Enigma (2025), de Zackary Drucker. En Max

Amanda Lear es la indiscutible reina europea de la música disco: vendió millones de álbumes en los años 70, apareció en la portada de For Your Pleasure, de Roxy Music; fue pareja de Salvador Dalí y de David Bowie, quien la inició en el mundo de la música. En los 60, se iba de fiesta con Los Rolling Stones y Los Beatles, y era una de las modelos más famosas de Londres. Eso es, a grandes rasgos, lo que se sabe con certeza. Todo lo demás es un misterio, desde su lugar de nacimiento hasta su género: por décadas, Lear ha soportado que los periodistas le pregunten si es hombre o mujer. Sobre eso, en parte, se trata el documental Enigma, de Zackary Drucker, en el que la directora intenta reconstruir dos biografías paralelas, la de Lear y la de April Ashley, una célebre modelo británica que en 1961 reveló que era transgénero y fue humillada públicamente durante toda su carrera. ¿Qué las une? Que, al parecer, fueron amigas e iniciaron sus carreras en Le Carrousel, un club nocturno parisino que en los años 50 fue el paraíso de las travestis y trans. El asunto es que Lear, que toda su vida ha negado ser trans —o ha jugado con la ambigüedad: “quizás soy un hombre, quizás soy una mujer”, dijo en 1977—, asegura que nunca pisó ese lugar. Drucker contrapone las dos historias, expone fuentes documentales reveladoras e incluso entrevista a Lear. Un documental a ratos incómodo, pero que recuerda a dos pioneras que hace más de medio siglo pavimentaron el camino de millones: Ashley, que optó por la verdad sin importar el costo, y Lear, que desafió las categorías de género con elegancia y una ambigüedad radical.
—Evelyn Erlij
Galería Cripta, Dardignac 255, Recoleta. Visita con previa inscripción aquí

Cruzando el Puente Loreto desde Bellas Artes hacia Recoleta, doblando por Dardignac hasta el número 255, se encuentra Galería Cripta, un espacio independiente y autogestionado de exhibición de arte contemporáneo dirigido por las artistas Augusta Lecaros, Amanda Urrejola y Agustina Margotta. A pesar de habitar un lugar más grande como lo es Centro Perdido —un espacio cultural que alberga talleres, conciertos, conversatorios y otros eventos—, Cripta ha destacado por derecho propio. Como lo sugiere su nombre, para ingresar en ella se debe descender hacia un sótano oscuro y aislado. Ahí es donde actualmente se exhibe la exposición Cualquier forma de vida, de la artista Isidora Miller (con curaduría de Ricardo Schmincke y textos curatoriales de Felipe Ulloa y Martín López), un conjunto de obras instalativas donde distintas formas vegetales articulan sensibilidades posnaturales dentro de la atmósfera lúgubre e inquietante característica del lugar. A pesar de llevar solo poco más de un año de funcionamiento, las exhibiciones de la galería —que han abarcado desde artistas emergentes nacionales hasta residentes extranjeros— la han levantado como un referente del circuito de las artes visuales en Santiago.
—Gabriel Godoi
Kaori, de Teatrocinema. 5, 6, 12 y 13 de julio en GAM. + 5 años

En el corazón de Kaori, la más reciente propuesta de Teatrocinema, está la filosofía del kintsugi, una ancestral técnica japonesa que repara las fracturas de la cerámica con resina y polvo de oro, otorgando un nuevo valor a las imperfecciones y transformando las cicatrices en belleza. Esta idea de quiebre, reparación y crecimiento interior permea la historia de una niña, su abuelo ceramista y su hermano pájaro, quienes buscan comprender un misterioso “polvo dorado” que solo ellos pueden percibir. La icónica compañía chilena vuelve a sorprender con su maestría al combinar los lenguajes del teatro, el cine y el cómic en un montaje sin diálogos y que tiene un carácter inmersivo, donde la corporalidad, la música original, los impresionantes efectos 3D y una singular estética de personajes con máscaras de cabeza completa, realzan una historia que conmueve profundamente. Abordar temas como la pérdida y el duelo para el público infantil nunca es sencillo, pero Teatrocinema logra una reflexión delicada, simple y a la vez trascendente sobre las rupturas como parte inherente de la experiencia humana.
—Denisse Espinoza
Cuatro estrellas crucifican la noche, de Víctor Quezada. Pampa Negra Ediciones, 2025. 144 páginas

“Se escriben libros para decir que uno está solo en el mundo / que el día se hace más largo cuando uno está solo / se escriben libros para constatar la presencia de las cosas / para decir // estoy por fin conmigo / rodeado por las cosas”, anota Víctor Quezada en Insistencia del día (2018), uno de los tres libros de Cuatro estrellas crucifican la noche. Quezada fue editor del blog de crítica literaria La calle Passy 061 (2006-2021) y en 2023 obtuvo el II Premio Internacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz con el libro Pero la verdad es que yo despierto. En Cuatro estrellas… reúne casi una década de escritura: si Muerte en Niza (2010) aborda el tópico del amor en un registro fragmentario, Yoko (2013) lo hace de manera narrativa, por medio de citas y referencias literarias (de Laurence Sterne, Macedonio Fernández y Cervantes, principalmente) que dan continuidad a un relato cuyo centro es la escena de un crimen. Insistencia del día (2018) rompe la línea de sentido propuesta en los títulos anteriores con una reflexión sobre “la experiencia del tiempo como fuerza erosiva ante la materia”, escribe el poeta Juan Malebrán en el epílogo del libro. En los tres títulos son palpables ciertos recursos recurrentes (la elisión, la yuxtaposición) que hacen evidente la preocupación del autor por el lenguaje y su apuesta por la abstracción.
—José Núñez