Flavio Salazar: “Esta pandemia desnuda la incapacidad de los Estados liberales para articular soluciones inclusivas”

Sin olvidar la labor esencial de las ciencias biomédicas para enfrentar la actual pandemia por Coronavirus, el vicerrector de Investigación y Desarrollo de la U. de Chile y director alterno del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia pone énfasis en el trabajo transdisciplinario que debería caracterizar el abordaje de una crisis que no sólo es sanitaria, sino también estructural. El Covid-19, dice, “es el mejor ejemplo de una enfermedad social”.

Por Jennifer Abate

—Las y los especialistas han puesto el acento en la relevancia de aplanar la curva, es decir, más que evitar el contagio a toda costa, evitar que nos enfermemos todos al mismo tiempo pues el sistema de salud podría colapsar. ¿Cree que las medidas que han tomado el Gobierno y las autoridades hasta ahora aseguran que estemos aplanando la curva?

Creo que es la pregunta de toda la gente, desde el ciudadano común y corriente hasta los expertos. Sería contrario a lo que yo pienso ser tajante y decir “sí, lo está haciendo completamente bien” o decir “completamente mal”, porque para tener certezas hay que manejar todos los datos. Esa complejidad de datos tiene que ver no sólo con el número de casos detectados y la cantidad de muertos en un día determinado, sino que también con el nivel de detección que tenemos, la cantidad de pruebas que se hacen en las personas, la distribución geográfica, la distribución etaria, o sea, una serie de elementos con los que no cuento como para poder ser tajante y decir qué es lo que se nos viene. Ahora, lo que ha pasado, a nivel mundial, es que en una primera etapa muchos gobiernos han mirado este problema con un nivel de interés insuficiente, y poco a poco la voz de los científicos, expertos, clínicos, ha ido dando la razón: esto es un problema grave que afecta a una gran cantidad de personas y que tiene efectos catastróficos como los que ha tenido en países como Italia, España y Estados Unidos.

En este contexto, uno de los temas que ha emergido con fuerza es el peso que debería tener la voz de científicos y científicas asesorando a la autoridad política. ¿Cuál es su evaluación de la interacción que ha tenido el mundo científico con el mundo de la política a la hora de tomar decisiones?

Esta crisis nos toma en una situación de precariedad en esta área. Durante mucho tiempo hemos estado discutiendo sobre la importancia de generar inversiones en ciencia y tecnología, con un presupuesto que fuera más allá del 0,38% del PIB actual y que nos pusiera en el nivel de los países de la OECD y que esto repercutiera en la masa crítica, en los proyectos de investigación, en las capacidades humanas y tecnológicas. Eso no se hizo y, lamentablemente, hoy, si bien contamos con una masa crítica de investigadores muy comprometidos (ha habido una gran respuesta de parte de muchos científicos a lo largo de todo el país, de todas las universidades y centros de investigación), tenemos una precariedad enorme porque no contamos con una institucionalidad suficientemente robusta como para afrontar un problema de esta envergadura.

«Ante la menor amenaza (económica, de la naturaleza o, en este caso, de las enfermedades) quedamos absolutamente expuestos, o sea, se manifiesta de forma extrema la precariedad y la enorme desigualdad de las personas»

Afortunadamente, ya se había creado el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.

El Ministerio, como todos sabemos, es un paso necesario que tiene que ver con un posicionamiento político, pero también hay un tema de posicionamiento del mundo científico en un nivel de prioridad de distribución de recursos que sea adecuado a las características del país. Tenemos que hablar de cómo levantar capacidades científicas, de humanidades, de ciencias sociales, para poder abordar desafíos que hoy parecieran coyunturales. Claro, hoy es el Coronavirus, pero hace unos meses era el calentamiento global, la sequía, el tema del agua, el tema de las contaminaciones a raíz de la industrialización y las zonas de sacrificio, todos esos elementos requieren una visión científica, no solamente una visión de mercado o una visión económica. Esa parte es la que requiere un financiamiento adecuado, una decisión política, de Estado, que permita proyectar un tema que no va a ser de un año para otro, sino que un proyecto a diez años que implique que Chile, en una década más, va a tener cinco veces o diez veces más capacidad científica y tecnológica de la que tiene hoy.

O sea, afrontar esta pandemia es un tema estructural que involucra mucho más que la creación de una determinada institucionalidad.

Este es un tema que no solamente implica a los virólogos, infectólogos, epidemiólogos, directores de los hospitales, sino que tiene que ver con una cantidad de aristas enorme que tiene que hacerse cargo de los problemas sociales, por ejemplo, del impacto que tiene la cuarentena en las personas, la violencia de género, la situación de teletrabajo, cómo este incide en forma distinta en distintos niveles, cómo afecta a los trabajadores el hecho de tener esta pandemia. Por supuesto, está el punto de vista de la salud, del acceso a la medicina, pero también de todos los aspectos que tienen que ver con los derechos laborales, por mencionar algunos.

¿Podría profundizar en la relevancia del trabajo entre diversas disciplinas, tanto biomédicas como sociales, para enfrentar la pandemia y, sobre todo, para hacerse cargo de las consecuencias de mediano y largo plazo que esto puede traer?

La transdisciplina genera un nivel de discusión de una complejidad mayor y que está más acorde a la envergadura de los problemas que uno quiere abordar. Tú no puedes abordar los impactos, por ejemplo, del cambio climático, desde una sola disciplina, ni desde la geología o la ecología, si no incorporas las visiones de la antropología, de la sociología, de la biología, porque cuando tienes esa visión completa puedes empezar a abordar de una manera inteligente una realidad que de otra manera no vas a poder superar y va a quedar en declaraciones. “Hay que hacer esto”, eso es lo que siempre decimos, pero las soluciones sólo se pueden encontrar a través de la discusión transdisciplinaria. Yo, como biólogo, puedo decir que el Coronavirus va a generar inmunidad después de que las personas enfermen, pero es distinto si discutimos en una mesa transdisciplinaria respecto al impacto que va a tener la respuesta inmunológica a nivel social para permitir que las poblaciones vayan generando esas capacidades de “efecto rebaño” y que eso permita una normalidad de la ciudad. También vamos a tener que tomar en cuenta qué normalidad significa esto, qué pasa con el transporte, cómo se relaciona esto con la urbanización, la vivienda.

Por otra parte, la transdisciplina tiene otro elemento, que es la conversación con el sujeto al cual se le van a aplicar las políticas. En la transdisciplina tú no puedes hacer una investigación, por ejemplo, en envejecimiento, excluyendo a las organizaciones de los adultos mayores, no puedes hacerlo sin participación de la comunidad, no puedes estudiar el tema de las zonas de sacrificio sin tomar en cuenta a las organizaciones de pobladores que están sufriendo ese problema.


La U. de Chile comenzó a trabajar hace un par de semanas en la Mesa Social Covid-19 convocada por el Gobierno. En lo específico, ¿cuáles pueden ser los aportes desde la Universidad para el control y abordaje de la pandemia?

En la crisis, obviamente el papel que puede jugar y está jugando el Hospital Clínico de la Universidad de Chile es fundamental. Allí constantemente se están articulando las capacidades de atención a los pacientes, de acomodar ciertas estructuras y funciones para hacerlas más asequibles y más pertinentes a la emergencia que estamos viviendo. Por otra parte, está todo el tema que tiene que ver con los modelamientos matemáticos y cómo, de alguna forma, se van generando modelos predictivos que permitan tomar decisiones políticas. Después están los temas de mediano y largo plazo, y entre ellos están los que ya mencionaba, los que tienen que ver con los impactos sociales que esta pandemia va a tener, por ejemplo, en relación a los temas de género, cómo pega una situación como esta en la vida de las personas, de las trabajadoras, de las funcionarias, ellas no viven lo mismo que los hombres. Están los temas de salud mental relacionados con el hacinamiento: no es lo mismo hacer una cuarentena en La Reina, en Las Condes, Ñuñoa, que hacerla en un cité en Renca o Cerro Navia, con familias más grandes y hacinadas. Las complejidades que tiene esto son enormes y en eso hay que hacer un aporte. Tenemos grupos que están trabajando en temas como envejecimiento y enfermedades crónicas, y hoy los adultos mayores son una población súper susceptible en la emergencia, y conocer su situación desde todo punto de vista es muy importante.

—Su área de especialización es el desarrollo de inmunoterapias. Lamentablemente, en los últimos años hemos visto crecer el número de personas que creen que las vacunas no son necesarias o que son dañinas. ¿Cree que habrá un retroceso de esa perspectiva ahora que el mundo científico trata desesperadamente de encontrar una vacuna contra el Coronavirus para evitar los contagios futuros?

Evidentemente, va a tener un retroceso porque la epidemia misma les está demostrando la importancia que tienen las vacunas. La única herramienta que pudiese garantizar un control es una vacuna y no existe, y ahí queda demostrado que la no existencia de la vacuna tiene un impacto muchísimo mayor que cualquier otro que, de forma equivocada, hayan propuesto los antivacunas como impacto colateral de las vacunas. Creo que lo que ha ganado el mundo con esta crisis es una mayor credibilidad del mundo científico, el planeta ha avanzado y hoy somos cada vez más dependientes de las capacidades de entenderlo y menos de las creencias y de la metafísica. Estas crisis profundizan la sensación de que tenemos que estar más preparados, ser realistas, científicos, discutir el mundo en base a las evidencias que existen y no solamente a las creencias de cada uno, que es lo que se había impuesto, o sea, que una opinión ignorante puede valer lo mismo que una opinión de un experto en esos temas.

—¿Piensa que este es el mayor desafío de la epidemiologia y de la ciencia, tal como la concebimos hoy, en las últimas décadas?

Se habla del último siglo y claro, no ha habido otra pandemia tan agresiva y global desde el punto de vista de los desafíos que genera por los volúmenes. Hay que ser bien claros con esto: el Coronavirus es una amenaza a la sociedad y no al individuo, y ha sido difícil que la gente entienda eso. Se dice que el 80% va a cursar una infección sin ningún síntoma o con síntomas muy menores, pero hay un porcentaje que va a requerir un mayor cuidado desde los hospitales y lo más intensivo. Ahora, si fueran cien personas y habláramos de un 10%, serían diez personas, pero si son millones significa que hay millones de personas que van a requerir un soporte de salud para el que la infraestructura del Estado no da. El Coronavirus es el mejor ejemplo de una enfermedad social y, desde ese punto de vista, ha sido la más grande porque la cantidad de gente amenazada es toda la humanidad.

—Varios de los aspectos que ha mencionado tienen que ver con desafíos que no sólo son sanitarios o médicos, sino con condiciones estructurales como la desigualdad territorial en el acceso a servicios, la redistribución, la matriz productiva de un país que no ha apostado fuertemente por la innovación. ¿Cree que las características de nuestra sociedad cambien a partir del impacto de esta pandemia?

