El autor argentino, conocido por novelas como Los pichiciegos y los cuentos de Muchacha Punk, comenzó publicando poesía en los 70. Desde entonces, estableció un diálogo con la poesía local que estuvo presente hasta sus libros finales. Acá, recordamos citas y parodias a Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gonzalo Rojas y Raúl Zurita, cuando se cumple una década desde el fallecimiento de Fogwill el 21 de agosto de 2010.
Por Javier García Bustos
“Decime Fogwill como Sócrates, Platón y Aristóteles”, solía repetir en broma y en serio, el escritor argentino Rodolfo Enrique Fogwill, quien murió hace una década, debido a un enfisema pulmonar, a los 69 años, el 21 de agosto de 2010, en Buenos Aires.
“Cada escritor tiene su máscara y arma su pose”, decía Fogwill, adicto al tabaco y a los cigarrillos Marlboro y que como un mantra repetía que escribía “para no ser escrito”.
Fogwill siempre tuvo un pie en Chile. Viajaba regularmente a Santiago desde 1967, tanto por sus negocios en la publicidad y en el marketing como por sus amistades: uno de sus interlocutores era el poeta y librero Sergio Parra, socio de la librería Metales Pesados.
Para Fogwill fueron décadas cruzando la cordillera. Así fue como la tradición poética nacional quedó estampada en varios de sus escritos: múltiples voces desdobladas en sonetos, textos breves, largos poemas en verso libre o poemas en prosa.
“Creo que Neruda es un poeta esterilizante”, señalaba Fogwill, quien escribió su primer poema a los 8 años. “Si uno se queda pegado a (Nicanor) Parra, te puedes transformar en un gran poeta. Si uno se queda pegado a Huidobro, puede ser un gran poeta y llamarse Borges. Pero si uno se queda pegado en Neruda, no queda nada. Termina como Víctor Heredia, o como los malos cubanos”, agregaba quien también se interesó por la obra de Raúl Zurita, Diego Maquieira, Bruno Vidal y que en sus audiófonos oía con devoción las letras de Violeta Parra.
Fogwill, conocido y elogiado por novelas como Los pichiciegos y los cuentos de Muchacha Punk, comenzó publicando a los 38 años. Su primer libro fue el poemario El efecto de realidad (1979) aparecido en su propio sello: editorial Tierra Baldía. Al año siguiente dio a conocer Las horas de citas (1980). Pero fue en su entrega inicial donde estableció un diálogo con la poesía chilena.
Uno de los primeros poemas se llama Reconocimiento de Pablo Neruda. Allí Fogwill se pregunta sobre el poeta Premio Nobel: “¿Pensaba sus poemas con zooms y travellings/ tratando de que el fondo de su voz los representase/ sin ser apercibido por el lector/ sediento de las claves de su denota?”. Luego, en otro poema, cita a Huidobro: “Y tantos buscadores/ de sol, de fuego, vida, fuerza o gracia”.
Mientras que en un extenso poema titulado Precio de la memoria, incluido en su libro Canción de paz (2003) “Quique”, como también lo llamaban sus cercanos, apuntó imágenes de Chile. “Ahora en Santiago, el primer mundo/ se derrama al revés, contra el deshielo./ Sube de Providencia hacia Las Condes y hace un rodeo por Vitacura”, anota Fogwill y sigue refiriendo a la realidad local con sarcasmo: “Gracias mi concentrada transa y su latente/ tercera vía empantanada en el Mapocho”.
En uno de sus títulos finales de poesía, Últimos movimientos (2004), Fogwill sostiene que “Se necesitan poetas gay, poetas/ lesbianas, poetas/ consagrados a la cuestión del género,/ poetas que canten al hambre, al hombre” y saca al baile al Premio Reina Sofía 1992 y Premio Cervantes 2003, Gonzalo Rojas. “Que florezcan diez maos en el pantano/ y en la barranca un Ele, un Juan,/ un Gelman como elefante entero de cristal roto,/ o un Rojas roto, mendigando/ a la Reina de España”.
En el mismo libro, Últimos movimientos, hay dos poemas sobre Vicente Huidobro. Uno es El bronce de Huidobro y se refiere a una estatua derribada del autor de Altazor. “Puro creacionismo: la forma de su cuerpo/ sumándose a esa lava,/ de cobre y estaño”. El otro poema es El adjetivo, que hace referencia al Arte poética, de Huidobro.
El desenfadado, genio y bromista de Fogwill elabora una especie de respuesta al poeta muerto en 1948, en Cartagena. “Sí: si no da vida mata./ Pero cuando da vida engaña/ al entendimiento/ a la razón/ a los sentidos// Y al sentido de todos los sentidos/ La poesía no es el motivo del poema”.
Un ejemplar que reúne su trayectoria ligada a la poesía es el grueso volumen Poesía completa, publicado por editorial Alfaguara en 2016. Allí están los versos del poeta treintañero hasta reproducciones de textos escritos a máquina por Fogwill. Incluyendo el inédito título Gente muy fea. Como dijera entonces del ejemplar Beatriz Sarlo: “Lejos de lo políticamente correcto, está Fogwill, maestro de la ironía, el desprecio y la invectiva”.
En el poemario Gente muy fea vuelven a ver guiños, imitaciones, parodias y golpes contra poetas chilenos. Es el enfrentamiento de Fogwill con la tradición y el paisaje literario nacional. El argentino regresa sobre Neruda y luego va por Raúl Zurita.
En Veinte poemas de amor veinte, Fogwill reversiona los citados versos del poeta nacido en Parral: “Estás como distante, y mi voz/ toca los hilos de tu proximidad./ Callada: lámpara de los servicios/ públicos de la mujer./ Y el pubis/ enrollado en un verso.// Y la mujer mujer mujer mujer que pare, escucha/ ‘Yo no lo quiero amada’, estos versos tan tristes/ titilan en el agua podrida de la prostitución”.
En Gente muy fea está también el título El poema de Lagos. Allí Fogwill se refiere cuando el Premio Nacional de Literatura 2000 le dedicó un poema al expresidente Ricardo Lagos en su libro Poemas militantes. “Caupolicán pequeño y triste,/ estadista cantando por Zurita.// Se va enredando, enredando/ la hiedra del progreso/ en las paredes de Santiago.// Y va dejando, dejando/ su musgo más amargo/ entre las piedra de la memoria./ (…) Se espera el resplandor./ Un resplandor que nunca llega”, anota Fogwill haciendo un guiño en sus versos a la letra de Volver a los 17, de Violeta Parra.