Mónica Bello: “Un artista puede llevar a los científicos a lugares a los que no están habituados”

La encargada del área artística del mayor laboratorio de investigación en física de partículas del mundo estuvo en Chile para presentar Simetría, un programa de residencias en colaboración con el observatorio ALMA, el VLT Paranal Observatory y la Corporación Chilena de Video, que permitirá a artistas chilenos y suizos realizar pasantías e intercambios de creación en estos importantes núcleos científicos.

Por Ana Rodríguez | Fotografía de portada: ARS Electrónica

Mónica Bello es historiadora del arte y desde su proyecto de maestría estuvo dedicada al cruce entre arte, la ciencia y las capacidades comunicativas de ambos. A partir de entonces comenzó a trabajar con científicos y a rodearse de aquellos que trabajaban las llamadas “ciencias de la vida” en una época en que empezaban las investigaciones sobre el genoma humano y la vida molecular. Siempre en esa línea, el 2015 llegó a trabajar como curadora de la línea artística de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocido por sus siglas CERN y famosa por albergar las investigaciones en torno al Gran Colisionador de Hadrones. Fue ahí, dice Mónica, donde “se abrió otra dimensión de lo que es la ciencia para mí”.

¿En qué consiste el ala artística del CERN?

– El CERN es un laboratorio de investigación nuclear. Nació en 1954 pero hoy en día se dedica a la investigación de física de partículas que es la investigación de las leyes fundamentales de la materia. Tomar la materia –un pelo, por ejemplo- y llevarla a su mínima composición, hasta que ya no se pueda ver más dentro. El programa de arte está orientado a artistas y a los científicos, tiene lugar dentro del laboratorio, en este contexto de investigación en torno a la materia y a las leyes fundamentales del universo. Los científicos que un artista se puede encontrar allí se dedican a la ingeniería, a teoría, a la experimentación. Y todos se dedican a lo mismo: entender cómo podemos conocer la materia viajando al principio de los tiempos, al Big Bang. Entonces es un lugar extraordinario y fascinante para cualquier artista, porque siempre nos hemos preguntado quiénes somos, a dónde vamos, de dónde venimos. Y eso es lo que se investiga allí.

¿Por qué en este centro científico nace la inquietud de traer artistas, qué los hizo pensar en esta línea de trabajo?

– Siempre han venido artistas. Desde el principio del laboratorio ha habido artistas que querían entrar y ver qué ocurría ahí. La razón de ello es que, siendo ciencia, la aplicación concreta de esa ciencia nunca ha estado muy evidente. De modo que había cierta magia en torno a lo que sucedía en el laboratorio que los artistas querían investigar. En el momento en el que el laboratorio empieza a abrirse más a la sociedad y al público, empieza a haber más demanda. El 2011 deciden crear una política cultural y a partir de ella sentar las bases de un programa de residencias y de producción de nuevos proyectos artísticos en torno a arte y ciencia. Para trabajar seguimos una metodología bastante pauteada en donde los artistas conocen a los científicos e investigan muchas perspectivas de laboratorio. Les facilitamos acceso a experimentos; mentores científicos que están con ellos los acompañan y los asesoran. Y tienen un espacio, forman parte de la comunidad, están con nosotros entre uno y tres meses.

¿En qué sentido crees que el arte y la ciencia se to­can? ¿De qué manera se relacionan estas formas tan aparentemente distintas de acercarse a la realidad?

– En el contexto del CERN es evidente, o a mí me parece evidente, más que en otros lugares, dado que los científicos se preguntan acerca de nociones funda­mentales y muy concretas. Qué es la materia, de qué está hecha, qué ocurrió en el momento del Big Bang, qué sucede ahora en un universo más frío. Qué inte­racciones existen y cómo afecta a todo, a la formación o expansión del universo, a los fenómenos observables. Preguntarse esto requiere de muchísima imaginación y muchísima capacidad de inventiva y una creatividad muy grande, que se practica científicamente, como un deporte. Los científicos que trabajan en el CERN son grandes inventores, inventores de ideas y de experimen­tos. De modo que no se alejan del arte. Un artista que se concentra en su trabajo con rigor y metodología y que tiene una práctica sólida, lo hace desde las mismas pautas que los científicos que yo conozco. Sin embargo, los objetivos son distintos. El objetivo de la ciencia es la certeza de que algo que puedas repetir acabe siendo consensuado por una comunidad más grande y que se consolide como una hipótesis comprobada. Sin embar­go, el artista no necesita que su hipótesis sea compro­bada, pero sí que tenga un carácter más comunicativo.