De una u otra forma, las sociedades modernas han estado transitando por una crisis que es innegable, el Coronavirus es como la guinda de la torta, pero aparece en un mundo convulsionado por elementos como los que mencionas. O sea, hay una forma de ver la sociedad de manera individualista que privilegia constantemente el interés de algunos y posterga los intereses sociales de la mayoría, y eso ha sido puesto en cuestión por las sociedades, porque de pronto se han dado cuenta de que ante la menor amenaza (económica, de la naturaleza o, en este caso, de las enfermedades) quedamos absolutamente expuestos, o sea, se manifiesta de forma extrema la precariedad y la enorme desigualdad de las personas. Esta pandemia desnuda la incapacidad de los Estados liberales para articular soluciones inclusivas. Durante y después de esta crisis va a venir una discusión respecto del reordenamiento que tiene que ver con la democracia, equidad y el modelo de desarrollo. Nuestro rol como Universidad no es azuzar las contradicciones, sino que tratar de aportar desde el conocimiento a entregar evidencia y generar propuestas que permitan que avancemos a un Estado más democrático, igualitario y con un modelo de desarrollo más inclusivo y que tome a las personas como centro de interés y no sólo como un recurso.

Un salto al vacío: la precariedad de las y los artistas chilenos que el Coronavirus deja al desnudo

El mundo artístico que ya había sido afectado por la cancelación de festivales y eventos culturales derivada del estallido social de octubre del año pasado, viven ahora una crisis mayor con la llegada de la pandemia a Chile y la cuarentena que mantiene cerrados los centros culturales, museos, teatros y cines. Sin espacios donde trabajar ni exhibir sus obras, miles de artistas quedarán sin ingresos por un tiempo incierto. El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio ya anunció un fondo de 15 mil millones de pesos que irá en su ayuda. Y aunque la medida fue aplaudida por algunos y criticada por otros, los gremios del arte exigen, sobre todo, transparencia en la repartición y una visión a largo plazo que les dé más estabilidad laboral y reconocimiento a futuro.

Por Denisse Espinoza A.

Los llamados comenzaron a llegar uno tras otro sin cesar. “¿Qué vamos a hacer si se cierran todos los espacios y no podemos seguir trabajando?”. Esa era la pregunta inquietante que Débora Weibel, actriz y presidenta de Sidarte (Sindicato de Actores de Chile) comenzó a escuchar entre sus socios desde la segunda semana de marzo, cuando se oficializó la llegada del COVID-19 a Chile. “Advertimos que nos íbamos a enfrentar a un escenario más duro que la crisis del estallido social, donde también se cancelaron proyectos y bajó mucho el trabajo”, dice Weibel. “Empezamos a conversar entre nosotros cuáles eran las necesidades y los apuros más grandes y de repente lo vimos claro. ¿Se dan cuenta de que estas son nuestras condiciones laborales del día a día? Trabajar sin contrato, no tener seguro de cesantía ni derecho garantizado a salud, tampoco pensión o jubilación. ¿Por qué tenemos normalizado que nuestro rubro sea tan precario? Uno hace teatro con pasión, pero ¿eso justifica condiciones laborales tan indignas?”, se pregunta Weibel.

A las inquietudes particulares del gremio del teatro se sumaron las dramáticas cifras que entregó esa misma semana la Red de Salas de Teatro, que reúne a 23 espacios: un mes de paralización significan 469 funciones suspendidas y pérdidas por cerca de 300 millones de pesos.

En poco menos de una semana nació una nueva red de colaboradores de artes escénicas que excede a Sidarte y que logró reunirse con el subsecretario de Cultura, Juan Carlos Silva, en una mesa donde también estuvo la Unión Nacional de Artistas (UNA), que reúne más de 18 gremios del arte, incluyendo la SCD, ProDanza, la Asociación de Pintores y Escultores de Chile (Apech), la Asociación de Documentalistas de Chile (ADOC) y la Sociedad de Escritores de Chile (SECH). 

La reunión fue el martes 17 de marzo y en ella los artistas proponían medidas de emergencia como la devolución anticipada y sin descuento por concepto de AFP de los impuestos, aplazamiento en la rendición de los Fondart de este año, bonos especiales de salvataje y redirección de fondos que no se fuesen a utilizar durante la crisis. Por su parte, cada gremio ha estado apoyando a sus asociados como pueden. “Para algunos la situación es crítica, hablamos de ayudas tan básicas como comida, insumos médicos, también estábamos viendo si los hijos de artistas podrían acceder a las becas Junaeb. La producción artística general ha estado mermada desde el 18 de octubre y ahora, con esto, se agrava. Venimos de febrero, además, un mes complicado para la cultura, es decir no había piso para sostener este mes”, cuenta María Fernanda García, vicepresidenta de la Unión Nacional de Artistas. 

Weibel cuenta que el acuerdo con el subsecretario Silva fue sumar más integrantes al diálogo y empezar realizar un catastro para ver quiénes serían los más afectados. Sin embargo, el lunes 23 el Ministerio de las Culturas se adelantó con un anuncio cuantioso: la repartición de 15 mil millones de pesos como medida de salvataje al medio artístico que se destinarán “a la adquisición de contenidos culturales (pagos de derecho de autor), al fomento de la creación artística, y a proteger los espacios y organizaciones culturales afectadas en razón de la contingencia”. De inmediato, Twitter se encendió de comentarios que desde el hashtag #noalos15milmillones criticaban la prioridad que, a su juicio, se estaba dando a la cultura por sobre la emergencia sanitaria. “A nosotros también nos tomó el anuncio por sorpresa y nos pareció irresponsable sacar un titular con esa cifra en medio del Coronavirus”, dice Weibel. “Por supuesto, valoramos el gesto, pero esperábamos que el Ministerio conversara con nosotros antes, lo encontramos apresurado”.

Lanzadas las cartas, la pregunta que queda es cómo se hará para repartir el monto entre el mundo cultural, que es amplio y tiene realidades dispares. Por ahora, el Ministerio hizo circular una encuesta que ayudará a hacer un catastro de la situación de los afectados para fijar el instrumento adecuado que permitirá entregar los recursos y que tomará al menos dos semanas más. 

Según el compositor Horacio Salinas, presidente de la SCD, se le debe dar prioridad sin duda a los más desvalidos del sector. “Hay que hacer una distinción entre las necesidades de los diferentes tipos de instituciones, no habría caso de ir en socorro de espacios que tienen espaldas fuertes y pueden sortear la crisis a través del mundo privado. Aquí se trata de muchísima gente que vive con 400 o 500 mil pesos y que en este contexto baja a cero, ni siquiera pueden cantar en las calles, es así de trágico”.

Imagen del Día de la danza del 2017, celebrado en el mes de abril, en el GAM

Lo cierto, y todos coinciden, es que la crisis del Coronavirus sólo vino a develar la precaria realidad que vive el mundo cultural desde siempre y muchos apuestan a que la entrega de estos 15 mil millones de pesos siente un precedente importante y abra una puerta para establecer leyes de contratos laborales más dignos y justos en la cultura. “Lo importante es que se genere un mecanismo lo más democrático posible para la distribución de los fondos. Debiera organizarse una mesa con representantes del mundo del arte y la cultura para transparentar de dónde salieron estos recursos, qué consecuencias tendrá haber cerrado ciertos programas y para acordar el procedimiento de distribución. Sería interesante que el mundo privado corporativo, tan activo últimamente, propusiera algunas acciones; galerías comerciales, coleccionistas, fundaciones o corporaciones ligadas a empresas, algo podrían hacer”, dice, desde el ámbito de las artes visuales, el historiador y presidente de Arte Contemporáneo Asociado (ACA), Luis Alarcón.

Por el lado de los escritores, el alegato es fuerte. “Nuestras demandas son históricas, está la supresión del IVA en el precio de los libros, la entrega de un Premio Nacional anual –donde antes teníamos dos miembros de la Sech en el jurado y ya no–, salud para los escritores porque no boleteamos ni facturamos, nuestro trabajo de escritura de dos o tres años es invisible; tampoco tenemos derecho a jubilación y necesitamos con urgencia una pensión para los escritores. La mayoría muere en la pobreza más grande”, dice el escritor Roberto Rivera, presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech). Ubicados a pasos de la zona cero, en Almirante Simpson 7, desde el 18 de octubre no han podido hacer uso normal de la sede. “Nos habíamos conseguido salas en la Universidad Tecnológica Metropolitana, en el Palacio Álamos y en la Biblioteca de la Municipalidad de Santiago, pero ahora todo está paralizado, ahora estamos viendo la realización de nuestros talleres en formato online”, dice Rivera.

Sin embargo, de manera paralela a los creadores, existe un gran número de afectados que son aún más invisibles: iluminadores, tramoyistas, camarógrafos, diseñadores, sonidistas, fotógrafos y un suma y sigue de técnicos que también están en la crisis de la cuarentena. “Estamos súper a la deriva, ni siquiera hemos sido convocados por el subsecretario Silva a la discusión”, dice Daniela Espinoza, presidenta del Sindicato Nacional Interempresa de Profesionales y Técnicos del Cine y Audiovisual (Sinteci), que tiene cerca de 800 socios.

“Varios proyectos de películas y series quedaron parados. HBO iba a rodar en Chile su serie Los Espookys y cancelaron sin aviso de retorno, Movistar también venía a filmar la semana pasada y todavía no le dicen nada a la gente que iba a trabajar en eso. Pero creemos que el mayor daño es para los técnicos que trabajan en publicidad, ya que en nuestro verano es cuando vienen a grabar los comerciales europeos, marcas de auto, compañías de cerveza viajan a San Pedro de Atacama, a Santiago, Valparaíso y al sur incluso, todo eso está perdido, entonces es una baja importante”, cuenta la productora Daniela Espinoza. 

La serie de HBO Los Espookys tenía fecha de rodaje para este mes en Chile, pero fue cancelada.

Y hace una advertencia: más allá de las medidas urgentes para cubrir estos tres o cuatro meses de cuarentena, es importante mirar lo que pasará después. “La recuperación no será inmediata, son procesos que toman tiempo. Nosotros necesitamos que la gente trabaje, que la gente, terminada la epidemia, pueda volver a filmar acá, y eso se hace con incentivos al rodaje, con bonificaciones a los impuestos de los lugares donde rodamos, porque cuando tú filmas una película o un comercial en una región, el impacto es muy fuerte. Las industrias culturales mueven el 2,2% del PIB y en el audiovisual son por lo menos 4 mil puestos de trabajo, entonces no es poco. Me sorprende que haya gente que alegue porque se les entreguen recursos de ayuda a los artistas siendo que industrias como la pesquera y la minería tiene aún más subvenciones y nadie lo cuestiona”, plantea la presidenta de Sinteci.

También en el ámbito audiovisual, los realizadores se han visto afectados con la cancelación de estrenos de películas que ya habían gastado en publicidad y estaban en cartelera, como el documental Visión nocturna de Camila Moscoso que retrata las marcas que deja una violación sexual. “Lo más fregado es la recalendarización de todo lo que se iba a exhibir y la restitución de gastos de la gente que ya había invertido recursos y que no pueden reutilizarse, además, hacer coincidir agendas de personas que ya estaban confirmados para un rodaje es complejísimo”, cuenta la productora Viviana Erpel y secretaria general de la Asociación de Documentalistas de Chile (ADOC).

Erpel también repara en la precariedad laboral del sector donde abundan los honorarios y los contratos por faena. Algunos, dice, hacen clases y tienen la suerte de trabajar para instituciones educacionales que les seguirán pagando, pero no es la mayoría. “Este es un reto para todas las organizaciones gremiales, quienes tendrán que identificar bien a su sector. La transparencia en este proceso será crucial y también habrá que ser bondadoso y solidario para dar prioridad a quienes estén más carenciados. En ese sentido, quizás sería interesante, en este contexto, crear un fondo orientado a la creatividad. Somos artistas y este contexto inédito de pandemia en Chile y el mundo puede ser abordable a través de un proyecto de escritura documental”, propone la productora.

