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¿Cómo leer a Neruda y por qué?

El poeta Matías Ávalos cuestiona el reduccionismo en ciertas críticas a la obra de Neruda y advierte: «se hace muy necesario reflexionar sobre la diferencia entre la crítica, cuyo gesto tiene que ver con el cuestionamiento lúcido, creativo y exigente, y la cancelación, que tiene la forma de taparse las orejas y decir lerolero a lo que nos interpela de una manera que no es exactamente como nosotros queremos».

Por Matías Ávalos

De manera no lineal, para empezar, hay que leerlo todo. Después de la caída del muro de Berlín, una de las mayores críticas a la izquierda se dirigió al verticalismo como la gran causa del final de la posibilidad de un mundo según principios diferentes al capitalismo. Una gran ola de horizontalidad cubrió al mundo del pensamiento y tanto la orden como el «sí, señor» irreflexivo, se supone, desaparecieron de la manera de entender y crear el mundo. Sin embargo, a la hora de leer a algunos poetas se aplica un «sí, señor» con las palabras, que desentona del pensamiento crítico que se alienta en general. Se le dice «sí, señor» a las palabras que componen versos como «Me gustas cuando callas porque estás como ausente», se hace una lectura filológica de estos versos atendiendo estrictamente a lo que significan, y esto es lo primero que no debemos hacer. Ni con Neruda ni con nadie.

Barthes: «si las palabras no tuvieran más que un sentido, el del diccionario, si una segunda lengua no viniera a turbar y a liberar «las certidumbres del lenguaje», no habría literatura. Por eso las reglas de la literatura no son las de la letra, sino las de la alusión: son reglas lingüísticas, no reglas filológicas».

Para responder el cómo del taller que impartió-propuso Vero [Jiménez], decidí atacar el reduccionismo. Y, dentro del reduccionismo, una de las mayores críticas que se hace a Neruda entre quienes llevan a cabo cierta relación con la poesía como ejercicio —que, en realidad, no se le hace a Neruda sino a sus posteriores imitadores— es la que dice: «me molesta de Neruda eso de hablar en nombre de todos».

Pensé que cualquier reduccionismo que quiera hacerse de algo complejo se desarma con una operación simple: trasladar la operación que es objeto de la crítica a otra circunstancia que no sólo vuelva la operación justificable, sino celebrable. Leer de manera creativa esa operación.

Decía que finalmente la objeción no se la hacen a Neruda porque de hacérsela habría que responder lo siguiente: hasta que en «Alturas de Machu Picchu» Neruda no ocupó sus altavoces para que hablen —en verdad, suban a nacer con él— «Juan Cortapiedras, hijo de Waricocha, / Juan Comefrío, hijo de estrella verde, / Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa,» en estas tierras pocos/as lo habían hecho. Y desde que Neruda lo hace, y sobre todo de la manera irrefutable que lo hace, eso se vuelve un problema.

Permítaseme una digresión para mencionar que la primera edición del Canto General, libro al que pertenece el poema referido, se imprimió clandestinamente en Chile, falseándose la página Legales para decir que era un libro mexicano, y preguntar qué posibilidad cabe en la actualidad que un libro de poesía sea tan importante como para tener que hacerlo en la clandestinidad. Continúo.

Entonces, como ubica la poeta Denise Levertov en su ensayo Williams y Elliot, la falta de preocupación por la sabiduría de la cultura nativa, que es «un elemento lamentablemente ausente» en Williams, se pone a partir del poema de Neruda como un suelo para pensar no sólo el ejercicio poético, sino los fundamentos de cómo pensamos la historia. Al menos para este lector argentino, cuyo país es tan racista que en lugar de hablar mal de los pueblos originarios se dice directamente que no existen (y esta inexistencia, además, es puesta por las escuelas en la boca de personas que llevamos en la piel y los rostros la prueba irrefutable de que sí existen los pueblos nativos y afro en Argentina), este logro es demasiado grande, ya que, como dice el mismo Neruda, «nuestro desconocimiento o silencio era no solo un crimen, sino la continuación de una derrota».

Retomo lo de atravesar el leitmotiv y traslado la operación «sube a nacer conmigo» a un hecho que complejiza la palabra «obra» y en el caso de Neruda la lleva a un lugar altísimo: el Winnipeg.

Pedro Aguirre Cerda lo nombró cónsul para la inmigración española en París. Entonces reunió aportes en Argentina y Uruguay, y el Partido Comunista Francés, que le dio el carguero Winnipeg, y gestionó el exilio de 2.300 personas que estaban en Francia refugiadas de Franco. «Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie» es una de las cosas que dejó escritas Neruda respecto a esa obra.

¿No emparenta esta concepción del Winnipeg como poema a Neruda con artistas contemporáneos, de categoría multidisciplinar y de magnitudes atemporales?

Esta operación de traslado la quise utilizar para esta objeción que se hace del habla por los demás. Una respuesta a la crítica feminista a la poesía de Neruda le corresponde a otros/as sujetos/as. Pero quisiera hacer un alcance que responde la segunda pregunta que da nombre al taller.

En este momento se hace muy necesario reflexionar sobre la diferencia entre la crítica, cuyo gesto tiene que ver con el cuestionamiento lúcido, creativo y exigente, y la cancelación, que tiene la forma de taparse las orejas y decir lerolero a lo que nos interpela de una manera que no es exactamente como nosotros queremos.

No me parece un horizonte deseable el del pensamiento que se rige por lo políticamente correcto por miedo a decir algo contrario a lo políticamente correcto. Este contrario se entiende cada vez más como algo de derecha —machista, misógino, xenófobo, racista, etcétera—, en cambio yo lo entiendo como decir lo indecible. Esto último es algo que varias veces, en muchos poemas, Neruda hizo.

Este es uno de los textos que surgió de las discusiones generadas en el taller “Cómo leer a Neruda y por qué”, convocado por la escritora y editora Verónica Jiménez. Las sesiones se realizaron de manera virtual entre el 11 y el 25 de noviembre de 2020, con participantes de Chile, Perú, Honduras y México. En el taller, se revisaron algunos poemas y prosas literarias de Pablo Neruda, así como textos periodísticos, testimonios y artículos provenientes del ámbito académico. El objetivo fue generar una reflexión a partir de ciertas lecturas literales que se hacen en la actualidad de parte de la obra del poeta y de algunas zonas de su biografía.