Skip to content

Tan lejos, tan cerca 

“La digitalización de las comunicaciones humanas —que conlleva una disminución de las experiencias reales y de los recuerdos compartidos— ha fomentado una aparente desconexión entre los seres humanos. Gracias a las mejoras en la comunicación y el transporte podemos sortear las distancias como nunca antes. ¿Pero cuán conectados estamos entre nosotros y con nosotros mismos?”, se pregunta Pilar Barba, directora de la revista, en su editorial del número 34.

Por Pilar Barba

 ¿Quién no anhela separar trabajo y vida privada? Severance, la famosa serie televisiva, explora esta idea desde una premisa radical: los empleados de una empresa dividen sus recuerdos laborales y personales gracias a un sencillo procedimiento médico. Lo que a primera vista pareciera funcional tanto para la productividad como para la salud mental desemboca, paradójicamente, en aislamiento y vacío existencial. En tiempos en que la hiperconexión difumina los límites que separan la vida personal y el trabajo, en que la soledad ha sido calificada como una epidemia y en que el uso de antidepresivos se ha masificado, la premisa de esta serie resuena con fuerza. 

La digitalización de las comunicaciones humanas —que conlleva una disminución de las experiencias reales y de los recuerdos compartidos— ha fomentado una aparente desconexión entre los seres humanos. Gracias a las mejoras en la comunicación y el transporte podemos sortear las distancias como nunca antes. ¿Pero cuán conectados estamos entre nosotros y con nosotros mismos? Esta pregunta es la que guía el número 34 de Palabra Pública, una edición en la que proponemos diversas formas de analizar el concepto de conexión, idea que inspira también la ilustración de portada, creada por el destacado artista Pablo Delcielo. 

A través de entrevistas, columnas y reportajes, exploramos qué significa hoy, en un mundo saturado de estímulos, estar conectados. El escritor argentino Martín Kohan, por ejemplo, plantea que al no poder dejar de mirar el celular se nos está escapando la experiencia del mundo y estamos “cada vez más impedidos de conectar con algo que en verdad nos importa”. Ese agobio que produce la hiperconexión también se manifiesta cuando vemos la infinidad de imágenes atroces que circulan de Gaza. Es lo que propone la teórica del arte Paula Arrieta: la “inconmensurable crueldad del mundo conectado”, que, como una paradoja, nos sume en una total incapacidad de acción. 

En el ámbito de las ciencias, el biólogo Miguel Allende nos recuerda que nuestra conexión genética trasciende a la especie humana, que el árbol de la vida es uno solo y que esto nos vincula histórica y biológicamente con el resto de las especies. La neuróloga Andrea Slachevsky, a su vez, explora  editorial

las conexiones neuronales y los misterios de la díada cebrero-cuerpo, mientras que Branko Milanović, eminencia de los estudios sobre la desigualdad, se explaya sobre las distancias abismales que separan a los más ricos y a los más pobres. El filósofo italiano Emanuele Coccia, en tanto, afirma que los problemas de nuestro siglo ya no pueden resolverse a nivel nacional: es necesario pensar estructuras planetarias que permitan enfrentar los retos contemporáneos.

El auge de la inteligencia artificial también es un asunto que, desde hace varios números, hemos querido analizar. El reportaje “Apegos virtuales” da pie para preguntarse por las formas en que lidiamos hoy con la soledad y por el sentido de las conexiones humanas; mientras que el artista visual Felipe Rivas San Martín nos muestra cómo la ia puede ser utilizada para crear nuevos lazos entre archivo y memoria. 

En paralelo, con este número nos sumamos a uno de los grandes eventos que tenemos en 2025 como Universidad de Chile: ser los invitados de honor de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni), que se realizará entre el 26 y el 31 de agosto en la Universidad Nacional Autónoma de México. A través de un especial, quisimos preparar el camino hacia este encuentro fundamental para la circulación de ideas y saberes en Iberoamérica, y en el que participaremos con más de 60 actividades que profundizarán en los vínculos entre Chile y México. Estaremos presentes con una delegación de importantes personalidades provenientes de la academia y la cultura; así, buscamos representar la diversidad de voces que habitan tanto en nuestra universidad como en nuestro país.

Este número propone una serie de miradas que interrogan nuestras relaciones con los demás, con el entorno y con la época que vivimos. Desde la Universidad de Chile, creemos que para reconstruir el tejido social y enfrentar los desafíos de este siglo debemos cultivar la empatía y el diálogo. Estar conectados, a fin de cuentas, implica contar con espacios donde sea posible debatir sobre lo que nos une y lo que nos diferencia. Romper el aislamiento en una era hiperconectada es una tarea colectiva que requiere un cambio de enfoque: poner en el centro la calidad de nuestros vínculos para desterrar la soledad y la desconexión en un mundo que, paradójicamente, nunca ha estado tan cerca.