En enero pasado se realizó el masivo segundo concierto por la Hermandad dirigido por Alejandra Urrutia en la Estación Mapocho, antes de que el centro cultural cerrara sus puertas.

Las instituciones culturales y el dilema del streaming

En paralelo a los artistas, los espacios culturales también viven sus propios avatares frente a la cuarentena por el virus que los mantendrá un mínimo de dos o tres meses con las puertas cerradas. Por ejemplo, al Museo Precolombino y al GAM, que funcionan con recursos del Estado, afirman que la crisis los venía golpeando desde el estallido social del 18 de octubre.

En el caso de la colección que habita en el ex Palacio de la Real Audiencia en calle Bandera, ha sufrido la disminución de turistas, quienes pagan una entrada mayor y conforman un importante ingreso de recursos. “Recibimos aportes de la Municipalidad de Santiago y del Ministerio, pero un tercio son las entradas pagadas, sobre todo de los extranjeros. Entonces venimos bien mermados sobre todo porque con esos recursos pagamos justamente los gastos de funcionamiento del edificio y los sueldos. Son cerca de 35 millones de pesos mensuales por ese concepto que ahora simplemente desaparecen. No sabemos cuánto más podemos aguantar, por eso no dudamos en acogernos a la ayuda del Ministerio y esperamos recibir fondos”, dice el director Carlos Aldunate.

Mientras, el edificio de la ex UNCTAD III ha tenido altos y bajos por su cercana ubicación a Plaza Italia. “Ya habíamos tenido que reducir los horarios de nuestras funciones, los arriendos comerciales de los espacios ya se habían visto afectados y ahora se cancelan de plano. Si bien recibimos un importante aporte del Estado, 30% de nuestro presupuesto depende del corte de tickets. Este año, además, cumplimos una década de vida, pero ya definimos que la celebración será austera”, dice el director Felipe Mella. “A pesar de nuestra situación, creo que lo primero es enfocarse en el sector artístico más inestable, que son los artistas independientes que no tienen vínculo con ninguna institución. Creo que además sería importante que aparte del apoyo que reciban del Ministerio de las Culturas, los gobiernos regionales y los municipios también pudiesen hacerse presente, porque me temo que los recursos no serán suficientes. Aquí lo que se devela es la crisis de la cultura, recibimos 0,4% del presupuesto nacional, cuando en otros países OCDE la cifra es cercana al 2%”, agrega Mella.

Mientras siguen cerrados y para no perder presencia dentro del público, ambas instituciones, como muchas otras, están echando mano a contenido virtual. El Museo Precolombino pondrá a disposición en su sitio web una serie de videos, publicaciones y todo un archivo inmaterial sobre la colección, además de material de mediación bajo el nombre de Precolombino en Casa. A la vez, el GAM ya ofrece una lista de sitios web donde es posible ver obras teatrales, de danza, películas y descargar libros digitales gratis, y además están trabajando justo a la actriz Patricia Rivadeneira en la plataforma digital Escenix, especie de Netflix del teatro donde se incluirán registros de las obras emblemáticas que ha presentado el centro.

El caso de Roser Fort, directora del Centro de Arte Alameda, es especial: el pasado 27 de diciembre sufrieron la pérdida total de su emblemática sede en Alameda debido a un incendio y hace pocos meses habían firmado un convenio con el Centro de Extensión del Instituto Nacional para funcionar en ese espacio. “El anuncio de los 15 mil millones de pesos me parece súper optimista y sin duda será reconocido por el mundo de la cultura. Nosotros estaríamos financiados, habíamos recibido el fondo para otras instituciones colaboradoras y un fondo de formación de audiencias antes del incendio, con el que tenemos cubierto los sueldos de nuestro personal, además el Ministerio nos confirmó un fondo de implementación para la compra de un nuevo proyector de última generación como el que teníamos. Todos los fondos deberían llegar en abril, así que estamos expectantes. En ese escenario no postularíamos al fondo anunciado ahora porque no es la idea quitarle el espacio a otros espacios y personas de la cultura que sí lo están necesitando”, explica Fort.

Así quedó el Centro Arte Alameda luego del incendio sufrido el 27 de diciembre pasado: la pérdida fue completa.

Para estos meses, la gestora cultural y su equipo ya están trabajando en una curatoría para la compra de películas extranjeras y sus derechos –gracias al fondo para otras instituciones colaboradoras que asciende a los 109 millones de pesos–, que estarán disponibles en una plataforma online exclusivamente bajo el nombre de Cine Arte Alameda, además de video on demand. “Nunca pensé que con 62 años iba a pasar por esto y nos tocaría reinventarnos. Ha sido duro, pero también emocionante por el apoyo gigantesco que hemos recibido del público y la institución”, agrega Fort.

Otra institución que ha debido enfrentar los embates, primero de la crisis social y ahora sanitaria, es el Centro de Extensión Artística y Cultural (CEAC) de la U. de Chile, que ubicado justo frente al monumento a Baquedano en plena Plaza Italia, cerró sus puertas en marzo de 2019 para iniciar los trabajos de demolición en la parte trasera del edificio como parte del nuevo proyecto de centro cultural Vicuña Mackenna 20. Hasta ahora, no han logrado reabrir sus puertas, aunque en septiembre la Orquesta Sinfónica tuvo presentaciones en Perú y Argentina, mientras en octubre el Banch realizó una histórica gira en Francia. «Para estos meses primeros meses teníamos organizadas nuevas presentaciones en Santiago, en el Teatro Caupolicán y galas populares abriendo el año con la Novena Sinfonía para celebrar el año de Beethoven, pero con el tema de la pandemia todo eso se suspendió. La verdad es que tras prácticamente un año, la situación se ha vuelto insostenible”, dice el director del CEAC, Diego Matte. «Sobre la pandemia, afortunadamente, y previendo lo que podía pasar, a inicios de marzo hicimos un catastro con los miembros de nuestros elencos para detectar si había contagio, y seis artistas que venían viajando desde países en riesgo fueron puestos en cuarentena preventiva”, cuenta Matte.

La institución, que agrupa a la Orquesta Sinfónica de Chile, el Ballet Nacional Chileno, la Camerata Vocal y el Coro Sinfónico,  recibe recursos por glosa del presupuesto estatal, cerca de $2.700 millones, sin embargo, debe costear una parte de sus gastos con recursos propios que giran en torno a los 900 millones de pesos anuales. “Afortunadamente, las remuneraciones de nuestros artistas están costeadas, pero hay gastos básicos que van dentro de la mantención de nuestro edificio que debemos costear con el corte de entradas. En general, evitamos acudir al Estado por más financiamiento, pero esta vez nos queremos acoger a la ayuda que ofrece el Ministerio de las Culturas”, explica el director.

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Chile en las afueras del Teatro Baquedano que permanece cerrado desde marzo de 2019.

Desde diciembre, además, existe la plataforma CEAC TV, que ofrece de manera rotativa las presentaciones de los cuatro elencos, además de entrevistas a directores y músicos, y capítulos del programa radial de la Orquesta Sinfónica, Con Cierto Oído, que transmite la radio Universidad de Chile. “Es un proyecto que teníamos hace bastante tiempo, desde hace cuatro años que venimos haciendo registros en HD de los conciertos y las obras de danza, conformando una hemeroteca bastante completa que ahora se abre a público y que en este contexto ha cobrado más sentido y fuerza”, dice Matte.

Desde octubre el Centro Cultural Estación Mapocho también fue golpeado por la crisis social. Si bien siguió abierto y se siguieron realizando actividades como cabildos, seminarios y festivales abiertos a público, los arriendos de eventos, que son los que financian el espacio, cayeron dramáticamente. “Nosotros no recibimos financiamiento del Estado, nos autosustentamos hace 30 años, pero hoy sí vamos a tratar de acogernos a la ayuda que está ofreciendo la autoridad y creo que hay que confiar en los instrumentos que están creando para distribuir los fondos, nos conocemos bien entre nosotros y sabemos las necesidades que hay”, afirma su director, Arturo Navarro. Además, hace unos días –cuenta– recibió la visita del ministro Mañalich y del subsecretario de redes hospitalarios, quienes están evaluando arrendar la Estación Mapocho como eventual centro sanitario para enfrentar la expansión del Coronavirus. “Nuestra voluntad es colaborar y ponernos al servicio del país”, expresa el gestor cultural.

Con respecto a poner a disposición contenidos online para seguir conectados con su público, Navarro tiene una mirada más bien crítica. “Creo que hay que tener mucho cuidado con eso, porque puede ser incluso peligroso para la cultura. Primero, tengo mis dudas con respecto a poner contenido en streaming de obras que fueron creadas para otros formatos, me parece incluso un irrespeto hacia los creadores, porque las obras se desvirtúan y, por otro lado, y que puede ser lo más grave, acostumbramos al público a no valorar las obras de arte, la gratuidad es una de las pandemias propias de la cultura, entonces esa locura que hay hoy por ofrecer contenidos online yo no la sigo”, sostiene.

Lo cierto es que en medio de la pandemia, el uso del streaming para fomentar el arte y la cultura en los hogares se ha transformado en casi una recomendación país para sobrellevar el aislamiento. En el caso de la U. de Chile, hay varias plataformas que funcionan desde hace años y que ofrecen contenido online como el Portal de Libros Electrónicos, que cuenta con 1.030 Libros antiguos y de académicos de la Casa de Bello, el Archivo Central Andrés Bello (ACAB), el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Arte Popular Americano y la Cineteca de la U. de Chile, que ofrece más de 350 películas chilenas completas, entre ellas clásicos como “El Húsar de la Muerte” (1925, Pedro Sienna) y “El Chacal de Nahueltoro” (1969, Miguel Littin).

El propio Ministerio de las Culturas ha realizado también una gran campaña de difusión de sus sitios Elige Cultura y Ondamedia –ambos albergan producción en teatro, danza, libros y audiovisual nacional por la que ya pagan derechos de autor–, liberando todos sus contenidos. Para la vicepresidenta de UNA, María Fernanda García, esto parece un contrasentido cuando se compara con la valoración habitual que se hace de la cultura en el país. “Si te fijas, lo que más se recomienda ahora a la gente en sus casas es que haga deporte, que vea películas, que baile, que pinte, que haga alguna actividad artística, porque se entiende que en momentos de crisis finalmente lo único que te puede salvar, una forma de escape y contención es el arte. Creo que falta valorar esto y tenerlo presente todos los días, la crisis nos lo recuerda con mayor fuerza”, dice.

Entrenamientos de la Red de trabajadores de la danza

En el ámbito educativo, las plataformas de streaming también han llegado como la alternativa para que los alumnos sigan teniendo clases. Pero ¿qué sucede en disciplinas como el teatro o la danza donde el contacto presencial es fundamental en la formación de los profesionales? 

