«Abrir interrogantes frente a un ayer que no deja de manifestarse; plantear discusiones que nos permitan pensar el presente y proyectar un futuro común», es lo que se propone el nuevo número de Palabra Pública, como explica en su editorial la Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la U. de Chile.
“Ver, ver; / obligarse a ver / desde la memoria”, escribe Guillermo Núñez en Dibujar con sangre en el ojo (2015), diario en el que reunió poemas y dibujos cotidianos. Cómo ver desde la memoria y darle forma a un pasado doloroso es una inquietud constante en la obra de este artista chileno, Premio Nacional de Artes Plásticas 2007 y exdirector del Museo de Arte Contemporáneo de la U. de Chile (1971-1972), quien sufrió la violencia del quiebre democrático de 1973 tras ser detenido, torturado y forzado al exilio. Desde entonces, Núñez no ha dejado de reflexionar en torno a asuntos que medio siglo más tarde nos interpelan más que nunca. ¿Es posible “huir de la historia”?, se pregunta en el mismo libro. ¿Se puede silenciar la memoria, esa “espiral vertiginosa” que siempre está “respirando, latiendo, estallando”, como los trazos inconfundibles de su obra?
Lo anterior hizo que el nombre de Guillermo Núñez surgiera de manera espontánea al pensar en este número de Palabra Pública, dedicado a los 50 años del golpe de Estado y, en particular, al concepto de “memoria viva”. Siempre generoso con la Universidad de Chile, su alma mater, el artista eligió una obra suya para ilustrar esta edición. Se trata de una pintura sin título —de la serie El cielo como abismo— realizada entre 2014 y 2016, y que hoy es parte de la colección permanente del MAC. Gracias a él y al equipo del museo —uno de nuestros principales aliados—, abrimos esta revista con el trabajo de un artista fundamental de la historia del Chile reciente.
Como lo plantea en estas páginas el filósofo Federico Galende, la actual conmemoración es un momento para que las imágenes del pasado salgan “de sus ataúdes de tiempo para abrir una pregunta en nosotras, en nosotros”. El número se propone justamente eso: abrir interrogantes frente a un ayer que no deja de manifestarse; plantear discusiones que nos permitan pensar el presente y proyectar un futuro común. Las huellas del golpe —de la dictadura y su modelo neoliberal— son parte de nuestra cotidianeidad. Las vemos en el diseño de las ciudades, en el lenguaje que hablamos; irrumpen en las conversaciones familiares y en nuestra forma de mirar y de mirarnos. De ahí que la memoria de la dictadura no le pertenezca solo a quienes vivieron esa época; es un proceso vivo que supone una práctica social del recuerdo.
“El principal atributo diferenciador del campo de la memoria es que esta no opera por fidelidad a los hechos que referencia, sino sobre todo a los sentidos que estos acontecimientos y procesos evocan en los actores del presente”, advierte en este número el historiador Pablo Seguel. Con ello, nos recuerda que hacer memoria también supone actualizar la mirada y, en una sociedad que carga una historia como la nuestra, es un ejercicio necesario para volver a pensar juntos, como lo plantea la poeta Verónica Zondek: “Acariciar la memoria, reconstruir sus restos y reconocer las historias individuales puede devolvernos a los cauces y puntadas que bordan el sentido de lo ciudadano”.
Para intentar comprender cómo las nuevas generaciones se relacionan con ese pasado, convocamos a escritores nacidos después de 1990 para que escribieran sus “recuerdos prestados”, esas historias familiares de la dictadura que han oído y han hecho propias. A la vez, nos hicimos cargo del lema de la U. de Chile para esta conmemoración —“Educación para la democracia”— mediante un reportaje en torno a cómo la educación escolar aborda este periodo. Asimismo, nos adentramos en la memoria de nuestra propia universidad a través de un reportaje sobre la “fuga” de investigadores y científicos obligados y obligadas a dejar Chile, y de un ensayo en el que el connotado filósofo Patrice Vermeren recuerda los lazos de amistad que se forjaron entre intelectuales franceses y chilenos.
Para este especial invitamos a hombres y mujeres escritores, historiadores, artistas, periodistas, arquitectos, poetas, filósofos y científicos a que dieran cuenta de la infinidad de memorias que coexisten en una sociedad donde todavía nos preguntamos cómo vivir juntos; en un país donde nos sigue costando enfrentarnos a la historia. Algunos números atrás, Guillermo Núñez contaba en una entrevista que siguió haciendo arte comprometido para poder mirarse en el espejo. A 50 años del golpe de Estado, invitamos a nuestros lectores y lectoras a buscar su propia imagen en el espejo de la memoria.