El arte tiene también una función más de hacer pre­guntas que de responderlas.

-Exactamente.

¿Qué resultados o qué experiencias destacarías de estas residencias?

– Dentro de poco presentaremos diez nuevas producciones que son nuevas obras que parten de la cola­boración con diferentes instituciones y el trabajo de las residencias de algunos artistas. Una de ellas es una obra que se llama Halo, del dúo británico Semiconductor. Estos artistas estuvieron en residencia con nosotros en 2015 y cuando se fueron continuaron en contacto con los científicos, siguieron viniendo a menudo, por lo menos una o dos veces al año, y desarrollaron varias lí­neas de trabajo. En esta línea concreta de Halo trabaja­ron con los datos en bruto de un experimento, el Atlas, y con esos datos generaron una instalación inmersiva en donde los espectadores se sienten rodeados de un escenario en donde existen colisiones de partículas al­rededor. Estos artistas trabajaron con los datos de las colisiones que tienen lugar en el gran colisionador de partículas y con científicos que les enseñaron y apoya­ron a la hora de digitalizarlos en algo más experiencial. Esta es una de las grandes obras de nuestro programa.

¿Cómo ha sido el desafío para los artistas de acer­carse a estas llamadas “áreas duras” del conocimien­to? ¿Hay una diferencia de códigos al hablar?

– Sí, totalmente. Estamos en un momento donde los artistas necesitan de herramientas y del apoyo que en este caso les estamos ofreciendo para poder entender el código de las ciencias y generar un lenguaje. Por ex­periencia veo que con este apoyo haces que exista una masa crítica que es capaz de transmitir al ciudadano ese mismo lenguaje de diferentes formas. Sin duda estamos en un momento temprano, porque la física es el gran desconocido de la ciencia para casi todos nosotros.

¿Cómo te lo explicas?

– Yo creo que es educación lo primero. La física no se enseña bien. Se enseña como las matemáticas, como un cálculo, cuando la física tiene una capacidad intui­tiva muy interesante; es un juego mental. Sin embargo, hay cosas que son muy difíciles de entender. Necesita­mos más allá de nuestros sentidos y a menos que desde pequeños nos enseñen cómo pensarlas de otra manera, no tenemos esa intuición desarrollada. Los científicos tienen en su formación un trabajo muy radical para desarrollar esa intuición. Otros tienen el don. Pero la mecánica cuántica en sí misma te habla de una natu­raleza que no es lineal, una naturaleza en donde algo sucede al mismo tiempo en distintos sitios y por azar. No hay leyes. Donde incluso, si alguna vez un expe­rimento lo pudiera permitir, existiera la teletranspor­tación. Cosas que al final se han utilizado en ciencia ficción, pero en términos del día a día, en educación no se han mostrado como una certeza. De modo que tiene muchas fronteras para llegar a entenderlo y nin­guno de nosotros, con excepciones, tiene ese lenguaje.

Estando en un lugar donde se hicieron los descu­brimientos más importantes de la ciencia recientes, como el Bosón de Higgs, ¿de qué manera el acerca­miento a la materia misma puede potenciar el trabajo artístico? ¿Cómo refresca los desafíos del arte actual?