Para Poly Rodríguez, bailarina parte de la Red de Trabajadoras de la Danza, la cuarentena ha planteado un verdadero desafío en su sector. Primero está la precariedad laboral que se repite también para ellos, que tienen que acudir a sistemas tan básicos de ayuda como economía circular, comprando víveres al por mayor y a menor costo, distribuyendo ayudas voluntarias y también generando clases online. En su caso, también es docente de media jornada del Departamento de la Danza de la U. de Chile y también está sorteando el reto de la educación. “Hemos tenido un montón de reuniones al respecto porque nos interpela a replantearnos las ideas de la danza y la enseñanza no sólo para encontrar una adecuación funcional, neoliberal, digamos, de seguir produciendo clases, sino de una manera más sensible: es necesario mantenernos en contacto con los estudiantes, además nos preocupan mucho las condiciones en que los estudiantes pueden acceder a la educación en sus casas”, dice. 

Frente a este panorama, la dramaturga y académica de la U. de Chile, Ana Harcha, plantea un reflexión más profunda frente a los desafíos que nos plantea esta pandemia y el confinamiento. “Lo que nos está pasando es impresionante, como generación es lo más radical que nos ha tocado vivir, pero también, como pueblo, veníamos de cuatro meses donde todo ha girado en torno a lo corporal, la gente en las calles, el contacto con los otros con performances colectivas, y ahora estamos viviendo todo lo contrario. El cambio ha sido brutal para el cuerpo y la mente. Frente a esto, lo único que me hace sentido es pararnos a pensar en cuál es el mundo que queremos vivir, cuál es la educación que queremos hacer, no sólo se trata de continuar haciendo clases porque sí, sino el sentido que le podemos dar”, propone. “Para algunos -resume Harcha- es posible poner el Power Point y explicarlo, pero en disciplinas de otra naturaleza como deporte, danza, teatro, incluso medicina, eso no es posible, y creo que también es importante acompañar a los alumnos y no dejarlos solos en estos momentos”.

Miguel Urrutia: “La colectividad no ha podido ser extinguida ni siquiera por el modelo neoliberal”

La llegada de la pandemia por COVID-19 a Chile no sólo atacó a los individuos sino también al cuerpo social. En un Chile post estallido y aparentemente más unido, pero precario en su sistema de salud, distintas formas de abordar la crisis sanitaria se transparentan en medio de la incertidumbre. Sobre aislamiento, soledad y neoliberalismo conversa el Doctor en Sociología Miguel Urrutia, quien destaca la sobrevivencia de lo colectivo, que se había recuperado durante la crisis social, y plantea otra mirada acerca del actual aislamiento por la pandemia: “Se suspende la relación funcional productiva de ir a prestar servicios a un lugar, pero por otro lado, se abre la relación social, por ejemplo, en el hogar”, apunta.

Por Florencia La Mura

El 31 de diciembre del año pasado se confirmaron los primeros casos de Coronavirus en China y para el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud ya había catalogado la enfermedad como pandemia, con casos diagnosticados en más de 170 países. Desde ese fecha, equipos de médicos, epidemiólogos y distintos profesionales de la salud han dado respuesta a la contingencia. Pero tal como ha destacado el sociólogo español Pablo Santoro, las humanidades no están siendo consideradas en la discusión, lo mismo que ocurrió con la pandemia más reciente de gripe H1N1 en 2010, a pesar de que un informe de la Unión Europea ponía acento en su gran alcance.

El colapso del área de salud en varios países, explica la urgencia de darle voz a expertos de esas especialidades, pero también a otras áreas afectadas en una situación económica y social también quebrada que merecen un análisis más global. No se trata únicamente de un virus que afecta a nivel clínico, sino también del sistema político económico que se ve afectado y que debe hacerle frente. Miguel Urrutia, académico de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la U. de Chile, comenta en esta entrevista el panorama social chileno sobre el que se plasma la emergencia sanitaria.

Esta crisis sanitaria no sólo nos ha enfrentado a lo precario de la salud en Chile y en el mundo, sino también a una crisis cultural sobre cómo entendemos nuestro lugar en la sociedad, obviamente permeado por el sistema neoliberal bajo el que vivimos, donde aparece la libertad y protección individual por sobre la grupal. ¿Qué debilidades del cuerpo político transparenta esta pandemia y qué podemos aprender para modificar estas formas sociales?

El problema es, como han dicho algunos teóricos, que al igual que ocurre en el campo de la biología y de la salud, hay también enfermedades autoinmunes. Hay un momento en que la sociedad de ese sistema de autoprotección de las relaciones se vuelve en contra de las mismas relaciones. También hay una definición del neoliberalismo que surgió hace unos veinte años como una enfermedad autoinmune de la sociedad, donde el aparato inmunitario pensado y desplegado evolutivamente para poder protegerla de ciertas amenazas, se vuelve contra sí mismo. Eso es el neoliberalismo, es una manera de suprimir las relaciones sociales en defensa de una entidad abstracta, como es la del individuo. Liberales dirán que es una locura, que soy yo primero, segundo y tercero, pero hay que ser valiente para sostener eso, porque yo solo no tengo ninguna sobrevivencia en la sociedad. Ni siquiera esta entidad subjetiva, este cinismo que habla este tipo de canalladas es sustentable, ese enfoque no resulta en la constitución de una sociedad. Lo que sí resulta, en lo concreto, es la relación como modo práctico en el que vivimos, no este ensimismamiento que se promueve desde los enfoques liberales y neoliberales.

Se escucha un discurso que apela a lo individual, tanto del Gobierno como de mucha gente preocupada por el COVID-19. Muy distinto es el caso, por ejemplo, del discurso de Angela Merkel a los alemanes, que habla de solidaridad y participación colectiva para enfrentar la pandemia. ¿Qué puede aprender tanto el gobierno, el Estado, como la gente sobre la importancia de un enfoque colectivo frente a esta situación?

Podemos, justamente, cambiar el enfoque. Nuestras colectividades se han reconstituido lentamente, pero con una aceleración importante en los últimos diez años. Nuestro sentido de lo colectivo ha logrado ir más allá de la definición neoliberal, eso también es importante que lo aprendan el Estado y las fuerzas políticas. La colectividad no ha podido ser extinguida ni siquiera por el modelo más drástico de funcionamiento social que es el neoliberal y, en ese sentido, hoy día estaríamos asistiendo a una especie de empate entre las fuerzas de la sociedad y las fuerzas del mercado, por llamarlo de alguna forma. Ese empate, más que aprenderlo, como si el Estado y las políticas públicas fuesen algo neutral, es algo que tiene que hablar de las fuerzas que tienen que constituirse y tomar partido en este juego.

En tiempos de catástrofe -como el actual- podemos ver aumentados el racismo, clasismo, machismo y distintas violencias a las que diversos grupos vulnerables están expuestos. ¿Cómo podemos entender estas violencias desde del aislamiento y la cuarentena, cuando nuestra cotidianidad se vuelve restringida?

En tiempos de catástrofe no diría que predominen estos comportamientos violentos. No digo que no sea necesario mantener vigilancia sobre ellos, es importantísimo mantenerse alerta, pero incluso ese estado de conciencia que aparece más en contexto de crisis quiere decir que estamos parados sobre un mejor piso subjetivo y colectivo. Hay una potencia capaz de hacerle frente a estas situaciones. No es mero optimismo, lo que hay que ver es dónde está el verdadero problema: en la rigurosidad del modelo con el cual esta subjetividad choca. Que es potente, transgresora, capaz de hacer crítica de algunos de sus componentes, pero choca contra una estructura, no contra sí misma. La culpa no la tienen los sujetos y sus subjetividades, la culpa la tiene una estructura concreta mucho más dura y autoclausurada.

El neoliberalismo es un mandato estructural y sistémico de clausurar la sociedad en torno a las relaciones individuales, pero no funciona solamente en el plano ideológico, donde le va mal y las catástrofes lo demuestran, porque obligan a hacer vida colectiva. La fortaleza es su carácter estructural, operar en la dimensión del dinero, del intercambio, es constituirse como un sistema que más allá de lo que podamos sentir, pensar algunos sujetos y sujetas, el neoliberalismo es capaz de absorberlos. Una pregunta de fondo sería ¿por qué si estamos más alerta no logramos traspasar las fronteras que un modelo político económico neoliberal nos impone? Y eso también tiene como consecuencias captar que no es sólo una lucha subjetiva sino que material, política y de poder contra las estructuras neoliberales.

Ya comentó que el sistema neoliberal promueve al individuo como un ente supuestamente aislado. ¿Cómo el concepto de ‘comunidad’ toma especial relevancia en medio de una crisis que no sólo necesita de médicos y hospitales, sino de la colaboración de todos?

El problema es cómo se entienda la comunidad. Es una palabra opuesta a la de inmunidad. La comunidad tiene un componente de autoprotección, lo vemos en estas circunstancias, muchos movimientos que se desarrollan y se consideran agresivos. Para hacer este puente con la situación del «estallido social», el estallido es un movimiento de autoprotección de las relaciones sociales. Ante una invasión de los conceptos neoliberales que pretendían reducirnos a la condición de individuos, hay un movimiento que protege al individuo no sólo como abstracción. Nuestra vida concreta no es nuestra vida individual, es de relación, está puesta en esa red con los demás y esa red es la que se protege a través de un sistema inmunitario, por llamarlo de alguna manera.

En el caso del aislamiento, parece muy difícil respetar las recomendaciones de quedarse en casa evitando salir. Considerando que la soledad ya es un tema tratado como pandemia según la OMS, ¿cómo se nutre esta pandemia de COVID-19 de una sociedad donde la soledad se hace cada vez más común.

Estamos enfrentando una condición contraria. Tiene que ver mucho todavía con sectores a los que ha alcanzado el llamado a un repliegue, sobre el teletrabajo, la vida en los hogares y el encierro, que son sectores abocados a tareas profesionales que se pueden desplegar desde los hogares. Para los sectores que se mantienen aislados, hasta la palabra se relativiza porque lo que se suspende es la relación funcional productiva de ir a prestar servicios a un lugar. Por otro lado, se abre la relación social, por ejemplo en el hogar, que nadie ha negado que sea fundamental. En circunstancias de aislamiento, más que la soledad predominante, lo que tenemos son problemas que surgen desde un desacostumbramiento a la relación social no funcional, a la relación social gratuita que se da en el hogar. También por eso surgen, con atención de parte de la sociedad, los casos donde esa relación no es posible: donde el individuo está solo, comparte una unidad de la ciudad donde sólo habita él o ella y esas soledades son las que se transforman en un objeto de atención en estas circunstancias. Es interesante, porque no es el enclaustrarse en una casa lo que te pone en soledad, sino que te hace ver quiénes son los sujetos que efectivamente esta sociedad ha desplazado al punto de hacerlos vivir en soledad por una especie de fondo del funcionamiento del sistema. Los deja ahí como un rescoldo, como un excedente.

Ennio Vivaldi: «Ante la apología al egoísmo, antepongamos lo público»

A pocos días del inicio de su participación en la Mesa Social Covid-19 convocada por el Gobierno, el Rector de la Universidad de Chile se refiere a los alcances de la pandemia en Chile y la manera en que ha sido enfrentada por la institución, pero sobre todo a lo que a su juicio queda de relieve en medio de esta crisis sanitaria: la necesidad de fortalecer los sistemas públicos y pensar, de aquí en adelante, más en el bien común de la sociedad que en los beneficios económicos.

