Acompañada de la pareja de su hermano, Roxana del Campo, fue que Joane Florvil pasó sus últimas semanas de vida. Luego de ser falsamente acusada de abandonar a su hija en la Oficina de Protección de Derechos de Lo Prado, la mujer de nacionalidad haitiana estuvo un mes agonizando en la ex Posta Central después de ser trasladada desde la comisaría donde estaba detenida. Su caso se volvió emblemático del racismo en Chile y es Roxana quien sigue peleando contra el olvido de su historia.
Por Florencia La Mura
En mayo de 2020 la Corte Suprema ratificó el fallo por discriminación arbitraria en el caso de Joane Florvil, confirmando además la rebaja de 20 a 5 UTM de multa a la Oficina de Protección de Derechos (OPD) de Lo Prado. El 30 de agosto de 2017, Joane llegó junto a su hija de dos meses a la oficina ubicada en Avenida San Germán, a ocho minutos caminando de su casa, a preguntar por unos documentos que había perdido su esposo, Wilfred. Ella, con el poco español que manejaba, intentó explicarle al guardia del lugar lo sucedido sin mucho resultado. Mientras buscaba a alguien que oficiara de intérprete, dejó a su pequeña en cuidados de quien ella pensó era un policía, algo común en Haití, donde las fuerzas de orden resguardan oficinas y se consideran personas de confianza. Fue en ese momento que se le acusó de abandonar a su hija, propiciando un circo mediático en torno a su caso, el que acabó con su muerte un mes después y con su hija en custodia del Sename por dos meses. 250 mil pesos debió pagar la municipalidad de Lo Prado como reparación.
“Cinco UTM vale su vida”, se lamenta Roxana del Campo (49), pareja de Realyno Florvil, hermano mayor de Joane, al teléfono. Ella y el esposo de Joane la acompañaron durante el mes que estuvo internada en la Posta Central, tras ser trasladada desde la 48° Comisaría de Santiago con una descompensación, luego de haberse golpeado la cabeza contra la pared del calabozo. “Conversábamos por teléfono sobre la familia, de sus hijos, de cómo lo estaba pasando acá en Chile”, relata Roxana sobre su cercana relación con Joane, quien siempre la trató de “hermana”. Documentales y canciones han rendido homenaje a Joane, mientras el racismo sigue cobrando vidas en Chile. Han pasado tres años del caso y, con la herida aún abierta, Roxana sigue luchando por hacer memoria y justicia.
Activismo virtual
Cada miércoles a las 7 de la tarde, luego de su trabajo como Ingeniera Civil Industrial, Roxana se dirigía a Londres 38 para reunirse con sus compañeros y compañeras de Dignidad, Justicia y Humanidad para Todos, la agrupación que integra desde que murió su cuñada y que es parte de la Articulación de Organizaciones Migrantes y Chilenas por los Derechos Humanos. El 30 de agosto de 2019, para el segundo aniversario de la muerte de Joane, marcharon desde la Plaza Inmigrante Árabe de Recoleta hasta Cerro Blanco, donde hicieron un acto de cierre. Esta vez, en contexto de pandemia y con cuarentena en la mayoría de las comunas de la Región Metropolitana, el acto tuvo que ser virtual. A pesar del distanciamiento, cerca de mil personas se conectaron ese domingo al Zoom para celebrar la memoria de Joane, además de conversar sobre trata de personas y vivienda digna para migrantes.
«Nos tuvimos que adaptar y cuando llevábamos cuatro meses organizando el acto para Joane, no teníamos certezas si íbamos a seguir en cuarentena», explica Roxana sobre la decisión de hacer una gran convocatoria a marcha para este 30 de septiembre por el Día contra el Racismo en Chile, a tres años exactos de la muerte de Joane Florvil.
Roxana hizo hace unos años un voluntariado para enseñarle español a haitianos en Fundación Fré y cuando ocurrió lo de Joane, diversas agrupaciones migrantes y pro migrantes se le acercaron para ayudarla con el caso de Joane y con la custodia del Sename de su hija. Desde entonces mantuvo una relación cercana con distintas ONG, con quienes nuevamente marchará, en un grupo de unas 40 personas, en memoria de su cuñada. A días de un nuevo aniversario de la muerte de Joane, Roxana la recuerda como una mujer alegre, y considera que a pesar de que la justicia falló a su favor, no ha habido reparación.
Realyno Florvil ha dicho que una de las cosas pendientes era restaurar la honra de Joane, ¿crees que ha sido así?
