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​​​La universidad del futuro 

En un contexto marcado por la incertidumbre, las tensiones presupuestarias y las exigencias del entorno, las universidades están llamadas a reafirmar su compromiso público, repensar sus modelos de enseñanza y liderazgo, y anticiparse activamente a los desafíos, sin renunciar a la excelencia ni a su vocación transformadora. 

Por Alejandra Mizala | Foto principal: Amaro Huiriqueo

Las universidades contemporáneas enfrentan una crisis multifacética que pone en cuestión su relevancia y sostenibilidad. Entre los desafíos más apremiantes se encuentran fortalecer la confianza pública en el rol social de la universidad, superar las desigualdades en el acceso y la permanencia estudiantil​;​ adaptarse a un entorno digital en permanente y acelerada transformación y superar de manera armónica las tensiones entre la formación integral y las demandas del mercado laboral. A esto se suma la disminución de financiamiento público y crecientes amenazas a la autonomía institucional y ​a ​la libertad académica en diversos contextos. Frente a estas presiones, las universidades deben repensar sus modelos de enseñanza, investigación y gestión, sin renunciar a su misión pública ni a su compromiso con la justicia social y el pensamiento crítico. 

En este contexto, la experiencia de la Universidad de Chile ofrece una mirada enraizada en una concepción republicana del conocimiento y una vocación de transformación social. La reciente autoevaluación, realizada en el marco del proceso de acreditación institucional, da cuenta de los avances y proyecciones que marcan este momento de inflexión. Como ha ocurrido en procesos anteriores, este ejercicio ha sido una oportunidad para mirar críticamente el quehacer universitario, revisar nuestras prácticas e imaginar con mayor nitidez el proyecto universitario que queremos construir. 

Uno de los aprendizajes más significativos del proceso fue constatar que, pese a las condiciones desafiantes del entorno​ ​—restricciones presupuestarias, rigideces normativas—​, ​la Universidad de Chile mantiene su posición de líder transformador en la sociedad chilena. Su identidad como universidad pública se expresa no solo en su historia, sino en sus prácticas concretas: investigación orientada al bien común, formación integral en todas las áreas del conocimiento, extensión con sentido social y una gestión que avanza con convicción hacia mayores estándares de transparencia, articulación, participación y sostenibilidad. 

Entre los años 2018 y 2024, la Universidad ha consolidado avances significativos en su proceso de mejora continua. Entre ellos destacan la modificación de su Estatuto, la creación de nuevas unidades académicas y de gestión, la formulación e implementación de políticas que orientan distintos ámbitos de la vida universitaria, avances sustantivos en igualdad de género e inclusión y una creciente diversidad y transversalidad en su comunidad, tanto entre estudiantes, personal de colaboración y cuerpo académico. Asimismo, ha impulsado nuevos programas formativos y ha fortalecido su investigación y la colaboración con instituciones públicas y privadas, liderando redes universitarias internacionales como la Asociación de Universidades de la Cuenca del Pacífico (APRU), manteniendo relaciones estratégicas con destacadas instituciones de educación superior y centros de investigación a nivel regional y global. Todo ello da cuenta de una institución en transformación. A estos avances se suman hitos de infraestructura relevantes, como, por ejemplo, la Plataforma Cultural del campus Juan Gómez Millas y el Complejo Universitario Vicuña Mackenna 20 con su Gran Sala Sinfónica Nacional, que fortalecen el compromiso con el conocimiento, la creación y la vinculación con la sociedad. 

Pensar la universidad del futuro, en este marco, implica sostener y profundizar ese carácter público en un contexto que muchas veces lo desincentiva. Significa reforzar el compromiso con la equidad y la inclusión como ejes estructurantes del acceso, la permanencia y el éxito académico. Y supone una apuesta decidida por la transformación digital como una oportunidad para renovar la forma en que enseñamos, ampliar las fronteras del conocimiento y democratizar la experiencia universitaria. La incorporación de sistemas inteligentes ofrece la posibilidad de fortalecer nuestras capacidades institucionales​ y de​ avanzar hacia una gestión más eficiente y transparente, capaz de mejorar de manera concreta la experiencia de estudiantes, académicas y académicos y personal de colaboración.  

El informe de autoevaluación muestra que la Universidad ha avanzado en instalar capacidades institucionales para abordar estos desafíos. Se han fortalecido los sistemas de aseguramiento de la calidad, la planificación estratégica, la vinculación con la sociedad y la toma de decisiones basada en evidencia.  

No obstante, se identifican nudos críticos que deben ser abordados con decisión, como lograr una mayor flexibilidad en la formación de pregrado. Aunque se han implementado marcos orientadores y experiencias innovadoras, persisten rigideces curriculares, desigualdades entre unidades académicas y la necesidad de fortalecer la integración de enfoques formativos transversales. Asimismo, resulta indispensable fortalecer la articulación entre las distintas funciones universitarias —docencia, investigación, creación artística, innovación y vinculación con el entorno— de modo que el trabajo académico continúe respondiendo de manera integrada a los desafíos del país y del conocimiento. Esta transformación requiere, además, una mejora sustantiva en las capacidades de coordinación y planificación estratégica, tanto a nivel central como en las unidades académicas, con el propósito de consolidar una universidad pública intelectualmente rigurosa, socialmente comprometida y capaz de liderar procesos de cambio en un mundo en constante transformación. 

En este tránsito, resulta fundamental fortalecer la reflexión crítica, la autonomía intelectual, la ética y el sentido formativo que orientan nuestro quehacer universitario. El desafío del futuro no radica solo en adaptarse al cambio, sino en imaginar nuevas formas de ejercer nuestras funciones que, sin renunciar a la excelencia, mantengan un compromiso firme con la justicia social, el pluralismo, la deliberación democrática y la comprensión del conocimiento como un bien público. 

En tiempos de incertidumbre, la Universidad de Chile reafirma su voluntad de ser una institución que no solo responde a los retos del presente, sino que los anticipa y los transforma. Esa es, quizás, la mejor manera de proyectarse hacia el futuro: ejercer un liderazgo activo que, desde su misión pública, oriente las transformaciones necesarias para enfrentar los desafíos actuales y los que vendrán. ​​     ​​