Por Jennifer Abate

Recién este domingo el Gobierno convocó a una mesa de trabajo a, entre otros actores como el Colegio Médico y las distintas asociaciones de municipalidades, los rectores de las principales universidades del país. ¿De qué habla una forma de manejo de la crisis que no considera desde el inicio a las primeras instituciones productoras de conocimiento científico en este país?

Yo me quedaría con que es bueno que nos hayan llamado. Hay que ser constructivos y empezamos un camino que es muy, muy importante. Estamos recabando información y ella tiene que ser desagregada en términos de saber exactamente qué es lo que está ocurriendo. Por ejemplo, tenemos que contar no sólo con el número global de nuevos casos, sino que saber a qué sexo corresponden esos casos, grupo de edad, cuántos de ellos son graves, cuántos necesitan hospitalización, cuántos están en sus casas y, sobre todo, la distribución geográfica. Un segundo problema es el tema de la pesquisa y cómo podemos nosotros contribuir a mejorar la detección de los casos para su aislamiento en el hogar.

¿Cuáles son los principales aportes que podría hacer la Universidad de Chile en esta mesa consultiva?

Hay muchas instancias en las que la Universidad juega un rol clave, las dos anteriores sin lugar a dudas, porque además de contar con los datos hay que hacer un análisis de ellos y para eso nuestras universidades están excelentemente bien preparadas. Nuestra Escuela de Salud Pública, el Centro de Modelamiento Matemático, ahí hay gente que puede contribuir mucho a entender cómo se aplana la curva, pero también se puede modelar cómo distintas medidas pueden incidir en esa curva. Desde luego, sobre el aislamiento, cuánto influye el cierre de colegios, universidades, la movilidad entre comunas. La Universidad está llamada a jugar un rol muy importante en entender la dinámica esperada de situación y comprender cómo distintas medidas influyen en esas dinámicas.

Además, es clave el rol tanto del Hospital de la Universidad de Chile como la presencia de la Universidad en todos los hospitales de Santiago en la atención directa de enfermos. Otra cosa importante es cómo podemos influir en lo psicosocial. Es enorme el aporte que las universidades pueden hacer como centros pensantes y nos alegramos mucho de que en estos momentos haya una disposición para ello. En esa mesa también se discute, por ejemplo, cuál va a ser la protección que va a tener la ciudadanía en distintos niveles socioeconómicos, que creo que es una cosa muy importante: sería muy terrible que los efectos fueran discriminatorios desde el punto de vista social.

«Si tú no eres capaz de implementar sistemas que protejan al conjunto de la población, si la letalidad de la enfermedad fuera mucho mayor en los sectores pobres que en los sectores más privilegiados, eso tendría una repercusión importante en la evaluación de todo esto»

—Vimos un poco de eso este lunes, cuando las personas que dependen del transporte público en Santiago se aglomeraron para viajar a primera hora de la mañana como resultado de la aplicación del toque de queda durante la noche.

Absolutamente, y es algo que se ha planteado en la mesa. Si tú no eres capaz de implementar sistemas que protejan al conjunto de la población, si la letalidad de la enfermedad fuera mucho mayor en los sectores pobres que en los sectores más privilegiados, eso tendría una repercusión importante en la evaluación de todo esto.

El Colegio Médico también está trabajando en esa mesa. Su presidenta, Izkia Siches, tuvo varias discrepancias públicas con el ministro de Salud Jaime Mañalich antes del inicio del trabajo conjunto. Como médico, ¿cuál es su evaluación del rol del Colegio en esta situación?

Al margen de los primeros dimes y diretes, el aporte del Colegio Médico ha sido fundamental. Creo que la solicitud de información oportuna y concreta ha sido muy importante. Es esperable que los médicos, a los que nos interesa sobre todo la salud de la población, aboguemos, como han hecho todas las instituciones de salud, porque seamos lo más drásticos posible con todas las medidas, como la cuarentena, para evitar el contagio. Por supuesto, no somos sólo los médicos los que opinamos, pues hay que tener presente otros considerandos, como asegurar las cadenas de abastecimiento de alimentos, la marcha de la infraestructura del país y, por lo tanto, uno tendrá que llegar a un punto de equilibrio de las ventajas del mayor aislamiento social y las medidas más drásticas, y las estrategias de la autoridad para garantizar que la sociedad funcione normalmente. Si tiene que haber un abogado de la salud, somos los médicos, y el Colegio Médico lo ha hecho muy bien y es normal, esperable, que tenga como único propósito defender la salud de los chilenos. Eso es lo que ha hecho.

Desde el 18 de octubre pasado y sobre todo a raíz de la discusión constitucional que ahora ha debido aplazarse, ha resurgido el debate sobre el carácter del Estado y el concepto de lo público a la hora de enfrentar emergencias como la actual y los desafíos del país en general. El presidente Emmanuel Macron ha dicho “la salud gratuita, sin condiciones de ingresos, nuestro Estado de Bienestar, no son costos o cargas, sino bienes preciosos (…) y este tipo de bienes y servicios tienen que estar fuera de las leyes del mercado”. ¿Qué opina sobre esta discusión, considerando que la revalorización de lo público ha sido una de sus banderas desde que asumió como Rector?

Por mucho tiempo ya, en Chile se ha dado una apología al egoísmo. Hoy, abiertamente se defiende el interés propio, personal, de una manera manifiesta que para el chileno de unas décadas atrás es increíble. Nadie se hubiera atrevido a proclamar su propio interés sobre el del resto como se hace ahora, hoy el derecho a lucrar es prácticamente sagrado y si alguien quiere hacer un buen negocio, se considera que está en su más absoluto derecho a hacerlo y las medidas reprobatorias tienden a ser mínimas. Esa apología al egoísmo y al individualismo viene acompañada por un cierto desdén por aquellos que no tienen una situación individual, personal, que les permita acceder a cosas elementales como salud y educación. La idea que queda es que para esa gente lo público provee algo que nadie espera que sea de la mejor calidad.

En ese contexto, no solamente es importante reivindicar lo público como una alternativa para los que no acceden a lo privado (quiero recalcar que en el Chile pre dictadura lo público no era aquello para los pobres, era aquello que teníamos todos los chilenos por definición, a menos que quisiéramos otra cosa; a los liceos no iban los pobres, íbamos todos), sino que la idea de lo público es clave porque hay dinámicas cuya complejidad se dan en el ámbito de la sociedad en su conjunto, no en el entorno de cada individuo, la salud y la educación son un ejemplo por antonomasia.

—¿Podría detallar qué sucede en esos ámbitos, específicamente?

En salud, por ejemplo, insuperable es la vacunación. A la persona más rica y egoísta le conviene que vacunen a los pobres, va en su beneficio directo que los pobres sean vacunados porque de esa manera se pueden controlar las pestes. En el ámbito de la educación, un mínimo de razonamiento te dice que si tú tienes un pueblo mejor educado, vas a tener un país mejor capacitado para absorber mejores tecnologías, nuevos métodos productivos; es lo que dice Fernando Mönckeberg, la importancia de tener un pueblo inteligente para vencer el subdesarrollo. El hecho de que tengamos un sistema público eficiente y de alta calidad nos beneficia a todos. La contribución a lo público es algo que se da en una dinámica que nos beneficia a todos y ese sentido de pertenencia es algo que debe guiar nuestra conducta. A mí me gusta mucho enfatizar, no solamente por lo ético que para mí y otros resulta fundamental, sino que también desde lo empírico, que si nosotros no cuidamos aquello que llamamos el bien común, vamos a salir todos perjudicados.

Si tú, por ejemplo, pensaras más allá de tu propio interés, te resultaría obvio que si vienes de un sector de Santiago con alta incidencia de Coronavirus y te vas a un balneario donde prácticamente no hay contagiados, al ir a comprar puedes contagiar a quien te vende el pan, que a su vez va a llegar a la casa donde va haber alguien, mamá, abuelo de 80 años. Si piensas un poco mas allá de ti mismo y de que quieres ir a la playa, y te das cuenta de que puedes contribuir a que se contagie y muera una persona de 80 años, cambia tu conducta, pero para eso tienes que salir de tu propio yo y pensar en términos de la pertenencia a una sociedad. Creo que si alguna enseñanza nos va a dejar esta epidemia, no sólo va a ser la valoración de lo público, sino que entender que hay cosas que se dan en un plano de complejidad que es la sociedad, que no es la mera suma y yuxtaposición de lo que le pasa a cada individuo en particular.

Esta pandemia avanza en nuestro país en un momento particular, a cinco meses del estallido social y en un contexto en que a la desconfianza en el Gobierno y ciertas instituciones se suma el empoderamiento de la ciudadanía. ¿Cree que estos factores han incidido en la manera de controlar la crisis sanitaria?

Precisamente por eso encuentro muy valioso el llamado que ha hecho el ministro del Interior a formar esta mesa social, porque es un reconocimiento que considera otras miradas. Esto lo digo con mucha cautela, pero uno se pregunta, cuando ve estas cosas que parecen de ficción, como que estén los habitantes del litoral impidiendo que entre la gente de la capital, por ejemplo, si acaso no era esa una medida que debió tomar la autoridad formal y no algo resuelto como una cosa espontánea de la población. Es casi una paradoja que sea la ciudadanía la que espontáneamente asuma medidas que corresponderían a indicaciones u ordenamientos desde la autoridad.

«Cuando se ve en peligro la vida humana, es inevitable que la gente se pregunte cuáles son los valores que son relevantes y ahí, probablemente, se entiende que gran parte del consumo es irrelevante»

¿Qué medidas de corto y mediano plazo está tomando la Universidad con sus estudiantes, sobre todo en el aseguramiento de la docencia y considerando los costos de distinto tipo que esta emergencia les está significando a los hogares de las y los jóvenes?

Siempre enfatizamos que no estábamos suspendiendo las clases, sino cambiando la modalidad de enseñanza. Por supuesto que no es posible a un 100%, pero vamos a tratar de hacer lo máximo posible para que las clases no se suspendan y continúen. Ahí el tema equidad es fundamental y lo estamos abordando a través de los chips de acceso a Internet que estamos entregando a los estudiantes. Al margen de eso está el otro problema, que es un problema comunitario, el problema de financiamiento del sistema universitario. La situación que están viviendo las familias de los estudiantes es muy difícil y yo creo que eso se puede compatibilizar, como siempre lo ha hecho la Universidad de Chile, tiene que haber una mirada humanitaria, a nadie lo van a echar, tendrán que haber facilidades para los pagos cuando corresponda, pero sin lugar a dudas tiene que haber comprensión.

Sobre lo mismo, ¿cree que en circunstancias como las actuales se abre la posibilidad de iniciar debates que en otro momento parecen imposibles, como el que tiene que ver con los modos de financiamiento de la educación pública?

Estoy totalmente de acuerdo con eso. Cuando se ve en peligro la vida humana, es inevitable que la gente se pregunte cuáles son los valores que son relevantes y ahí, probablemente, se entiende que gran parte del consumo es irrelevante. Pero mucho más importante que eso es, de nuevo, la visión global, de la universidad, cómo se distribuyen los recursos, si esta manera del Dios mercado es una manera que realmente favorece al desarrollo de la sociedad. Entonces yo creo que de esto van a salir, desde luego, cosas más directas, la forma en que financiamos la Universidad, la forma en que distribuimos entre las distintas facultades, las oportunidades que tienen las distintas facultades para contar con medios para desarrollarse, que aprovechemos el potencial de las ciencias sociales y humanidades entendiendo el rol que juegan para comprender momentos como los que hemos estado viviendo, y eso repercute en una visión distinta.