– El arte actual se enfrenta, como cada uno de noso­tros, a un crecimiento exponencial de unas capacidades que van más allá de lo humano. Cualquier artista que venga al CERN verá que la dimensión y la complejidad de las máquinas con las que observamos la naturaleza ahora van más allá de nuestra naturaleza humana. Se ve la naturaleza a través del lente de la ciencia y la ciencia es una grandísima complejidad. Entonces nosotros lo que podemos ofrecer es un contexto en donde el artista pueda negociar y pueda trazar su propio itinerario, en un lugar que es radicalmente distinto a lo que estamos habituados. La cien­cia que se hace en estos laboratorios es una ciencia que ya está en un presente continuo muy acelerado y al artista lo ponemos en contacto con los científi­cos que están haciéndola. Y ya no sólo es en torno a la ciencia, también son las preocupaciones de un científico, es lo que conocemos, lo que vemos, lo que queremos ver, inducimos a la máquina a verlo, estamos más allá de la máquina. Las ontologías. Cuál es nuestro marco de conocimiento y si nosotros lo estamos situando y construyendo. O sea que a un nivel filosófico también hay muchísima capacidad de desarrollo de un discurso artístico, sociológico, etnográfico, incluso económico y diplomático de la ciencia. Hay mucha diversidad posible y nosotros lo que estamos proporcionando ahora es un contexto para eso.

Es un contexto en el que quizás también se facilita la reflexión política sobre la ciencia

– Es posible eso también, no es lo único, pero es una perspectiva que es posible, porque estamos en el laboratorio más importante del mundo, o uno de los cinco más importantes del mundo, donde se construye la ciencia y el conocimiento y se definen las rutas de la ciencia. De modo que también estar en ese contexto dice mucho de la dimensión humana de las cosas. La capacidad del artista, en ese sentido, es que el artista con sus preguntas es capaz de llevar al científico a lugares a los que no están habituados. Por ejemplo, un artista con su experiencia profesional del preguntarse y maravillarse ante las cosas es capaz de llevar al científico a preguntar­se cosas que nunca se plantea en su trabajo.

Mujeres obreras y emancipación

Eugenia Prado nos entrega un libro fundamental en lo que a perspectivas de género se refiere, elaborado con extremo cuidado, dedicación, apelando a la facturación del fanzine, riguroso en su escritura, en sus propuestas, en las sutilezas con que se expresan estas obreras textiles que nos devuelven a preocupaciones olvidadas por el feminismo de la elite.

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Dora Barrancos: “El feminismo es hoy el movimiento más poblado y más denso”

Visitó la U. de Chile para cerrar el Seminario Permanente: “Universidades Públicas Latinoamericanas: Construyendo la Educación no Sexista”. Dora Barrancos, directora del CONICET en representación de las ciencias sociales y humanidades, conversó con Revista Palabra Pública sobre los feminismos actuales, de su actual investigación sobre éstos en el contexto latinoamericano, de los cambios fundamentales en las universidades y de la inseguridad como clave del despliegue de los neofascismos.

Por Francisca Palma | Fotografías: Felipe Poga

Investigadora, académica y activista. Dora Barrancos, socióloga, Magíster en Educación y Doctora en Historia dice que se aproximó al mundo del feminismo “por mi formación familiar, por toda esa influencia de la casa, desde que me sé como ser humano, me sé una justiciera básica. Ese es un apego entrañable de mi personalidad”, asegura.

Militante política desde joven “para transformar a la sociedad argentina”, explica que su encuentro con el feminismo se gestó en su exilio en Brasil. “Es ahí que yo me torno feminista y advierto que dentro de todo el régimen de posibilidades que me había dado en materia de dónde dar la justicia básica, me faltaba nada menos que la nota de mí misma, y como la experiencia de Brasil me marcó muchísimo, al regresar a la Argentina decidí dedicarme a la investigación histórica porque era como una asignatura pendiente, y cada vez más me fui entonando hacia una historia de las mujeres”.

 ¿El resultado? Más de 25 años dedicada a esa historiografía y diversas publicaciones sobre la materia, cruzadas por la exclusión y la violencia, a las que ahora se sumará un libro sobre la historia del feminismo latinoamericano.

¿Es abarcable esta historia?

