«Palabra Pública llega a su edición número treinta en tiempos en que cierran medios de comunicación y se reducen los espacios para la cultura en la prensa. En estos siete años de existencia, nos hemos propuesto reforzar la misión pública de la Universidad de Chile, creando puentes con la sociedad y llevando voces de integrantes de la comunidad académica fuera de los muros universitarios», escribe en su editorial Pilar Barba, directora de la revista y vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la U. de Chile.
Por Pilar Barba
La palabra “cultura” es parte de nuestro vocabulario cotidiano, pero también es, quizás, una de las más difíciles de definir. La usamos para referirnos a formas de vida, a las costumbres y valores de un grupo humano; o para englobar las expresiones artísticas e intelectuales de una sociedad. Por lo mismo, el reto de dedicar un número de la revista a la “cultura”, a secas, no era fácil: ¿cómo delimitamos sus márgenes? Adriana Valdés, una de las intelectuales chilenas que entrevistamos en esta edición, se lo pregunta en su libro Intromisiones (2021): “¿Dónde cabe, en efecto, la cultura, si se ubica en oposición a ‘lo real’, ‘lo práctico’, ‘lo que sirve’? ¿Es a lo mejor una especie de fetiche prestigioso para adornar discursos de políticos, de economistas, de sociólogos? ¿Cabe sólo en la discusión a puertas cerradas para universitarios, como un campo más de especialización, un compartimento estanco en la vida social?”.
Decidimos que el trigésimo número de Palabra Pública fuese un especial en torno a la idea de cultura justamente porque queremos hacernos cargo de esas preguntas y de sus posibles respuestas. “La cultura es el universo humano que creamos para vivir en este mundo. Es el ecosistema nuestro, aquel que construimos colectivamente, diferente a los ecosistemas naturales”, explica en estas páginas Gabriel Matthey, compositor e ingeniero civil hidráulico, y esa es también nuestra visión como revista. Somos un medio de comunicación cultural que se interesa en las expresiones artísticas, pero que va más allá de ellas; que pretende ampliar la mirada hacia todas las disciplinas que piensan lo humano y que interrogan nuestra relación con el entorno.
“La diversidad biológica no es algo que esté fuera de la cultura”, nos recuerda el biólogo Ricardo Rozzi en estas páginas. Nada de lo que hacemos está fuera de ella, por eso elegimos para este especial el lema “Habitar la cultura”, acompañado por una ilustración de portada —realizada por Paz Soffia— de un espacio común, no solo porque entendemos la cultura como la forma en que habitamos —y cohabitamos— la existencia, sino también porque habitar implica transformar y cuidar. Este verbo trasciende la mera ocupación física de un espacio, y se convierte en una noción para comprender la complejidad de la existencia colectiva, las relaciones humanas y las diversas modalidades de vida que han florecido a lo largo de la historia.
Palabra Pública llega a su edición número treinta en tiempos en que cierran medios de comunicación y se reducen los espacios para la cultura en la prensa. En estos siete años de existencia, nos hemos propuesto reforzar la misión pública de la Universidad de Chile, creando puentes con la sociedad y llevando voces de integrantes de la comunidad académica fuera de los muros universitarios. Hoy, nuestra revista impresa no solo circula en espacios culturales y universitarios de trece comunas de Santiago, sino también ha fortalecido su presencia y visibilidad a través de un programa en Radio Universidad de Chile, un sitio web de actualización periódica y contenido diseñado para sus redes sociales. A través de estas vías, hemos querido convocar opiniones, incentivar el debate público y proponer un punto de encuentro entre distintas miradas para pensar en conjunto con nuestras comunidades.
En esta edición, quisimos abordar temas que a menudo se mencionan al hablar de cultura, en los que, sin embargo, muchas veces no se profundiza lo suficiente: democratización y democracia cultural —no basta con acceder al arte, sino también con tener la posibilidad de ser protagonista de un acto creativo, dice aquí Tomás Peters—; la brecha no solo económica, sino también generacional; la importancia de que existan espacios en los medios de comunicación para la difusión y mediación del arte, las ideas y las ciencias; la importancia de las humanidades y las ciencias en la sociedad, la diversidad cultural, y el papel de la universidad y la educación en la circulación del conocimiento, entre otros. Más que acceder a la cultura, queremos plantear que la cultura se habita y se construye continuamente a partir de la colaboración, el diálogo respetuoso y el pensamiento crítico, valores propios de nuestra universidad.