La actual contingencia se cruza con la necesidad urgente de respuestas a las demandas sociales que emergieron tras el 18 de octubre. Usted encabeza el trabajo por una nueva propuesta de acuerdo social, una instancia en la que participan figuras claves de distintas áreas. ¿Ha seguido el trabajo de esa mesa? ¿Cuáles son los avances más valiosos en ese ámbito?

La mesa sigue trabajando, las comisiones han trabajado en línea, usando las tecnologías. Los aportes han sido muy relevantes y significativos, mesas como democracia, educación, salud, van a tener un remezón, y creo que, sin lugar a dudas, todo ese debate se da en un país infinitamente más receptivo a estas ideas y estas cuestiones de lo que era antes de la epidemia. Creo que esto nos remece desde el punto de vista de participación ciudadana, de necesidad de repensar un sistema de sociedad para Chile. El trabajo de la mesa social, además de la importancia que tiene, resulta infinitamente más motivante cuando entendemos que hay una sociedad más ávida y fértil para recibir este tipo de iniciativa.

Hemos escuchado que a raíz de esta crisis inédita va a cambiar nuestra forma de vivir y de relacionarnos como sociedad. ¿Es optimista ante las posibilidades de cambio?

Sin duda, sin duda. Yo creo que vamos a tener más conciencia de lo importante que somos todos para cada uno de nosotros, creo que esto debería ser un llamado de atención al egoísmo, que ya no tiene sentido decir, en una epidemia, “yo estoy bien”, porque si el tipo de al lado está contagiado, yo lo voy a estar también. Valga el lugar común, pero esto nos iguala como seres humanos, en nuestra condición básica. Trato de enfatizar que lo realmente determinante de nuestra vida, tanto más que lo que cada uno haga por sí, para sí, es el contexto social en que nuestras interacciones se dan y, por lo tanto, la importancia que vuelve a adquirir el contexto de la sociedad en que cada uno está, comparado con esta ilusión que hemos vivido de que cada uno depende de sí mismo, funciona para sí mismo y trabaja para sí mismo, y que eso es lo único que cuenta. Ese cambio va a implicar una revisión muy profunda.

*Si quieres conocer más de las medidas que ha tomado la Universidad de Chile para enfrentar la crisis, pincha aquí.

Cría cuervos

Y matar, además y especialmente el ojo, puntualmente cada ojo, pues uno solo es sarcástico, folclórico, agorero, matar, pues, sin asco los dos ojos y todo el ojo, porque el ojo es el hombre, es la parte del ser que contiene más cantidad del hombre.

Carlos Droguett. Los asesinados del seguro obrero (1940)

Por Faride Zerán

Nada parece ser suficiente si se trata de aplacar, doblegar, disciplinar al Chile que emergió luego del estallido.

Ni las cerca de 400 heridas oculares según cifras del Indh, corroboradas luego en las 30 páginas del documento de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Onu, que acusaba graves violaciones de derechos humanos en Chile, agregando a los 26 muertos en el contexto de la protesta, entre el 18 de octubre y el 6 de diciembre, ejecuciones extrajudiciales y la detención de más de 28 mil personas, entre otras cifras destinadas a consignar la brutalidad.

Tampoco parece ser suficiente el horror sufrido por 192 personas que denunciaron haber sido víctimas de violencia sexual. Horror expresado en las 544 querellas por torturas y tratos crueles presentadas sólo por el Indh.

Porque al uso de balines con componente de acero utilizados indiscriminadamente en contra de los manifestantes se sumó luego la denuncia del contenido de soda cáustica en el chorro de los carros lanza-aguas de la policía, ambos hechos negados por los altos mandos uniformados y por el gobierno hasta que los análisis químicos demostraron lo contrario.

Y pese a que todos los informes de organismos de derechos humanos sobre Chile luego del estallido son similares (Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Comisión Interamericana de Derechos Humanos) y coinciden en la gravedad de tales violaciones, existe una diferencia que apunta a la palabra sistemática, que alude a responsabilidades políticas del gobierno, cuyo discurso ha sido traspasar dichas responsabilidades a Carabineros y Ejército, este último durante el Estado de Emergencia decretado por Piñera a horas del estallido social.

En este marco, diversos sectores y organizaciones de DD.HH. de la sociedad civil encabezadas por la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Chile han llamado a “un gran acuerdo por los derechos humanos”. En él se plantea el cese de la represión, de los discursos de confrontación y empate, y el establecimiento, mediante la justicia, de responsabilidades penales y administrativas, así como políticas. También se recomienda la creación de una Comisión de Verdad, Justicia y Reparación no sólo para establecer un relato compartido y confiable sobre esta grave crisis de DD.HH., escuchando a las víctimas y proponiendo medidas de reparación, sino también para contribuir en la búsqueda de antecedentes de primera fuente que documenten el horror.

Porque sin duda el debate en torno al término sistemático —que no es sólo semántico— lo tendrá que dilucidar la justicia luego de investigar caso a caso donde están las responsabilidades políticas y penales de quienes, ejerciendo las más altas funciones del Estado, por acción u omisión permitieron estos atropellos, al igual que la de aquellos que torturaron, abusaron, violaron o les arrancaron los ojos no sólo a casi 400 personas, en su mayoría jóvenes, sino simbólicamente a toda una generación. Una generación que creció sin miedo y que, a diferencia de sus padres o abuelos, no está disponible para habitar un futuro basado en la impunidad.

Una impunidad expresada también en el hecho de que las Fuerzas Armadas y de Orden no están obligadas, como sí lo está el resto de los organismos públicos, a entregar al Archivo Nacional una copia de sus documentos. Esto, gracias a la Ley 18.771, vigente desde el mes de enero de 1989, promulgada por Pinochet, que les permite a las instituciones armadas destruir archivos o documentación sensible sin violar la ley.

Al respecto, no resulta sorprendente el robo de computadores que contenían archivos de testimonios y denuncias de violación de DD.HH. desde las dependencias de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, dado a conocer por el presidente de esta entidad a mediados de diciembre, como tampoco las amenazas de muerte a líderes sociales y de DD.HH. ocurridas en las últimas semanas.

La crisis de derechos humanos que atraviesa hoy el país tiene su base en la impunidad de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura.

El estallido social iniciado el 18 de octubre último demostró no sólo el cuestionamiento de una sociedad ante un sistema socioeconómico que estaba acabando con la dignidad de todo un país sino que, junto a ello, hizo evidente que las agrupaciones de DD.HH. tenían razón cuando declaraban que la promesa del Nunca Más no era tal y que el Chile de las últimas décadas se había construido sobre la base de la impunidad y del fortalecimiento de discursos negacionistas ante los crímenes de lesa humanidad.

Por ello la urgencia de un acuerdo transversal sobre derechos humanos en Chile que realmente garantice que estos hechos que hoy conmueven a la opinión pública nacional e internacional no volverán a repetirse nunca más.

Esta es la base de cualquier proyecto de futuro. Sin este pacto, los cuervos seguirán arrancándonos los ojos ante cada crisis social y política que enfrente el país.  

Medidas de la U. de Chile para enfrentar la crisis sanitaria

La situación actual de emergencia nos ha obligado a todos y todas a adaptar nuestras acciones con el fin de proteger a nuestra comunidad. Como Universidad no estamos exentos de ello y entendemos este comienzo de semestre, como un espacio de encuentro y vinculación entre los miembros de las distintas comunidades educativas de la Universidad. En ese marco te incentivamos a participar de ellas y a colaborar propositivamente en detectar los espacios de mejora para actuar en su solución. Nuestro compromiso es que ningún estudiante quedará solo/a y abandonado/a a sus circunstancias; haremos todos los esfuerzos que sean posibles para que todas y todos puedan participar de las actividades educativas en este contexto excepcional.

Te queremos contar sobre los mecanismos de apoyo que actualmente están a tu disposición:

  • Hemos dispuesto que aquellos estudiantes que no cuentan con una conexión a internet (móvil o fija) puedan acceder a una conexión móvil ilimitada por 6 meses. La información para determinar quienes acceden a este beneficio se obtuvo a partir de FOCES, y la distribución de los chips se realiza desde cada Dirección de Asuntos Estudiantiles o de Escuela local. La distribución comenzó a partir de la semana del 16 de marzo y se espera concretar en el curso del período de transición. Para más información, puedes encontrar el contacto de tu Director de Asuntos Estudiantiles aquí: [https://uchile.cl/u152764].
  • Instalamos un sitio de Acompañamiento Virtual [https://www.uchile.cl/avirtual], en el que encontrarás orientaciones para poder abordar este proceso tanto desde lo académico como de estrategias para el aprendizaje. Cuentas también con una Mesa de Ayuda para estudiantes, donde un equipo de monitores/as y tutores/as de distintas carreras y programas atenderán tus consultas en tiempo real vía chat, entre las 2 y las 6 de la tarde. Si no puedes conectarte en estos horarios, responderemos tus dudas por correo electrónico.
  • Todas las Facultades e Institutos cuentan con protocolos de atención en caso de emergencia. El canal más directo para poder comunicarte con tu Facultad/Instituto es la Secretaría de Estudios, cuyo contacto por mail puedes encontrar acá: [https://uchile.cl/u8461].
  • En caso de que tengas dudas relativas a tu situación de becas o beneficios estudiantiles, la Dirección de Bienestar y Desarrollo Estudiantil está recibiendo tus consultas en el siguiente correo electrónico: [dirbde@uchile.cl]
  • Estamos trabajando junto con nuestras y nuestros docentes para que puedan desarrollar el proceso formativo en línea y cuenten con las herramientas para ello. Hemos instalado un ciclo de capacitaciones y materiales complementarios, que puedes conocer en el siguiente link: [https://www.uchile.cl/avirtual]. Localmente, los Centros de Enseñanza y Aprendizaje están trabajando con los equipos de cada Facultad e Instituto.

Varado en Bordeaux, me llegan correos

Desde el 13 de marzo, el muralista fundador de la histórica Brigada Ramona Parra se encuentra en el sur de Francia debido una exposición de sus obras y varios proyectos de murales, sin embargo, la crisis del Coronavirus lo tiene confinado y sin poder regresar a Chile. Aquí, el artista relata su situación actual y envía un mensaje a sus compañeros de pinceles y a la sociedad en general sobre la gravedad de la pandemia y la importancia del aislamiento.

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para: Mono Gonzalez <mxxxxx@gmail.com>

fecha: 18 mar. 2020 18:30

asunto: Saludos Desde Chile

Hola Mono

Cuéntame cómo estás por allá?

Estás bien?

Por acá recién entrando a guardarse para hacer cuarentena por voluntad propia.  Probablemente se desate el caos dentro de algunos días con el virus ya que las autoridades tratan todo el rato de minimizar los efectos y aún se ve mucha gente x la calle. Yo me traje el taller para la casa mientras pase todo.

Te mando un abrazo y espero que te encuentres bien.

Saludos.

El artista Alejandro «Mono» González preparaba murales para ejecutar en Francia, España e Italia, todos suspendidos por la pandemia.

de: Mono Gonzalez <mxxxxx@gmail.com>

fecha: 19 mar. 2020 10:30

asunto: Saludos desde Francia

Hola maestro 

¡Enciérrense!