– Sí. Estoy en este momento intentando terminar un texto difícil, muy complejo, que me ha obligado a mucha investigación, que es una historia mínima del feminismo en América Latina que me fascina muchísimo y que me pone en una situación de sortilegio especial porque soy la primera modificada. Es muy común que las y los oficiantes de historia te reconozcan que en la medida que están investigando hay una transformación del sujeto que investiga. Entonces a mí me ocurrió lo mismo, porque he aprendido muchísimo de la historia de los movimientos feministas.

¿Desde qué lugar se ha escrito hasta ahora esta historia del feminismo en América Latina? ¿Están presentes las clases populares?

– Bueno, yo diría que en general las oficiantes feministas dedicadas a la historia de las mujeres no han sido negligentes con la condición femenina más subalterna, que es la condición de las mujeres populares, los sectores más oprimidos. Acá en Chile hubo trabajos muy interesantes acerca de las mujeres y el trabajo, lo mismo ha pasado en Argentina. Yo diría que hay más investigación acerca de las mujeres en los sectores populares en América Latina, que de las mujeres en los sectores dominantes. Ahora, es probable que tengamos todavía muchísimo que indagar, investigar y abordar, particularmente acerca de las condiciones de vida, de los sentimientos, de las sensibilidades, de las epopeyas.

Una pregunta frecuente relacionada a esto es la contradicción o dualidad entre el feminismo académico y el feminismo de base. ¿Hay puntos de encuentro? ¿Cómo se complementan? ¿Cómo deben dialogar?

– En América Latina, felizmente, el feminismo emergente de los años 60, ’70 y 80 tiene una nervadura que comunica a la academia con la militancia. En Estados Unidos eso es poco probable ya que las que son académicas, son académicas, y las que hacen política militante son otras, pero nosotras en América Latina tenemos -en general- una cierta yuxtaposición. He tenido la suerte de poder congeniar, articular y conciliar bien -aun actualmente, en este estado de ya señoras muy viejas- el campo de la academia y el de la militancia.

Y justamente hablando desde hoy y desde la calle. ¿Qué precedente nos deja la acalorada discusión y lucha por el aborto en Argentina?

– Nos deja, primero, una lección acerca de los cambios producidos entre las nuevas generaciones de mujeres. Tenemos una experiencia completamente renovada en las muchachas sub 20, una experiencia renovada de una subjetividad que se transmite y que no está dispuesta a admitir el sometimiento al patriarcado, y que está revestida de grandes intuiciones más que de gran conocimiento. En general, la mayoría de las jóvenes no ha leído una página de teoría feminista, pero tienen un arrojo extraordinario acerca del rechazo al sometimiento patriarcal y eso es lo que importa, hay una vibración extraordinaria.

La otra cuestión que nos deja como lección es la masividad de los feminismos en Argentina. La otra, es una lección un poco más de adversidad y es saber que las formulaciones reaccionarias están muy presentes aun en aquellas fracciones que se dicen liberales. O sea, si fueran coherentes con el liberalismo, deberían haber votado la ley, pero son una ficción liberal que en el fondo responden a una gran retaguardia conservadora.

¿Qué provoca tanta reticencia? ¿Qué está en juego?

– Yo diría que está en juego un sistema vertebral de ideología patriarcal que supone que las mujeres inexorablemente deben embarazarse y parir y esta conjura de todo el movimiento feminista obviamente es muy amenazante para ese sistema ideológico. Entonces desde luego ahí hay intersecciones de religiosidad, filosofía, etc., pero lo que está en juego verdaderamente en esas posiciones es la vertebralidad ideológica del patriarcado, que exige que las mujeres sean reproductoras.

Una tragedia

La violencia y el miedo son tópicos presentes cada vez que hablamos de feminismos y de movimientos sociales. ¿Qué pulso nos marca la elección de Bolsonaro? ¿Es una repuesta global? ¿Es una emergencia? ¿Estaban dormidos?

– El movimiento feminista es parte de los movimientos sociales, un movimiento que ha cobrado hoy una estatura extraordinaria y es seguramente el movimiento más poblado, más denso y de mayor manifestación, eso debe ser dicho. La segunda cuestión refiere a cómo pueden inflexionar las voluntades de los electores con relación a esta figuras que aparecen.

