Según el paradigma racionalista, toda disciplina busca definir los contornos de su objeto de estudio y establecer una relación entre este y quien lo observa. Trazar límites, por lo mismo, es fundamental para el quehacer académico, ya que delimita el saber y evita su dispersión, algo indispensable para la investigación y la enseñanza. Pero la complejidad propia de la sociedad contemporánea ha puesto en evidencia que, a menudo, hay márgenes que deben ser desbordados y ampliados para responder a los problemas de estos tiempos. El mundo hoy requiere respuestas inter y transdisciplinares, lo que implica una acción conciente sobre la dilución de los límites, sobre la necesidad de diálogo entre las distintas áreas del conocimiento.
Delimitar márgenes es una inquietud central en la historia de la humanidad. Todas las culturas han creado relatos religiosos o míticos que advierten de los peligros de rebasar los límites; y en el lenguaje cotidiano, sin ir más lejos, las “situaciones límite” son aquellas asociadas a crisis, peligros y transgresiones. La arquitectura —mi área de estudio— es el arte de definir fronteras: entre naturaleza y artificio, público y privado, urbano y rural, luminoso y sombrío, sagrado y profano. Entre sus tareas está trazar los contornos del espacio con el fin de controlar el terror a lo que los griegos llamaban apeiron, lo ilimitado, lo sin fondo, lo infinito e inestable. Nos incomoda la ambigüedad y necesitamos normar y ponerle orden al caos de la vida. Pero también nos contradecimos, porque uno de los actos humanos más primigenios es cruzar las fronteras, hacer porosos esos mismos límites.
Cuando el mundo cambia, sus bordes —o los que creíamos como tal— también se modifican. ¿Cuáles son algunos de los límites que hoy están en disputa? Una de las metas de Palabra Pública es tomarle el pulso a nuestra época, y es por ello que hemos convocado a distintos autores a reflexionar en torno a este concepto. La destacada artista Marcela “Maliki” Trujillo plasmó en la ilustración que abre este número 28 su visión sobre el asunto: ¿qué pasaría si los límites hoy fueran demarcados por mujeres? ¿Cuáles son los límites del cuerpo, del género?
El célebre lingüista Noam Chomsky, junto a dos académicos estadounidenses, mitigan el entusiasmo y el pánico que ha provocado la inteligencia artificial, remarcando que una verdadera inteligencia es capaz de “poner límites a la creatividad ilimitada de nuestras mentes con un conjunto de principios éticos”, algo que esta tecnología carece. Henry Jenkins, reconocido teórico de los medios, advierte que el pesimismo en el que estamos entrampados hoy tiene que ver con “una capacidad de imaginación limitada” para pensar sociedades distintas, es decir, con una falta de voluntad para derribar “la tiranía de lo posible”.
Sobre la vieja obsesión de los adultos por delimitar la literatura infantil escribe Macarena García, académica de la U. de Glasgow; mientras que Paula Arrieta, artista visual y profesora de la U. de Chile, nos recuerda que “desbordar los límites de los lenguajes conocidos y crear códigos nuevos de realidad es una de las principales labores del arte”. En tanto, desde el diseño, el académico Cristián Gómez-Moya pone énfasis en la importancia de considerar que “los límites no están necesariamente en el mapa, sino en quien observa y es observado”.
Pensar en estos asuntos resulta primordial, sobre todo tras el remezón de la pandemia, donde muchos de los bordes que delimitaban la “vieja normalidad” cambiaron y cuando hoy, en Chile, intentamos trazar los contornos de un nuevo país a través de una Constitución. Los bordes de lo decible, de lo aceptable, de lo ético: muchas de las líneas que demarcaban la vida social, política, económica y cultural se han movido en uno u otro sentido. Este número de Palabra Pública es un intento por traer al debate la importancia de pensar en este tema, de recuperar la capacidad de autoimponerse límites y de tomar conciencia de ellos, pero también de reimaginarlos de forma constructiva. Porque, como escribió Martin Heidegger en Construir, habitar, pensar (1951), no hay que olvidar que “la frontera no es aquello en lo que termina algo, sino, como sabían ya los griegos, aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es”.