-Acá llevo desde el lunes 16 confinado en casa de unos amigos (aperado con mis remedios).

-El viernes 13 marzo pasado inauguré mi exposición y alcance a vender 5 de 22 obras que tuvimos que dejarla instalada por dos meses en la galería en espera que la situación se «normalice». Está restringido el tránsito por las calles y ya nadie camina por la ciudad.

-Cuando salí de Chile -antes que sucediera esto que estamos viviendo- tenía el presentimiento de que esta gira no iba a ser como las anteriores (tuve la tincada de no viajar… pero ya la habíamos programado desde hacía un año y había mucha gente involucrada…) teníamos muchas ideas y proyectos para hacerlas todas a la vez.

LE MUR- un mural de 3 x 9 metros que se ejecuta cada mes, esta bocetado, pero suspendido
En Madrid un muro sobre Violeta Parra que estoy bocetando para el futuro (…¿cuándo?)
Visitar y pintar en Nápoles, para después, lo mismo con unos talleres de gráfica urbana, también
suspendidos…

-No me falta comida ni abrigo pero estoy sin salir a la calle, solo una vez en la semana para abastecerme, con permiso especial. Igual los músculos se me atrofian de no moverme, pero hay que cuidarse. Acá todo está parado, solo funciona lo indispensable y la gente lo respeta, él que no lo hace son 300 euros de multa, la situación es grave.

-Con todas esas restricciones, que la gente respeta, se estima igual que los puntos más altos no han llegado eso será por los primeros días de abril subiendo hasta mayo, los franceses son más introvertidos, pero en Italia con todas las medidas hoy hubo 600 muertos, así que ¡cuídense!

– Incluso jóvenes de 35 a 50 años están ingresando a los hospitales en Italia y a mayores de 70 años no le están aplicando respiradores artificiales, los dejan a su suerte, están prefiriendo a menores por falta de equipos.

-Ahora estoy encerrado viendo películas por internet y he boceteado como dos nuevos murales, uno para Francia y otro para Madrid, los que tenía que haber pintado en esta gira y ahora están suspendidos.

Murales del «Mono» González que se expondrían hasta abril en la galería Magnetic Art Lab de Bordeaux, cerrada ahora por el Coronavirus.

-Quiero regresar a Chile y trabajar en mi taller, “confinado” (encerrado como siempre), pero no me puedo mover…

-En el consulado chileno en  Bordeaux no contestan llamadas ni correos, no existen.

-Miro por las ventanas y no circula casi nadie… toque de queda y guerra sanitaria decretada por el Gobierno francés, y el Presidente Macron, que en su mensaje a la nación dijo: «La salud no puede estar sujeta a las leyes del mercado. Es el Estado el que va a poner todos los recursos materiales y financieros, cueste lo que cueste”.

-A las medidas sanitarias en Chile no les han tomado el peso que tienen, esto no va en baja, sino todo lo contrario.

-Sin asustarse le aconsejo: Enciérrate y prepara mercadería, trabájate psicológicamente y prográmate para hacer todo aquello que tenías atrasado.

-Quiero regresar a Chile. Se que aquí estoy más seguro, pero me falta mi espacio … mis herramientas y trabajar en mis cosas.

-Ahora, más hipocondríaco que nunca, con remedios por si acaso- para el resfriado y termómetro para controlar la temperatura en todo momento- y dolores de cuerpo que no se me pasan, me las creo todas.

-Me falta la adrenalina del trabajo y me falta Chile y su Despertar y el ejercicio de los muros, el sudor de la jornada y la cercanía de los compañeros.

-Me aterra la tranquilidad de esta ciudad (vengo de un Despertar de Chile en movimiento) y aquí, es como si el mundo se hubiera detenido a causa de una peste amenazante, casi de ciencia ficción. Albert Camus está presente en el aire. Son tiempos del siglo XXI.

-Espero estén bien de salud y con paciencia que este mundo será distintos después de  esto. Empezamos con el despertar de nuestra patria y ahora se suma esto globalmente…donde como siempre los más pobres y  débiles seremos los más perjudicados.

un abrazo

del Mono González

desde Bordeaux-Francia

PD: -esta es la única forma por el momento de estar conectados. ¿y te imaginas si a esto se suma la caída de internet ?

No es un cuento de ciencia ficción. Estamos viviendo una realidad donde el hombre es culpable de exterminarse.

Joseph Ramos: “Las medidas económicas sólo aminoran, pero no compensan el daño del Coronavirus”

El economista y académico de la U. de Chile, comenta los efectos que ya está teniendo la pandemia a nivel económico y los anuncios que hizo el presidente Piñera para combatir los embates de esta crisis. “Habrá que contemplar mayores medidas para los grupos específicos que resultarán más golpeados, como las pymes y los trabajadores independientes”, advierte.

Por Denisse Espinoza

Hasta enero pasado, los esfuerzos de Joseph Ramos estaban concentrados en impulsar la productividad dentro de la salud pública. Un informe de la Comisión Nacional de Productividad, donde el economista es vicepresidente, reveló que uno de los mayores problemas en esta área estaba en la optimización de los recursos. Allí se advertía sobre el problema que suponía, por ejemplo, que los quirófanos se utilizarán solo a la mitad del tiempo, y que un uso eficiente podría liberar alrededor de 350 millones de dólares, si se realizaran adecuadas atenciones ambulatorias como  extender el uso a 9 horas en vez de las 4,45 que se utilizan normalmente.

Hoy, sin embargo, la urgencia de detener la pandemia del Covid-19 en Chile pone el foco de la salud pública en otros temas. “La falta de productividad de la que veníamos hablando no tiene nada que ver con la crisis sanitaria que podemos vivir hoy. Ningún sistema está preparado para un incremento enorme en el uso de ventiladores y de personas internadas en la UTI”, dice el economista y académico de la U. de Chile.

La crisis sanitaria mundial en que se ha convertido el Coronavirus, nos ratifica como nunca antes se había visto, los efectos brutales que puede tener la globalización. Por estos días, la urgencia está centrada en evitar que el virus se propague a la velocidad avasalladora como lo vivió Italia, que hoy lamenta miles de muertos, superando en cifras a China, país donde se originó la pandemia y que sólo con un estricto control en la movilidad y contacto de las personas, ha podido dominarla. Pero ¿qué sucede en materia económica? Chile que ya estaba pasando por su propia crisis social a raíz del estallido del 18 de octubre, debe sumar ahora la recesión que se generará debido a la semi-cuarentena instruida: el cierre del comercio, la baja en la producción y en las ventas.

El economista Joseph Ramos es vicepresidente de la Comisión Nacional de Productividad.

Mientras gobiernos como el Francia, Italia y España ya emprendieron medidas para ir en rescate de la población más afectada como el congelamiento en el pago de cuentas básicas de luz, gas y agua, el aplazamiento en el pago de hipotecas o garantías para el préstamo bancario a empresas, en Chile el presidente Sebastián Piñera también hizo sus anunció que suponen una inyección de nada menos que US$ 12 mil millones, lo que dobla los recursos que se habían supuesto en el llamado Plan de Protección del Empleo y Recuperación Económica, tras el estallido social.

Entre las medidas concretas está un nuevo plan de capitalización de Banco Estado por 500 millones de dólares para que otorgará más créditos y ampliará garantías estatales para préstamos; un Fondo Solidario de 100 millones de dólares  emergencias económicas y sociales de las Pymes, que se otorgará a través de los municipios y los ingresos familiares y anunció el proyecto de “Ley Covid-19”, por medio del cual se garantizará el pago de salarios de aquellas personas que deban permanecer en su hogar sin posibilidad de realizar las labores a distancia. Para esto, debe haber mutuo acuerdo con el empleador, y que haya un mandato de la autoridad sanitaria. También habrá alivio tributario con suspensión de los pagos provisionales mensuales del segundo trimestre y postergación del pago de IVA para empresas con ventas menores a UF 350.000, así como devolución anticipada del impuesto a la renta, postergación impuesto a la renta a julio y suspensión del impuesto a créditos.

Sin embargo, ya han habido voces críticas hacia las medidas y otras mociones presentadas como la de la diputada PC Camila Vallejo, quien aboga por una ley que impida los despidos mientras dure la crisis, así como la aplicación de descuentos por ausencias o retrasos laborales.

¿Qué le parecen a usted las medidas económicas anunciadas por el presidente Piñera?

Las medidas que vi me parecen que son razonables y con una cifra bien cuantiosa, que significan varios puntos del PIB, sin embargo tenemos que tener claro que esto a lo más aminora el efecto económico del Coronavirus pero de ningún modo puede compensar el daño que ya está generando y que probablemente va a generar. Cada semana en Chile y en otros países se produce un 2% del PIB, pero si un país se paraliza por un mes, serían entonces 8% menos del PIB y eso se suma a que la gente no está gastando.

¿Existe en ese sentido un efecto psicológico en épocas de crisis que afecta a la economía?

Claro, está la gente que no está trabajando porque asumió la cuarentena o en el caso concreto que no pueden ir a comprar, porque el comercio está paralizado, pero aunque pudieran, tampoco irían por efectos del pánico por el virus. La gente está restringiendo sus gastos, aunque no se les hubiese prohibido ir a restaurantes o a viajar, la gran mayoría está evitando el turismo y el consumo.Entonces hay algunos sectores más gravemente afectados por esta crisis sanitaria, eso es lo que pienso que se pretende aminorar con medidas de esta naturaleza. Todo el mundo está golpeado, pero por supuesto algunos mucho más que otros, creo que deben haber medidas que vayan hacia esos grupos específicos y otras medidas dirigidas a la población en general. El gobierno norteamericano por ejemplo está contemplando devolverle mil dólares de impuesto a la gran mayoría de la gente, no solo para que la gente tenga plata sino para que gaste esa plata. Entonces debería haber una combinación entre medidas generales y específicas dirigidas a la población.  Las pymes, por ejemplo, no tienen mucho capital de trabajo, entonces un mes parados significa hundirse. Un restaurante chico paralizado un mes se va a la quiebra. Entonces las medidas que se han tomado han tratado de ser más focalizados para ciertos grupos.


¿Qué sucede cuando empresas afectadas pero que son grandes empresas como LATAM piden ayuda directa del gobierno?

Ahí cabe preguntarse si uno quiere o no salvar a Lan Chile y cuánto le va a costar a Lan Chile, si lo salva, porque cuando uno dirige medidas para salvar a Lan Chile no solo salva el empleo de los pilotos, azafatas y todo el personal, sino que está salvándole la plata al accionista ¿Quiere hacer uno eso? Entonces ahí tal vez se pueden tomar medidas más hacia los trabajadores. En el caso de Lan Chile, los trabajadores aceptaron reducir sus suelos porque saben que la crisis no es mentira y prefieren ganar un poco menos a quedar cesantes. En ese sentido quizás las medidas económicas deban ir hacia personas naturales. Entre las medidas que anunció el gobierno está que la gente bajo ciertas condiciones puede acudir al seguro de cesantía cuando las empresas dicen ‘quédate en la empresa pero te pagamos 30% menos’, porque las ventas han caído y puede que las personas acepten eso y se tenga que compensar esa caída con parte del seguro de cesantía. También se puede hacer que la jornada laboral se reduzca sin necesidad de pagar, que todo el mundo apriete el cinturón 10% para evitar el despido. Hay medidas de esa naturaleza que se pueden tomar.