En el caso de Brasil debe entenderse por dos razones: el odio que suscitan en general lo que han sido las gobernazas del PT y por el fenómeno de enorme trascendencia que tiene la inseguridad. O sea, la inseguridad es la llave maestra del fascismo, porque en realidad por la inseguridad se consigue el cancelamiento de la libertad de las personas, esto corresponde a una asimilación con la servidumbre.

Sabemos que en Brasil personas que han sido completamente hostigadas, comunidades como las personas gay, lesbianas y etc., esas personas votaron por Bolsonaro, y esa es una abdicación profunda. La idea de que estas son cosas que dicen en la superficie y que en el fondo no las piensan así, son las justificaciones para no ver la profundidad del daño que se auto infligieron, entonces lo de Bolsonaro es una tragedia que tiene impactos en América Latina. Espero que no haya ninguna posibilidad de réplicas, por lo menos, con la agudeza que tiene Bolsonaro, pero me temo que sí.

Respecto a las universidades, usted hablaba de la centralidad, del ojo que hay que poner en las mallas, que ahí está la polea de las bases patriarcales del conocimiento.

– La universidad es una reserva patriarcal, pero la reserva patriarcal no está solamente en los modos relacionales y de la exclusión de las mujeres en los altos cargos de la gobernanza, la limitación de su expresión en términos de salarios. No, el problema es la ciencia y los saberes, que están tallados, están compuestos por configuraciones patriarcales. Entonces, la idea que tenemos es que hay que interponerse en esas mallas, planteando transformaciones, planteando en todas las comunidades científicas los distintos saberes y disciplinas y demás adecuaciones a las nuevas formulaciones revisadas por los feminismos, por lo que es necesaria una reflexión común: todas las disciplinas deben reformatearse.

Estoy segura que no se trata sólo de poner un seminario acá o allá, sino de una completa transformación de la malla curricular. Esta es una tarea en la que se deben empeñar nuestras universidades.

¿Y en cuanto a la investigación?

– La investigación debe ser fortalecida absolutamente en lo que atañe a las relaciones de género, a las disidencias de la sexualidad, etc. Para esto hay que tener políticas de promoción. Yo he señalado que debe haber una estructura posibilitante de becas, para que haya tesis doctorales en todas las disciplinas que tengan estos tópicos, que contengan estas problematizaciones.

Por otro lado, tiene que haber por parte de la universidad convocatorias especiales para investigar tales cuestiones, teniendo en cuenta todas las disciplinas, teniendo en cuenta los problemas relacionales de género en el orden especifico de esas disciplinas.

Los mecanismos de abordaje de las desigualdades de género nos estarían dejando sólo en una dimensión punitiva. ¿Cuál es el riesgo de caer solo en eso?

– Hay altísimos riesgos porque podemos convertir a las feministas en jueces penalistas, ¿no? y no es esa la cuestión. Por eso necesitamos prevención, necesitamos medidas -muchas de ellas políticas- y herramientas. Necesitamos obviamente limitar con mucha prudencia el orden de la jurisdicción, pero por otra parte, una vez que se establece la contrariedad de la conducta, las universidades deben actuar, no puede haber ambigüedad respecto de una respuesta punitiva. Pero lo que quiero decir es que ahí no puede agotarse de ninguna manera la equidad que pretendemos en las universidades, el reconocimiento de la condición femenina y demás. Necesitamos medidas de prevención y las medidas de prevención son también cambiar la curricula universitaria.

Elicura Chihuailaf: “Los pueblos nativos vivimos con la sensación de indefensión colectiva»

A más de veinte años de la publicación de su Recado confidencial a los chilenos, el poeta Elicura Chihuailaf sabe que su mensaje sigue teniendo una lamentable vigencia. Cuando los discursos políticos sobre paz vienen parapetados detrás de armas, explica, se vuelven insustanciales y no hacen más que perpetuar un desentendimiento histórico que sigue cobrando vidas, como la de Camilo Catrillanca. “Nos parece que todos comprenden que al expresar que la solución es política lo decimos en el sentido más profundo de la palabra poética: se trata de la solución de las demandas de nuestros pueblos”, asegura.

