En palabras del cineasta Carlos Flores, Raúl Ruiz. Potencias de lo múltiple (Ediciones Metales Pesados) —libro que reúne cuarenta y dos ensayos en torno al cineasta chileno— nos trae delante una de sus multiplicidades: “nos presenta un cineasta que, como los tripulantes del Lucerna, no está ni muerto ni vivo, que continua operando ahora como un fantasma, que desordena, dispersa, se va por las ramas”.
Foto: Vincenzo Pinto / AFP
El libro Potencias de lo múltiple se estructura siguiendo el modelo de las “listas chinas”. Toda antología es una especie de lista china, que Ruiz describía como una compilación de proposiciones exactas y heteróclitas en la que cada una contiene a la anterior. Su estructura es un modo narrativo que Ruiz comentaba y que se puede observar en algunas de sus películas. Las cuatro modernizaciones del presidente Mao son una lista china. Los diez mandamientos también.
La operación que comanda el modelo narrativo de las listas chinas no es el conflicto central ni la organización de la conclusión final, es el agregado. Este libro, como gran parte del cine de Ruiz, no se escribió en función de un final. Este libro se organizó en módulos autónomos, a los cuales se les podría agregar nuevos módulos. Lo componen cuarenta y dos ensayos, pero pudieron haber sido cincuenta, sesenta, cien. Podría aparecer otro volumen.
Estas estructuras que no tienen anhelo de fin (es decir, anhelo de finalidad, anhelo de prédica) se pueden continuar infinitamente. Las listas chinas no son un organismo. El organismo no acepta elementos nuevos en su estructura. Los rechaza o los digiere. Las listas chinas, igual que este libro, pueden seguir incorporando agregados.
La crítica de cine e investigadora Claire Allouche pone en la escritura de su ensayo “La hipótesis del film robado” una cita que tomó de la película de Ruiz Grandes acontecimientos y gente común y corriente (1979). Esta cita podría ser un gran agregado a esta lista china que estoy iniciando.
La cita es la siguiente: “Esta no es una película acabada, sino un proceso inagotable”. Uno podría decir, a su vez, “este no es un libro acabado, es un proceso inagotable”.
Otra cita que trae agua para mi molino la he extraído del ensayo “Hágase la luz”, de Ivana Peric. “Casi siempre, como un niño haciendo una jugarreta a sus mayores, Ruiz postergaba cualquier respuesta para contar una de sus múltiples historias mínimas, anudándola luego a otra y a otra, dando la impresión de que no había posibilidad de invocar el paso del tiempo para interrumpir su ejercicio narrativo que entonces se percibía sin fin. ad infinitum”.
Subrayo la palabra sin fin.
Digo todo esto porque voy a poner en marcha una lista china. Son tres afirmaciones sobre el cine de Ruiz que surgieron leyendo este libro. Mi lista china se podría llamar Tres inestabilidades en el cine de Ruiz. Podrían ser diez, veinte. Pero son tres. Heteróclitas y exactas, como decía Ruiz.
1.- Las cosas son así y asá
En el cine de Ruiz las cosas no son de esta manera o de esta otra. Las cosas son, de esta manera y de esta otra. El cine de Ruiz es inestable, ocurre de manera múltiple en varios niveles espaciales y temporales. Ahora cito a José Miguel Palacios que en el libro se refiere a la operación narrativa de Todo al revés (Tout à l’envers), un cortometraje de Ruiz de 1980. “Así —dice Palacios—, una misma película proyectada hacia delante y hacia atrás puede contar dos historias radicalmente diferentes: una mundana y otra trágica”.
¿Cual es la verdadera historia? Las dos.
2.- Estamos a medio morir saltando
Me dicen que el Lucerna es el único barco en que
Vivos y muertos viven pacíficamente.
No es mi opinión.
Yo viajé tres años y medio en este barco maldito
Y de lo que vi y hallé en ello navegando,
solo me quedan recuerdos de trifulcas y amenazas.