Una de las cosas que más le perturbó a Joane fue que la expusieron ante el escrutinio público, esposada con las manos atrás. En Haití los peores reos son los que se esposan así, a las mujeres jamás las esposan, y si lo hacen, es con las manos adelante. Fue muy denigrante para ella. Los medios que la acusaron de abandonar a su hija no han pedido disculpas y tampoco han publicado la sanción de la Corte Suprema, lo que sería reparatorio en pos de su memoria. Cuando llevaron a Joane a la posta recién le dieron más tiempo a la noticia pero fue desde el morbo. Ella murió con toda la deshonra que sentía que le había llevado a su familia, se fue con esa pena. Lo que pasó se supo en poco tiempo en Haití y la familia Florvil es conocida en Juana Méndez, su ciudad natal. Ella estaba muy preocupada por los titulares que comenzaron a salir y trató de que alguien llamara a su mamá y le explicara. Allá fue como una bomba, su papá no entendía por qué estaban diciendo eso de su hija.
¿Cómo ha sido para ti instaurar el tema y hablar de racismo a partir de la muerte de Joane?
Desde lo que le pasó a Joane, me sigo relacionando con entidades migrantes porque sé que fue discriminación. Tenemos que educar a la gente, para enseñar que un color de piel distinto no te hace un ser humano de segunda o tercera clase. Si no hablas bien español, no significa que alguien pueda abusar de eso. Te aseguro que si Joane hubiese sido rubia y de ojos azules no le hubiese pasado lo mismo. En este país no tenemos cultura racial, estamos recién aprendiendo y por eso yo me involucro.
¿Has seguido el debate de la Ley de Migración?
Hemos visto el proyecto de ley actual con el Movimiento de Acción Migrante (MAM) y dicen que no es mucho avance, pero espero que sea más avance que retroceso para poder actualizarla, porque la ley vigente tiene cuarenta años. En este minuto no hay en esta ley acciones concretas que tengan lineamientos u objetivos sobre lo que nuestro país está viviendo. El gobierno actual, para decirlo de forma diplomática, no se alinea mucho con lo que respecta a migración, todas las acciones que ha tomado siempre van en desmedro de la colonia haitiana. Siempre se relaciona migración con delincuencia y con que vienen a quitar el trabajo a los chilenos. No entienden que Chile fue forjado por migrantes. El Plan de Retorno Humanitario, por ejemplo, decía que si te ibas no podías volver a Chile en diez años, eso no puede ser un beneficio. El gobierno actual no tiene simpatía con los extranjeros, ni siquiera con los más letrados. Hay una cantidad de médicos que se aburren de estar en Chile esperando la documentación y aprobar el Eunacom. Rebeka Pierre, que murió afuera del Hospital Barros Luco, era médico, ella podría haber tenido un futuro esplendoroso acá en Chile si hubiese podido convalidar su título y haber ejercido. No quiero ni pensar el pánico que ella sintió siendo médico, sabiendo lo que le pasaba a su cuerpo.
¿Crees que se ha aprendido de estos casos para enfrentar situaciones similares?
Se ha aprendido, pero a paso muy lento. Luego del caso de Joane han habido varios casos de discriminación, uno de los que más me marcó fue el de Joseph Henry, que murió luego de estar agonizando en el aeropuerto sin que nadie lo ayudara. También está el de Monise Joseph, mujer haitiana que llegó al Hospital Barros Luco con un dolor de pecho agudo y que falleció esperando que la atendieran. En contexto de pandemia, Wislande Jean murió en Lampa por COVID-19 esperando una ambulancia. Entonces, pareciera que por ser migrante tienes que esperar más.
¿Cómo enfrentas el aniversario de la muerte de Joane?
Con mucha pena, son recuerdos muy dolorosos. Pienso en ella, en sus hijos, y que si las cosas hubiesen funcionado bien ella estaría con vida. Es muy doloroso recordar y hacer memoria de todo lo que ella sufrió, porque su muerte fue innecesaria y muy dolorosa. Sufrió mucho por no ver a su hija, tenía los pechos llenos de leche y no tenía a su hija con ella. Sigue siendo doloroso para la familia hasta la fecha. Lo que más pedía era ver a su niña y se fue con ese dolor, el mismo que a mí me afecta como madre y como mujer. Ella era muy alegre y llena de vida, podría estar criando a su niña sin ninguna dificultad. Chile ya no tiene vuelta atrás, no se van a revertir las olas migratorias y tenemos que aprender a convivir. «Chile ya cambió», dice el eslogan del estallido social y uno de los grandes cambios es que ya existen niños afrodescendientes nacidos acá y no podemos discriminarlos porque tienen otro color de piel.