Por Ana Rodríguez | Fotografías: Gabriel del Favero

La noche del pasado 14 de noviembre, Elicura Chihuailaf estaba en la soledad de un dormitorio de la Casa de Académicos de la Universidad de Santiago cuando se enteró de la muerte de Camilo Catrillanca. La noticia, cuenta, le llegó por redes sociales.

-Mi primera reacción fue de infinita desazón… Pensé en nuestros jóvenes alevosamente asesinados en operativos policiales ordenados por los patrones del Estado en años de post dictadura, en años de supuesta democracia; pensé en la defensora del medioambiente Macarena Valdés (esposa de nuestro hermano Rubén Collío), asesinada sigilosamente en la comunidad Newen de Tranguil, en la comuna de Panguipulli; en Juan Pablo Jiménez, dirigente sindical en Puente Alto; en Alejandro Castro, pescador y dirigente de Quintero. Y me pregunté: ¿quién será la próxima víctima?

¿Cómo impacta al pueblo mapuche esta nueva tragedia? ¿Con qué sensación te quedas estos días?

– Impacta como evidencia de la persistente discriminación y de la tristeza que ella causa. Como memoria feroz del despojo: la ocupación militar de nuestro territorio por el Estado de Chile, a partir de la denominada “pacificación de La Araucanía” y hasta nuestros días. Pero -en la dualidad- también como energía que revitaliza la lucha por nuestros derechos como cultura, como pueblo; cada uno, cada una, ejerciéndola desde el lugar diverso que le ha tocado. Yo me he quedado con la sensación de indefensión colectiva en la que vivimos los pueblos nativos y el pueblo chileno profundo (que es la mayoría). Con la certeza de que ambos hemos vivido siempre en una dictadura disfrazada de democracia.

¿Cómo viste el eluwün (funeral) de Camilo Catrillanca? ¿Qué te pareció el gesto de que en él confluyeran diversos sectores de la política mapuche?

– Lo vi como expresión de que nuestra espiritualidad, a pesar de la colonización, sigue vigente. Como prueba de que nuestro sentido de comunidad y pueblo sigue siendo nuestro camino. El funeral de Camilo fue un muy sentido homenaje a un weichafe, a un guerrero de la ternura. A un joven cuya bandera fue la defensa de la Mapu Ñuke Madre Tierra, el gran árbol de la identidad. Que confluyeran todos los sectores de la cultura mapuche era -desde luego- esperable.

¿Qué te parece esta aparentemente doble vía del gobierno, donde por un lado implementa el Plan Araucanía y llama al diálogo, mientras por otro presenta a un “Comando Jungla” que termina por desmantelar cualquier posibilidad de entendimiento?

– Es la desvergonzada ideología de la chilenidad superficial y enajenada, la permanente bipolaridad de sus políticas de Estado cargadas de eufemismos. Discursos que se pronuncian parapetados tras las armas de la policía que ellos mismos ordenan. Discursos que resultan entonces poco creíbles, insustanciales. Es un problema conceptual. Un Estado empresarial que impone un modelo económico basado en un desarrollo contra la naturaleza y no con la naturaleza, con todo lo que eso significa: atropello permanente de la legitimidad, manejo sesgado de la historia, información tergiversada, etcétera. Un empresariado que ocupa y ha ocupado siempre todos los poderes del Estado. Y esta situación generada por ellos necesita una salida política… Y, cito a nuestro hermano senador Francisco Huenchumilla, “Los problemas políticos no se entregan a la policía para que los resuelva”. Más aún cuando nos parece que todos comprenden que al expresar que la solución es política lo decimos en el sentido más profundo de la palabra poética: se trata de la solución de las demandas de nuestros pueblos.

¿Cómo te explicas que los partidos políticos, que hace un año eran el oficialismo y no se movilizaron cuando fue el escándalo de la Operación Huracán, hoy se muestren solidarios hacia el pueblo mapuche?