El capitán lo ha dicho: este no es el barco de los muertos. Aquí los que lo tripulan no están
ni vivos ni muertos. Sobreviven a medio morir saltando.
Este texto aparece al comienzo del primer capítulo de la serie de televisión Litoral, cuentos del mar (2008). Es una carta encontrada en el bolsillo del chaquetón del marinero Esparta que se suicidó.
“A medio morir saltando” es una afirmación que relata un estar entre dos mundos, como un pescado recién caído en la red que ingresa a un morir incompleto, a un medio morir del cual intenta salir saltando. “A medio morir saltando” incorpora inestabilidad, ambigüedad, tránsito. No hay acá necesidad ni posibilidad de optar, de decidir un final. La frase asegura que se puede estar en dos estados límites al mismo tiempo: medio muerto y medio vivo.
Este concepto se transparenta en el cine de Ruiz en las historias de desdoblamiento, de fantasmas, de muertos no muertos, de personajes que saltan de un tiempo a otro. “Todo socialista es divisible por dos”, escribe Eduardo Vergara citando a Ruiz.
Agrego una cita tomada del ensayo “Morir viviendo en el mito”, de la cineasta y teórica Anne Milojevic refiriéndose al Edipo que pone en escena Ruiz: “Plenamente consciente de esa inevitable metamorfosis, el de Ruiz es en definitiva un Edipo a la vez pleno y múltiple, cerrado y abierto, irreductible y contradictorio: un muerto-viviente”.
Subrayo un muerto viviente.
3.- La belleza del salto
Nada remite a sí mismo, todo está moviéndose. Apareciendo. Por eso en el cine de Ruiz abunda la digresión, el desvío, el salto.
Cito de memoria una fábula que contaba Ruiz: Imaginen a un esquiador que va bajando un slalom. Gira a la derecha, luego a la izquierda y luego a la derecha y repentinamente, en lugar de girar a la izquierda, salta a otro slalom donde sigue desplazándose de izquierda a derecha hasta volver a saltar a otro slamon. Así, infinitamente.
Lo importante, dice Ruiz, no es solo el salto, es la belleza del salto.
Cito ahora a Alice Comte, que cita a Ruiz en su ensayo: “La idea era hacer una película que se transformara, sobre la marcha, en algo completamente distinto de lo que se anunciaba en un principio. Ello mediante la multiplicación de lo que los antiguos pintores flamencos llamaban «elementos metamórficos»: un hombre convirtiéndose en pato, un pez convirtiéndose en velero. Curiosamente, estos elementos metamórficos se han hecho posibles gracias, una vez más, al tipo de juego que impone la retórica de los reality shows, y este es el tercer efecto poético”.
Y cito a Ignacio López Vicuña, que a su vez cita la siguiente frase de Ruiz: «El objetivo es pasar constantemente de un nivel a otro. El paso es un elemento de sorpresa; produce no solo una iluminación súbita, sino también placer. ¿Para qué reducirse a una trama cuando se pueden explotar varias?», se pregunta Ruiz.
Podría seguir agregando citas y proposiciones a mi lista china. Ustedes también podrían hacerlo. Potencias de lo múltiple nos trae delante una de las multiplicidades de Ruiz: nos presenta un cineasta que, como los tripulantes del Lucerna, no está ni muerto ni vivo, que continua operando, ahora como un fantasma, que desordena, dispersa, se va por las ramas.
Uno podría fabular que Raúl Ruiz nos ha dejado la tarea de seguir agregando múltiples fragmentos a su obra; a seguir buscándola, haciéndola proliferar, fabulándola. A continuar imaginando personajes que circulan y saltan de un infinito a otro, confundiendo la mirada, desacostumbrando la mirada, perdiéndonos.
Termino con una respuesta de Ruiz a un espectador que argumentaba que se había perdido viendo la película:
«Más vale perderse que encontrarse».
Este es el último agregado a mi lista china.
*Este texto fue leído durante la presentación del libro Raúl Ruiz. Potencias de lo múltiple, el 1 de junio de 2023.