Ilustración: Amandina Catrala
En 1970, el escritor estadounidense Joe Brainard inventó un recurso literario que pasó a la historia como una de las formas más hermosas de evocar el pasado: reunió una lista de recuerdos e imágenes de su infancia y juventud para armar una suerte de autorretrato fragmentario. Este experimento, que replicaron Georges Perec, Margo Glantz y Martín Kohan, entre otros escritores, llevó por título Me acuerdo y relevó la forma en que la memoria individual —caprichosa, escurridiza— reconstruye el pasado a retazos, desde un presente y una subjetividad particulares.
Una de las preguntas que se repite hoy, a 50 años del golpe de Estado, es cómo los jóvenes recordarán un tiempo que no vivieron. Para las generaciones que nacieron después de los años 90, en democracia, sus miradas hacia la dictadura están atravesadas de recuerdos prestados, de lo que les contaron sus familiares o conocidos. De ahí que sus relatos en torno a ese periodo estén construidos desde otra premisa: “me acuerdo de lo que me contaron”. Invitamos a los escritores y escritoras Victoria Ramírez (Santiago, 1991), Nicolás Meneses (Buin, 1992), Maximiliano Díaz (Rancagua, 1994) y Florencia Rabuco (Viña del Mar, 1996) a trabajar en torno a ella y hacer un ejercicio de memoria.