¿Qué le parece la moción de la diputada Camila Vallejo para impedir los despidos en este periodo?

La pregunta que nace en torno a mociones de ese tipo es quién lo va a pagar, ¿el fisco lo va a pagar o es la empresa que va a pagar? Entonces,  el caso es que quizás uno no puede salvar al accionista de la gran empresa, pero tampoco se puede obligar a esa empresa a pagar sueldos si es no se está produciendo. Lo único que hacemos es acelerar la quiebra. Ahora si hablamos a largo plazo y en que vamos a tener que financiar esos UDS$ 12 mil millones, que se tendrá que financiar como deuda, déficit fiscal y eventualmente se podría financiar con una mayor tributación que debería recaer sobre el 10 o 20% más adinerado del país, pero eso no será este año, porque este no es el momento de subir los impuestos. Lo que uno quisiera es que lo grandes empresarios siguieran invirtiendo, que siguieran pagándole a sus empleados aunque no se esté produciendo. 

La crisis sanitaria que vivimos ha obligado al Estado a intervenir en un rol que no tiene normalmente en nuestro sistema económico, donde el Estado funciona como subsidiario y no como garante ¿Considera que esto sea una evidencia más de la crisis del modelo económico?

No creo que evidencie nada de eso, no hay país en el mundo que se haya salvado de la pandemia. Todos los sistemas se han visto afectados. Obviamente el estallido social evidencia cambios que se necesitan hacer, pero lo del Coronavirus es otra cosa. El tema del estallido social ha debido ser postergado, porque aunque se permitieran las marchas, por ejemplo, nadie en su sano juicio quisiera estar hoy participando en aglomeraciones grandes de personas. Incluso Chile que ha tenido un Estado menos intervencionista que en otros lados, ha intervenido en el pasado como en la crisis económica de 2008, donde tuvo una gran intervención, entonces no hagamos un mito de esto. Chile tiene legislación hace años, donde por ejemplo se puede usar 2% del presupuesto sin solicitarlo y sin pasar por el congreso precisamente porque suceden catástrofes como esta. En Chile históricamente han sido los terremotos y ahora es esta pandemia.

Aún aquí no hay un análisis catastrofista, aunque el Ministro de Hacienda de EEUU dijo que si no se hacía el plan que él estaba proponiendo el desempleo podría llegar a 20%, lo cual sería inaudito, una calamidad. ¿Cuánto puede un país aguantar en condiciones de cuarentena o semi-cuarentena? Bueno, nosotros en Chile hemos aguantado una caída de producción del 2% que sucedió en 2008, y actualmente se está hablando de que no vamos a crecer el 1%, sino el 0% o quizás caemos en 1 o 2%, pero nadie está hablando de caer 10%. Ya el país sobrevivió a duras penas el año 83, a un desempleo del 25% y una caída de producción de 13%, entonces tenemos ese ejemplo, pero ojala no nos acerquemos a esa cifra.


La peste: realidad y metáfora al final del exceso

Este virus, este COVID-19 saca lo mejor y lo peor de lo nuestro. Mientras el virus se sigue reproduciendo en las superficies, algo más profundo estaría ocurriendo a nivel planetario; algo que ya intuíamos y que en Chile, desde el 18 de octubre vino a enrostrarnos el tipo de vida que hemos llevado: una dedicada a producir sin medida, una enfocada en socavar la existencia, una superdepredadora que por décadas ha devorado a humanos y al planeta mismo.

Por Ximena Póo

“Todo aquel tiempo fue como un largo sueño. La ciudad estaba llena de dormidos despiertos que no escapaban realmente a su suerte sino esas pocas veces en que, por la noche, su herida, en apariencia cerrada, se abría bruscamente. Y despertados por ella con un sobresalto, tanteaban con una especie de distracción sus labios irritados, volviendo a encontrar en un relámpago su sufrimiento, súbitamente rejuvenecido, y, con él, el rostro acongojado de su amor. Por la mañana volvían a la plaga, esto es, a la rutina…” (La Peste, Albert Camus).

Lo anterior nos traslada al horror, a la metáfora, la conspiración, la ausencia y la sobreinformación. A lo que estamos viviendo, sin todavía creerlo, en todo el mundo.

Mientras el virus se sigue reproduciendo en las superficies, algo más profundo estaría ocurriendo a nivel planetario; algo que ya intuíamos y que en Chile, desde el 18 de octubre vino a enrostrarnos el tipo de vida que hemos llevado: una dedicada a producir sin medida, una enfocada en socavar la existencia, una instalada en el tedio de no ver el sentido de todo, una superdepredadora que por décadas ha devorado a humanos y al planeta mismo. Una suerte de cambio en el rumbo de la ecología social se ha disparado como si el virus hubiese sido plantado y, sin casi proponérselo, el efecto nos ha dejado más desnudos: no hay líderes, no hay conducta de conciencia social ni modelo de consumo capitalista que den el ancho. Esta vez, y con más fuerza, el efecto es planetario y es visto por los países desarrollados, donde la crisis del modelo capitalista es más que evidente, desde hace mucho. Y digo que “es visto”, porque son estos mismos países los que han dejado de ver los estragos del sarampión y del ébola en África o el dengue en zonas de una América Latina también azotada por la desigualdad, la falta de dignidad y las políticas no centradas en los derechos humanos.

Este virus, este COVID-19, invisible a los ojos, es realidad y metáfora a la vez. Saca lo mejor y lo peor de lo nuestro. Hoy, por ejemplo, empresarios neoliberales pedían a gritos (sí, a gritos en canales de televisión) más Estado. Son los mismos que no quieren una nueva Constitución, que cambie, sencillamente, al Estado subsidiario que nos aflige por uno garante, construido por todos y todas. Uno de verdad.

El filósofo y político esloveno Slavoj Zizek viene al caso cuando rescatamos una reflexión extendida durante estos días virulentos: “La actual expansión de la epidemia de coronavirus ha detonado las epidemias de virus ideológicos que estaban latentes en nuestras sociedades: noticias falsas, teorías conspirativas paranoicas y explosiones de racismo. La bien fundamentada necesidad médica de establecer cuarentenas hizo eco en las presiones ideológicas para establecer límites claros y mantener en cuarentena a los enemigos que representan una amenaza a nuestra identidad. Pero tal vez otro –y más beneficioso– virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-Estado, una sociedad que se actualice como solidaridad global y cooperación”. Aplica para el mundo, aplica para Chile, en el corazón del mundo neoliberal.

Zizek, siempre a tono con la industria cultural, dice que el “coronavirus es un golpe a los Kill Bill al sistema capitalista”. Y tiene razón, su explosión se larva dentro y tiende a no ser vista hasta mucho después. Por eso apela a una nueva forma de comunidad-comunismo-comunitarismo. Un nuevo “común” que revierta el sentido común de la codicia y la acumulación, ese de la explotación que desecha los cuerpos como si nada, a aquellos cuerpos que no producen ganancias, no cumplen las metas. La enfermedad da una estocada a esas metas y cuando se diagnostica a un empresario o político en la cumbre de la cadena, el efecto hace temblar al poder: ¿Son desechables también esos cuerpos “poderosos”? ¿tienen otro estatus? Esto nos iguala y a ellos, sobre todo, los desnuda, pese a que no se dan cuenta.

Las vidas cotidianas han sido trastocadas y será así durante meses, sobre todo en un mundo y en un país como Chile, donde conviven desde el primer hasta el cuarto y quinto mundo. Incluso, desde la sororidad, hay quienes acogen a mujeres en riesgo para que no se encierren junto a sus abusadores. Asimismo, el teletrabajo es para quienes están entre el primero y el segundo; la precariedad y el miedo a perderlo todo para quienes están entre el tercero y el quinto, la mayoría a nivel planetario, la mayoría aquí. Y, en la otra vereda, la mejor, ha habido solidaridad, cuidado mutuo, canciones desde los balcones unidos, conciencia para apoyarse en equipos de trabajo, familias o amigos que no dejan solos/as a quienes pueden ser más golpeados/as. Y ha habido cordura y convicción al exigir medidas drásticas, en el mundo y aquí. Que han llegado tarde, lo han hecho, pero la presión ha servido para propiciar cambios. Somos testigos del colapso, somos testigos de que aquí nadie se salva solo/a, como hemos susurrado y gritado en las calles desde hace tanto.

Haciendo alusión a la doctrina del shock, vieja fórmula que reflotó la periodista Naomi Klein tras el desastre del huracán Katrina, en Estados Unidos, es posible ver en simple los estragos del capitalismo de desastre, los cálculos electorales, las luces sobre quiénes y sobre quiénes no, siguiendo el modelo occidental de todo el siglo XX. Ahora Klein ha reflexionado en la prensa, alegando contra quienes, desde la sospecha y el individualismo patético, sostienen que “yo me ocuparé de mí y de los míos, podemos conseguir el mejor seguro privado de salud que haya, y si no lo tienes es probablemente tu culpa, no es mi problema: Esto es lo que este tipo de economía de ganadores pone en nuestros cerebros. Lo que un momento de crisis como este revela es nuestra interrelación entre nosotros. Estamos viendo en tiempo real que estamos mucho más interconectados unos con otros de lo que nuestro brutal sistema económico nos hace creer”.

Klein, desde lo cotidiano, apunta al micro-miedo, a ese que se contagia fácil, que también hace cálculos: “Podríamos pensar que estaremos seguros si tenemos una buena atención médica, pero si la persona que hace nuestra comida, o entrega nuestra comida, o empaca nuestras cajas no tiene atención médica y no puede permitirse el lujo de ser examinada, y mucho menos quedarse en casa porque no tiene licencia por enfermedad pagada, no estaremos seguros. Si no nos cuidamos los unos a los otros, ninguno de nosotros estará seguro. Estamos atrapados”. Estamos, además, con miedo a nosotros/as mismos, a las noticias falsas, al Otro que es realidad y metáfora, cuando el Otro somos nosotros/as mismos/as, como lo explicaba Ulrich Beck en La sociedad del riesgo, hace años, cuando ya en el Oriente Próximo, por ejemplo, el riesgo era y son bombas sobre vidas que no han alcanzado a despuntar.

Arriesguémonos a una cuarentena global, a no salir, a parar, a bajarse, a asumir que esto ya no da para más.  Así podemos regresar a Camus y esta pestilencia que de vez en cuando nos convoca a recordar los fallos de un sistema cruel: “Hombres que se creían frívolos en amor, se volvían constantes. Hijos que habían vivido junto a su madre sin mirarla apenas, ponían toda su inquietud y su nostalgia en algún trazo de su rostro que avivaba su recuerdo. Esta separación brutal, sin límites, sin futuro previsible, nos dejaba desconcertados, incapaces de reaccionar contra el recuerdo de esta presencia todavía tan próxima y ya tan lejana que ocupaba ahora nuestros días. (…) Era ciertamente un sentimiento de exilio aquel vacío que llevábamos dentro de nosotros, aquella emoción precisa; el deseo irrazonado de volver hacia atrás o, al contrario, de apresurar la marcha del tiempo, eran dos flechas abrasadoras en la memoria”. ¿La “peste” de hoy será la estocada final? Está por verse y espero que lo veamos; realidad y metáfora al final del exceso.