– Lo explica la urdida bipolaridad de la política chilena y que, como se sabe, es cuestión transversal. Con las siempre honrosas excepciones en los partidos. Pienso, por ejemplo, en el diputado René Saffirio, quién fustigó la ausencia de 63 de sus pares en la sesión en que la Cámara de Diputados rechazó la idea de crear una Comisión Investigadora por el asesinato de nuestro peñi Camilo Catrillanca. Por otro lado pienso en la penosa declaración -27 de noviembre- de la ex presidenta Bachelet, ahora alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU.

Respecto al Plan Araucanía: tradicionalmente el movimiento mapuche ha visto en el Estado chileno su enemigo. Sin embargo, este Plan del ministro Alfredo Moreno representa otro reto para el movimiento, como es el avance del capital y de las empresas extractivistas en la zona. ¿Crees que existe una consciencia de esta amenaza dentro del mundo mapuche?

– Sí, desde luego. Está, por ejemplo, el comunicado emitido en octubre de la Coordinadora Arauco Malleco en el que se rechaza dicho plan. El actual gobierno habla de reconocimiento de la “deuda con los pueblos originarios y que no haya discriminación”, pero abre más espacios para la continuidad de la ocupación de nuestro territorio. Habla de diversidad, pero no considera nuestra visión de mundo respecto del denominado desarrollo. Mas, con su Plan Impulso Araucanía remarca el avance del capital y de las empresas extractivistas. Lo que es una necedad considerando que es de más sabido que, de partida, las empresas forestales son uno de los principales problemas -subsidiados por el Estado- en nuestro territorio. Su cada día creciente presencia, con la evidente disminución de las napas del agua de la vida, hace que nuestra gente se pregunte: ¿no cometen ellas el mayor acto terrorista, que es la casi imperceptible desaparición de la vida de todos los seres vivos, entre ellos los seres humanos? Y el agua -sabemos- no tiene nacionalidad, no tiene clase social. En definitiva, lo que parece claro es que la chilenidad superficial y enajenada sigue empeñada en concluir la avanzada nefasta de Cornelio Saavedra, la denominada por el Estado chileno “pacificación de La Araucanía”, la ocupación militar -violenta por lo tanto- de nuestro territorio, de nuestro Wallmapu.

Derribar la muralla

Algunos intelectuales mapuche, como Fernando Pairican o Salvador Millaleo, opinan que actualmente no existe –ni de parte del gobierno, ni de los agricultores, ni tampoco del movimiento mapuche- un programa que abogue por la paz en la Araucanía. ¿Cuál es tu impresión al respecto?

– Es cierto, no existe un programa que abogue por la paz ni de parte del gobierno (muy por el contrario, como se sabe, pues entonces no se habría creado el “Comando Jungla” o ya lo habría disuelto), ni de los agricultores. Me parece que en las condiciones actuales de ocupación de nuestro territorio es difícil que exista un programa semejante por parte del movimiento mapuche. Nuestro pueblo ha resistido la violencia con harta sabiduría, me parece. La violencia no la ha generado nuestra gente, eso está claro. Sus propuestas de paz están contenidas en sus demandas. Por eso digo: Para terminar con la violencia hay que terminar con la violencia. Y hacerlo -¡urgentemente!, en aras de la paz- está en manos de quienes históricamente han impuesto y / o han avalado la violencia, empezando por el Estado de Chile y sus poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y poner sobre la mesa el papel que han jugado los medios de comunicación.

Desde el sector chileno –los medios, los políticos- se critica al movimiento mapuche por su heterogeneidad; se dice que no hay quien los represente ni los unifique. ¿Es la heterogeneidad del movimiento mapuche un problema?

– Es que desconocen nuestra visión de mundo. Tienen que ponerse al día. Hace siglos atrás el imperio español lo comprendió y respetó los consejos de ancianos en los que participaban representantes de las cuatro diversidades del pueblo mapuche (pewenche, lafkenche, williche, pikunche) y posteriormente parlamentó considerando las autonomías que representaban nuestros líderes, nuestros lonko. La diversidad del movimiento mapuche hoy, lejos de ser un problema, es -me parece- una fortaleza que debiera intentar comprender la etnia chilena.

¿Qué tan vigente está la muralla de blanquidad de las familias chilenas más poderosas? ¿Qué pasa, en cambio, con nuestra morenidad?

– Totalmente vigente. Los ladrillos de esa muralla, que son los conceptos unívocos que ellas han impuesto, siguen casi indemnes: desarrollo contra la naturaleza; legalidad que desconoce la legitimidad; salud que no considera el espíritu; historia única (de la ¿aristocracia? chilena) sin madres de la “patria”, sólo con “padres de la patria”; educación enajenada (centrada antes en Europa y hoy en Estados Unidos); información eminentemente blanquizadora. La excluida morenidad, aunque debo reconocer que esto ha ido cambiando, pero con demasiada lentitud para la urgencia de este tiempo, aún no asume que nadie elige nacer en un lugar, en un color determinado, en una historia, un idioma, una visión de mundo. Mas, la tarea es conocer lo que nos ha tocado porque conocer es la única posibilidad de amarse y de amar lo que nos rodea y luego respetar lo que está más allá de nuestros lugares y miradas, de nuestras familias y comunidades (identidad, almidad). El Chile profundo, nuestro interlocutor, tiene que comprender que es hermosa la blanquidad / rubiedad, que es hermosa la negritud, que es hermosa la amarillentud y que es hermosa la morenidad que nos ha tocado y que les ha tocado. Es el maravilloso jardín del mundo.

Si es este un país tan racista, ¿por qué la gente solidariza con los mapuche? ¿Por qué no con los haitianos? ¿Quién solidariza con los mapuche? ¿Por dónde pasa esa identificación?

– Porque está empezando a mirarse en el espejo de su casa y en el espejo de su interioridad y empieza a ver la presencia mapuche en sí mismo, como lo hicieron los adelantados y adelantadas del pueblo chileno profundo: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Violeta Parra, Víctor Jara, entre otros y otras. Para explicarse un poco más este país aún llamado Chile hay que recordar parte del texto -vigente todavía- de presentación al mundo que el Estado chileno, la chilenidad superficial y enajenada, divulgó a partir de su centenario: “Los indígenas de Chile eran pues escasos, salvo en la región sur del valle longitudinal, esto es, en lo que después se llamó Araucanía. Por otra parte, las condiciones del clima muy favorables al desarrollo y prosperidad de la raza blanca, hizo innecesaria la importación de negros durante el período colonial… A estas circunstancias debe Chile su admirable homogeneidad bajo el aspecto de la raza. La blanca o caucásica predomina casi en absoluto, y sólo el antropólogo de profesión puede discernir los vestigios de la sangre aborigen, en las más bajas capas del pueblo”. Hoy, cuando las utopías parecen soterradas o desaparecidas, es la hora de ejercer ese arte que es la conversación, que es un acto de subversión en el sentido más profundo de la palabra poética (que no es solamente escritura sino también gestualidad, canto, color, aroma, textura, movimiento, etcétera), pues nos permite mirarnos cara a cara y reconocernos; y nos obliga a escuchar, que es lo más difícil, dicen nuestras ancianas y nuestros ancianos. No somos solos, no estamos solos; necesitamos derribar la muralla que levantó la chilenidad superficial y enajenada y que nos impide conversar también con el pueblo chileno profundo que sentimos resollar en las ciudades.

Sonia Corrêa, feminista brasileña: “Brasil vive la tragedia perfecta”

De visita en Chile para apoyar a la Asociación de Abogadas Feministas, la académica Sonia Corrêa habló con Palabra Pública sobre las elecciones presidenciales que en enero convertirán formalmente en presidente de Brasil a Jair Bolsonaro y sobre la historia latinoamericana, dominada por democracias de corta duración histórica y frecuentemente amenazadas por las “fuerzas profundas” de los poderes conservadores.

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